A una escritora egipcia la
invitan a la televisión para que explique que todos los musulmanes no son
terroristas. La escritora rechaza la invitación diciendo “Yo no tengo por qué
andar explicando mi humanidad”.
Un cineasta cubano hace
una película sobre cómo su gobierno acosaba y reprimía a un poeta décadas
atrás. Como para demostrar que el paso del tiempo es pura ilusión el gobierno
censura la película con la misma saña con que en la película persigue al poeta.
El cineasta explica que “desde la primera reunión el 14 de octubre del 2016 con el
presidente del ICAIC hasta ahora no he dado ninguna entrevista hablando de lo
sucedido” y a continuación se pregunta por qué tratan mal “a los que se portan bien”.
Pareciera que los cubanos ya no sólo tenemos que explicarnos nuestra
humanidad sino nuestra mera condición de adultos.
Como decía el personaje de Tancredi en El Gatopardo de Visconti a su tío Fabrizio, el Príncipe de Salina, "si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie". Esa frase condensa los cambios prometidos por Raúl Castro y el futuro que aguarda a los cubanos. Saludos.
ResponderEliminarEfectivamente vemos como entran a funcionar todos los mecanismos sicológicos pavlovianos inducidos desde la niñez; primero el recordatorio velado de que no he dicho ni pío desde la reunión en que me apretaste las clavijas y luego, la regresión total a la infancia con el gimoteo de que por qué me castigas si yo me porto bien… (Vergüenza ajena, que dicen los españoles)
ResponderEliminarDe acuerdo a un artículo al respecto en el Nuevo Herald (enlace debajo), está abundantemente claro que este festival de cine está muy “comprometido” con La Habana desde sus inicios, y bajo el eufemismo de “tender puentes” yace el colaboracionismo o por lo menos el acomodo.
ResponderEliminarhttp://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/america-latina/cuba-es/article138910098.html