Leo un artículo: “Fulanito de Tal: una perspectiva de género”. No hay nada dentro del artículo que no quepa esperar de un título así. El escritor analizado, reverenciado por la propia autora del artículo hasta hacía nada, aparece a la luz de esta perspectiva como un criptomisógino bastante peor que los machangos heteropatriarcales que te encuentras rascándose los huevos en un bar. “Fulanito de Tal: una perspectiva de género” resulta toda una revelación, una salida del closet de la misoginia del otrora aclamado Fulanito. Busco una foto de la autora, para comprobar si al menos la conozco de vista. Lo que encuentro como su foto oficial es una imagen al más puro estilo de quinceañera: mirada soñadora con la mano apoyada en el rostro. O viceversa.
Llega el momento de preguntarse si esa es la foto más apropiada para presentarse como desenmascaradora de misóginos de closet pero enseguida comprendo que esa es una falsa cuestión. Basta con el título para que uno dirija la mirada en dirección equivocada: al rostro de la autora, a la posición de sus manos o a cualquier otro detalle que nos distraiga de lo que significa escribir un ensayo titulado “Fulanito de Tal: una perspectiva de…”. Porque no se trata en verdad de un ensayo sino de una planilla. Un formulario inquisitorial con preguntas ya contestadas de antemano. “¿Es Fulanito de Tal pecador?” Por supuesto que sí. Visto el género masculino al que se adscribe, el autor lleva en sí el pecado original de la misoginia de la misma manera fatal en que Adán y Eva eran portadores del suyo. Solo que a diferencia de Eva si la analizada es Fulanita de Tal será sin remedio una precursora o abanderada de la ideología enarbolada desde la perspectiva de género.
Lo que constituye el aporte original de los artículos de esta clase será la respuesta a la casilla “Dé ejemplos concretos del pecado de misoginia del analizado en cuestión”. Entonces se dirá que, en la página tal de la edición más cual, el autor dice algo que, mirado desde la perspectiva que anuncia el título, es irremisiblemente pecaminoso. Y a continuación se dará una explicación detallada del pecado en que se incurre.
Lo de menos es el género al que aluda la supuesta perspectiva sino del hecho de embutir cualquier obra en el molde rígido de cualquier perspectiva, ya sea el multiculturalismo, la raza, el marxismo, el psicoanálisis o el decolonialismo. Porque no hay obra de arte que no sea portadora en algún grado de los prejuicios de su época —o hasta de épocas anteriores— que es el nivel elemental desde el cual el arte trata de levantar vuelo. Lo tristes es que lo analistas de una materia tan elusiva como la literatura o el arte en general tiendan más a buscar sus prejuicios, sus impurezas, que las fuerzas que les permitieron elevarse sobre las miserias comunes a su tiempo, a cualquier tiempo. Porque cuando se analiza el arte con la planilla de la perspectiva que sea en mente solo nos queda en las manos su peso muerto en lugar de aquello que nos permite mirar el mundo de un modo distinto y mejor.
Se trata de sacarle provecho a ponerse de moda, por superficial u oportunista que sea, ya que para mucha gente el asunto es aprovechar lo que brinda ganancia. Hay casos que se tratan de escasez mental, por no decir estupidez, pero son menos, y también hay gente con miedo a lucir fuera de onda y acabar marginada. La humanidad, por supueesto, deja mucho que desear.
ResponderEliminarLa invasión ideológica es un hecho. Si pensábamos allá que “Fefa la del comité” era una hijeputa, deja que tengamos que bregar con “Karen la del comittee”…
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