En su libro A la
sombra del mar (Barcelona, 1998) Juan Abreu lidia, entre tantas cosas, con su sentido de
pertenencia a un país que ha alcanzado –y él lo ha sufrido en carne propia-
nuevas cotas de infamia. Pero aun allí
consigue encontrar motivos de orgullosa pertenencia:
Y en otro sitio del mismo libro entiende que en la necesaria
evaluación de nuestro pasado colectivo una distribución demasiado liberal de la
culpa no hace más que confundirlo todo. Y que el camino a la libertad empieza
por responsabilizarse por el propio pasado de cada cual.
Una de mis “paradas” diarias, al igual que en este blog, es en el de Juan Abreu que aunque a veces se distrae en comentarios eróticos dando información no solicitada ni necesariamente bienvenida, expresa un raciocinio en general, a veces extremo, pero siempre lúcido.
ResponderEliminarEntre tanta vocecita "correcta," tanto esclavo de la moda imperante, y tanta gente aterrada de desentonar o estar fuera de onda, Juan Abreu es tan refrescante como estimulante. No hay que estar de acuerdo con todo lo que dice o piensa, pero bien vale la pena leerlo.
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