Por Jorge Fernández Era
En días pasados conocí a través de las redes la expulsión de las filas de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba del escritor camagüeyano Pedro Armando Junco López, un creador de sostenida obra, ganador de múltiples reconocimientos literarios. La causa: una carta abierta al presidente de Cuba donde cuestiona las recientes medidas económicas tomadas por el Gobierno. Dicha carta, según los funcionarios que le notificaron la separación definitiva, actúa «en franca contradicción con los principios, estatutos y reglamentos de la Uneac».
Aquí, para los que no la conocen, la carta de Pedro Armando:«Señor presidente Díaz-Canel:
«En su último discurso ante el Consejo de Ministros, televisado y expuesto en la Mesa Redonda, usted hace públicas las determinaciones tomadas al más alto nivel, considerando de antemano la aprobación del pueblo sin consultársele, poniendo en tela de juicio la popularidad de estas medidas».
«Cierto es que los sistemas autocráticos son libres en el accionar de sus ordenanzas y que ya es costumbre atávica en los cubanos resignarse a acatar y obedecer los decretos estatales. Pero me sentí profundamente señalado cuando usted dijo —con otras palabras, desde luego, pues no tengo grabadora en mi casa— que los enemigos de la Revolución utilizan las redes sociales para mentir y confundir a la ciudadanía. Y es precisamente la palabra "enemigos" la que nos ha echado en el mismo saco a los que desean el derrocamiento del sistema que hoy nos dirige, junto a los ciudadanos cívicos que declaramos nuestra verdad y proponemos nuestras opiniones públicamente, por cualquier medio de expresión como reza en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, como instituye la nueva Carta Magna cubana y, sobre todo, como el Apóstol de nuestro país nos dejó por herencia: pensar y hablar sin hipocresía y trabajar para que nuestro gobierno sea bueno cuando consideramos que nuestro gobierno se equivoca».
«Es lamentable que la situación económica de mi país, que es su país, haya colapsado y los haya obligado a tomar medidas que desde hace décadas todos sabemos constituyeron errores económicos garrafales, como la penalización del USD. Y más lamentable aún que se abran tiendas especializadas solo para quienes tengan divisas extranjeras, dando una bofetada humillante a la moneda salarial de todos los cubanos y ahora, hasta al injusto CUC, ayer equivalente del dólar y hoy tan segregado como el peso cubano tradicional».
«Es lamentable, señor presidente, que lleguemos a tal extremo de abyección ciudadana y que usted nos tilde de enemigos cuando nosotros somos los verdaderos amigos de la Patria. Somos los que alertamos el cierre del turismo y de las escuelas y universidades al comienzo de la pandemia —reconocido, inclusive por el Primer Ministro—. Somos los que decimos hoy que abran la economía. Si existen enemigos de la Revolución, búsquelo entre los directivos de cuellos blancos, dirigentes militantes del Partido que se prestan a las menos pensadas ilegalidades, y castíguelos. Pero deje de perseguir a los productores: permita que el pescador, pesque; que el agricultor siembre, que el ganadero críe... Pero deje al pescador que venda libremente su producto del mar, que el cosechero se las ingenie y comercialice sus siembras sin que medie el Estado, que el campesino mate su res y la venda al precio que le venga en ganas y se la compre el que pueda; porque por muy injusto que parezca, mayor injusticia es venderle al proletariado en una moneda que no circula en Cuba y a la que solo quienes tienen apoyo desde el exterior, pueden adquirirla».
«Lea con detenimiento este exergo del discurso de Ignacio Agramonte en la Universidad de la Habana hace 158 años»:
«La administración que permite el franco desarrollo de la acción individual a la sombra de una bien entendida concentración del poder, es la más ocasionada a producir óptimos resultados, porque realiza una verdadera alianza del orden con la libertad».
«Únase a nosotros, señor Presidente. Escúchenos a todos por igual: a quienes le adulan, a quienes pretenden destruirlo y a los que nos rompemos la cabeza buscando una salida feliz a la crisis económica que nos envuelve. Y tome luego sabias decisiones».
«Evite el presagio del poeta: porque los pueblos que sufren / como la ortiga que llora / cuando de sufrir se aburren / echan veneno en las hojas».
Fin de la cita. Continúo yo.
En su discurso en el más reciente congreso de la Uneac, el presidente expresó: «Otros temas que, en mi modesta opinión, deberían concitar acciones y reacciones de nuestros creadores agrupados en la Uneac tienen que ver con lo que algunos llamamos "mercenarios culturales", esos dispuestos a linchar a cuanto artista o creador exalte a la Revolución o les cante a las causas más duras y a la vez más nobles en que están empeñadas las fuerzas progresistas de nuestra región y del mundo». ¿Es Pedro Armando Junco López un «mercenario cultural»? ¿Quién lincha a quién y por qué? ¿Por expresar abiertamente, sin ofensas y con respeto, cuestionamientos a políticas que afectan —lo afirma el propio Gobierno— a la mayoría del pueblo trabajador? ¿Nuestros problemas no son también —y primeramente— las «causas duras» a las que hay que cantar sin tapujos y medias tintas? ¿No lo hace Junco López?
Veamos lo que dice el Artículo 4 de los estatutos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba: «La Uneac se adhiere a los principios de la democracia socialista y en consecuencia defiende el derecho a la información, a la palabra, al ejercicio del criterio, a la más amplia libertad de creación, a la investigación, a la experimentación, a la crítica, al debate y a la polémica». ¿La carta entra «en franca contradicción con los principios, estatutos y reglamentos de la organización de creadores»?
«Los límites comienzan donde se irrespetan los símbolos y los valores sagrados de la patria», dijo también Díaz-Canel en el congreso de la organización. ¿Qué símbolos y valores sagrados de la patria irrespetó el escritor camagüeyano?
En diciembre de 2010, el primer secretario del Comité Central del Partido, Raúl Castro, declaró ante la Asamblea Nacional: «No hay que temerle a las discrepancias de criterios, y esta orientación, que no es nueva, no debe interpretarse como circunscrita al debate sobre los Lineamientos. Las diferencias de opiniones, expresadas preferiblemente en lugar, tiempo y forma, o sea, en el lugar adecuado, en el momento oportuno y de forma correcta, siempre serán más deseables a la falsa unanimidad basada en la simulación y el oportunismo. Es por demás un derecho del que no se debe privar a nadie».
Está claro: a nadie. Ni a Pedro Armando Junco López, que hizo valer un precepto constitucional y habló con la claridad que se espera de un revolucionario. Ni a mí, que ejerzo mi derecho, como cubano y como miembro de la Uneac, a denunciar este flagrante atropello.
Un momento. Si alguien no debe decir nada en contra del oportunismo es Raúl Castro, pues la "revolución" nunca, jamás hubiera triunfado ni sobrevivido sin oportunismo MASIVO. Parece que el general de la espada virgen (esa frase no es mía, pero le pega) ya no anda muy claro que digamos, porque a un aliado tan clave no se le pone mala cara.
ResponderEliminarY dicho sea de paso--Junco tiene derecho a hacer lo que mejor estime, pero tratar de razonar con el Bobo de la Yucanel, como dice Lauzán, es perder el tiempo. El penoso socotroco ni tiene poder personal para hacer nada, ni está para otra cosa que servir de (bastante torpe) monigote de pantalla. Pero aunque el tipo fuera un lince, el problema es que un sistema totalitario como el castrismo no puede ser razonable, porque no puede darse el lujo de una verdadera reforma. Todo se reduce a mantener el status quo con respecto al poder y el control, y el "pueblo" es algo muy secundario.
ResponderEliminarllueve sobre mojado
ResponderEliminaro yo no entendí el mensaje
Es que, parafraseando al Capitán Barbossa de Piratas del Caribe, los Estatutos de la UNEAC no son reglas, "they are more like...guidelines...". Están ahí para dar una sensación de apertura, inclusión y libertad, pero en el fondo el Partido y la UNEAC como hilo de marioneta, se pasan los estatutos por el fambeco cuando alguien cuestiona al gobierno y sus desmanes.
ResponderEliminarSaludos