miércoles, 16 de mayo de 2012

Abolicionista

Juan Antonio Blanco, en nombre de la claridad conceptual explica por qué prefiere el uso del concepto de "destierro" que el descafeinado de "diáspora":

Los que hoy usamos el concepto de diáspora para referirnos a los cubanos lo hacemos precisando que al interior de esa masa de personas hay una zona significativa de exiliados, o sea de personas que han emigrado por razones de conciencia. Entre ellos muchos se acogieron al asilo y refugio políticos en otros países para asegurarse de no ser devueltos y poder legalizar su status si arribaron sin visa. También hay personas —estén conscientes o no de ello— que salieron forzados por el creciente deterioro de la vida cotidiana generado por un régimen de gobernabilidad que bloquea su creatividad y proyectos de vida. Al no ver con claridad esa conexión se consideran a sí mismas emigrados económicos, pero es debatible si en realidad pueden ser considerados como tales por el simple hecho de que no tengan conciencia de la conexión que existe entre el sistema político y económico con la miseria de la que intentaban escapar.
Lo curioso es que, sea cual sea el motivo de su partida de Cuba, el grado de conciencia que tengan sobre la relación entre las causas políticas y las económicas que los empujaron a salir, el país que eligieran para asentarse, el status legal con el que entraron al nuevo país (en el caso de EEUU pudiera ser un emigrado beneficiado con las 20.000 visas anuales de migrantes, haberse acogido al ajuste cubano o haber solicitado asilo político), la aplastante mayoría de esa diáspora es de hecho desterrada según las leyes cubanas vigentes. Son desterrados que no pueden regresar a asentarse al país donde nacieron y requieren de autorización para visitarlo, la cual puede ser negada en cualquier momento y sin que medie explicación alguna.
[…] Exigir el fin de las leyes de destierro es el meollo de la cuestión que distingue a los abolicionistas que exigimos su fin —con la aplicación de los artículos 9 y del 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos— de los reformistas que promueven una legislación más flexible con diezmos más baratos.

No podría estar más de acuerdo. Incluso retrospectivamente. Hace dos años decía en un post:

Cuba, el país concreto, no entra en mis planes vitales a corto o mediano o largo plazo: en parte porque donde estoy me siento cómodo y en no menor medida porque como todo el que haya vivido más de un año fuera de la isla sin autorización me he convertido automáticamente en desterrado. Esto es, sin derecho a volver a vivir en el lugar donde nací. (En ese sentido la gran mayoría de los que residimos fuera de Cuba –lo aceptemos o no- somos desterrados. Desde Hugo Cancio hasta a Húber Matos aunque al primero, en recompensa por favores prestados, quizás le permitirían volver a residir en la isla pero eso sería en todo caso un privilegio, no un derecho). Lo que no va a cambiar nunca es que tenga el pasaporte que tenga allí donde pone “lugar de nacimiento” aparecerá a continuación el nombre de la capital de Cuba. Eso basta para recordarme que por bien que yo me sienta donde esté siempre tendré especiales derechos y responsabilidades sobre esa parte del mundo.

Hace cuatro glosaba una carta abierta del sin par Hugo Cancio en la que culpaba a la separación de los cubanos al exilio mayamés diciendo en otro post:

Estoy plenamente de acuerdo con Cancio cuando dice que “son más las cosas que hoy nos unen [a los cubanos dentro y fuera de Cuba] que aquellas que nos separan”. Nos unen muchas cosas y nos separan apenas dos: la geografía y la política. Con la primera no podemos hacer mucho pero la segunda -a menos que lo consideremos un hecho sobrenatural- siempre podremos intentar algo. Algo nos pasa a los cubanos y ese algo es la dictadura unipersonal más extensa de la Historia moderna y esa, ahora con el relevo fantasmal de Compay Segundo (o sea, el hermano del Compañero en Jefe) no se ha acabado. Y si los cubanos de Miami, Madrid o Estocolmo tienen que pedir permiso para viajar a su propio país por un limitado número de días no es por cuatro viejos gritones que toman café en el Versailles. Si los cubanos de todas partes no pueden hacer negocios en Cuba o los de la isla no pueden acceder libremente a internet o a las publicaciones que deseen no se deberá en ningún caso a los berridos de Pérez Roura. 
Hoy seremos “más los que emigramos por razones económicas y sociales que por asuntos políticos” pero poco importan las razones que cada cual aduzca para salir de Cuba si al final el gobierno de su país trata a todos básicamente como desterrados y a los que emigran les permiten ir sólo de visita. No se puede “comenzar a cicatrizar heridas” cuando otros se ocupan en Cuba no de hablar de heridas pasadas sino de mantener frescas las del presente. No importa el deseo que tenga Cancio de ayudar a su familia o yo a la mía si las ayudas son o impedidas o gravadas con impuestos exhorbitantes. No importa que un médico o un deportista se trate de ir de Cuba por razones estrictamente profesionales porque al final se le tratará como desertor.
Nada, que acá afuera no hacemos más que repetirnos aunque nos asiste una razón más o menos aceptable: en lo concerniente a nuestros derechos nada ha cambiado. Si volvemos, como la mujer del cuento, a pedir cinco pesos es porque nunca nos los han dado. La novedad en el artículo de Blanco es el concepto de abolicionismo. Y es fundamental. Porque tratándose de esclavitudes no se puede exigir otra cosa que no sea su abolición. Pedir menos no haría más que confirmar nuestra vocación de esclavos. 


P.D.: Orlando Luis Pardo Lazo desde La Habana sin pretenderlo -en este caso- también viene a coincidir con el abolicionismo aunque aportando razones más ontológicas que políticas: las actuales restricciones migratorias atentan no sólo contra nuestra humana condición sino contra nuestro estatus de seres reales: 


Mientras exista esa maravillosa técnica narrativa llamada el Permiso de Entrada y de Salida (súmmum de la gobernabilidad sobre los personajes de nuestra novela nacional), los cubanos seremos títeres sin credibilidad: arte y amor y amistad y familia y oficio y credo y demás no serán sino un estúpido etcétera.  

7 comentarios:

  1. Concuerdo en totalidad con los abolicionistas pero temo el siguiente escenario. Supongamos, y no creo que esta suposicio sea imposible dado el caracter camaleonico del raulismo, que Raul acepta que todos los cubanos puedan salir de Cuba sin previo permiso de salida e incluso que todos los que viven fuera puedan regresar sin ninguna restriccion. Estos ultimos, por supuesto, estarian sujetos a las leyes del pais y serian castigados en caso de que las violaran. Cesaria esta medida la diferencia entre exilio y emigracion, sobre todo el caso de los que no asumen esta posicion de un modo consciente? Se podria argumentar que hay muchos paises cuyas condiciones politicas crean una pobreza de caracter estructural y esto no significa que sus ciudadanos puedan considerarse exiliados. Por lo tanto, esta medida, si seguimos la logica que planteo, significaria que la comunidad cubana que reside fuera de Cuba dejaria de ser un exilio y empezaria a formar parte de un grupo inmingrantes mas salvo en los casos de personas que se haya probado que sufrieron persecucion politica o en los que decidan no regresar a la isla por la objecion de conciencia que tienen ante el regimen cubano.

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  2. Exigir la abolicion del status de desterrados deberia ser el punto de partida de toda conversacion, negociacion o discucion con el regimen de la Habana y tambien, porque no, con los "reconciliadores". Esta muy bien reconciliar nuestras diferencias y agravios pero primero tenemos que recuperar nuestro derecho por nacimiento a regresar y/o salir a o de nuestro lugar de origen sin permisos, sin perder nuestras propiedades, en fin, sin condiciones politiqueras. Entonces, a partir de ahi seria menos dificil llegar a un concenso. Jamas sera facil, por supuesto.

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  3. Anonimo, en tal caso no dejaria de existir exilio automaticamente. muchos sistemas autocraticos con sus exilios correspondientes se la han pasado muy bien sin los permisos de entrada y salida. apenas cambiaria la condicion automatica de desterrados de TODOS los cubanos que residen en el exterior como hasta ahora sucede. digamos que asi empezariamos a ser una dictadura "normal".

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  4. enrisco,

    Pero si las personas pueden regresar sin que su vida sea amenazada y puedes establecerse en la isla seria dificiil argumentar que siguen siendo exiliados. Quedaria, como dije, el caso de los que han sufrido persecusion politica y los que por objeciones de conciencia hacia el regimen de la isla se negaran a entrar en Cuba hasta que el gobierno convocara elecciones. Pero la gran masa poblacional que viaja a la isla y que llego a EUA por acuerdos migratorios dejarian de ser exiliados. No te parece?

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  5. si, claro. de hecho cada vez son menos los que se consideran a si mismo exiliados y en la idea de exilio siempre hay un componente consciente, de objecion de conciencia como bien dices. pero incluso asi para que la gente pueda regresar y establecerse sin que la vida o la libertad no se sienta racionalmente amenazada tendrian que ser fijadas garantias y derechos que de momento no existen. lo que si es cierto es que los que andamos afuera somos por ahora de hecho y derecho (conscientes o no) unos desterrados.

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  6. El regimen cubano se mantiene exclusivamente gracias a los estrictos controles sobre todos los ciudadanos, esten dentro o fuera y hayan o no nacido en Cuba. Es la unica manera en que un sistema tan antinatural se sostiene contra el deseo de la inmensa mayoria. Las acciones contra los que atentan, consideran ellos, contra la estabilidad del regimen son rapidas y ejemplarizantes. Los gobiernos de otros paises se declaran incapaces de proteger a sus ciudadanos cuando caen en esta categoria. Olvidense de poder viajar a Cuba con la libertad y garantias con que viajan a cualquier otro pais. El dia en que eso ocurra, ya aquello se cayo.

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  7. Estoy completamente de acuerdo con la propuesta de abolición del destierro de los cubanos. No puede haber términos medios. Es en los menores de edad que salieron de Cuba con sus padres donde la condición de desterrado alcanza un máximo de aberración.

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