martes, 28 de octubre de 2014

Publicidad para la nueva era


Desde La Habana alguien me envía el video que reproduzco arriba y a petición mía reconstruye las circunstancias que llevaron a su realización y posterior descarte por los mismos que lo habían encargado:


"Yo trabajo como creativo independiente y pertenezco a la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales (equivalente a la UPEC de los periodistas, y ambas bajo el ala del Olimpo), que reúne especialistas de mercadotecnia, relaciones públicas, fotografía, diseño, realización audiovisual, etc. Hace 2 años, el Departamento Ideológico del Partido me convocó  con mi equipo, a colaborar en los audiovisuales para las elecciones de ese año 2012. Para variar, contrarreloj. Iban destinados a los jóvenes, porque los números de intención de voto, ya sabes, eran de risa. Esa misma noche nos pusimos a trabajar. Para cuando la persona que enviaron con el encargo llegó a su casa, tras la reunión inicial, ya estaban resueltos creativamente los 3 materiales, en menos de una hora. Sólo quedaba planificar la producción, cosa que hicimos también muy rápido, y nos dieron el ok para presentar la primera maqueta. Fue aprobada en la segunda reunión y fuimos a rodaje. El día de la 3ra reunión, ya con las personas que supuestamente decidían, vino el shock. El spot "transgresor", porque así pasó a la historia, era algo que se salía de lo que tenían en mente. Lo pasamos 2 veces y cuando encendimos la luz, ahí aprendí lo que significaba "lívido". El "jefe" de la reunión estaba como Gorbachov cuando Yeltsin le quitó el micrófono, tieso. Y de pronto comenzó a dar manotazos en la mesa: "ustedes están locos", "eso está muy lái (light)", "esa no es la media de la juventud", y la clásica "este no es el momento indicado". El tipo se ofuscó tanto que en un momento nos preguntó si no tenía sonido. Se quedó tan en blanco que nunca oyó nada. Claro, él tampoco iba a enterarse nunca que la música que usamos fue un arreglo que hizo un dj cubano de la partitura original del tema principal de Good Bye Lenin, el filme alemán. Si se entera nos fusila. Demasiada neurosis. Al final nos dijeron que "cambia este plano aquí y allá", y no era demasiado, en verdad. Pero luego de los arreglos, tampoco lo pusieron. Ni siquiera llegamos a realizar los otros 2 materiales, porque ya viste cómo fue con el primero que te confieso, era en verdad el más ligero. El segundo tenía un tono más alto. Y el último plano del tercero, era el cuño en la visa al calabozo, jajaja. Nada, hasta ahí la anécdota. Más detalles de la película, te los hacemos un día en vivo, porque son muchos y muy sabrosos, y tiene que ser en 3D, el papel no traslada eso. Nos tomamos un café, coño, pero sin chícharos. Un abrazo. H. 

PD: Para mí vale tan sólo como experiencia. Entrar aledificio del Comité Central, de noche, no es muy alegre. Pérez Benitoa se lacomió con los interiores esos. Cuadros de Tomás Sánchez por donde quiera. Todomuy loco.
PD2: pero lo que duele es que habríamos podido poner en losmedios algo que por lo menos llamara la atención de los muchachos de algúnmodo. Algo que aunque pírrico, alivie de alguna manera la sensación de vacío,falta de impulso, inercia, que hay en este país, tan alegremente triste"

lunes, 27 de octubre de 2014

Fue Cuba


El escritor César Reynel Aguilera publica hoy una reseña sobre el libro recién editado "Fue Cubadel escritor y periodista argentino Juan Bautista Yofre donde trata de reconstruir la trama detrás de la creación de movimientos guerrilleros en toda Latinoamérica alentados desde La Habana y Moscú valiéndose de información inédita sacada de los archivos de la inteligencia checoslovaca. (No está de más recordar que era la capital checa una suerte de bisagra entre el mundo capitalista y el comunista en los años 60's). Le agradezco a César Reynel Aguilera la extremada cortesía de hacerme llegar su texto. El libro lo pueden comprar acá.

Historia y archivos
Por César Reynel Aguilera  
Acaba de salir publicado un libro que, creo, será imprescindible para el estudio de la revolución cubana. Me refiero a “Fue Cuba”, del escritor y periodista argentino Juan Bautista Yofre. Un libro que desmonta, fecha a fecha y dato a dato, una buena parte de los cuentos de hadas que el castrismo y la academia liberal estadounidense han propagado con fruición durante décadas. 
Apoyado en los archivos de la antigua Inteligencia checoslovaca, Juan Bautista Yofre reconstruye la participación cubana en cuanta guerrilla —supuestamente autóctona— floreció en Latinoamérica después de enero de 1959. El énfasis del libro —en razón de la nacionalidad del autor y sus profundos saberes de la Historia argentina— se centra en la figura de Ernesto Che Guevara y en la famosa “Operación Manuel”.Creo que es un libro del que se hablará mucho. Su fuerza radica en las fuentes de información que utiliza. Ya no se trata de las anécdotas, de la extrapolación, o de las deducciones. Los datos que este libro ofrece son incontrovertibles porque están basados en los registros fríos, descarnados y profesionales, que dejaron cientos de hombres y mujeres, muchos de ellos simples burócratas, sin pensar que hacían Historia. 
Varias cosas que leí en este libro me han dejado pensando después que terminé de leerlo. Una de ellas es la falta de profesionalidad —rayana en la chapucería— del personal cubano encargado de la famosa “Operación Manuel”. Las pifias y novatadas de esa tropita —comandada por Ramiro Valdés y Manuel Piñeiro— fueron tantas y tan variadas que uno termina preguntándose si esa Operación nunca pasó de ser algo más cercano a un ejercicio de entrenamiento que a cualquier otra cosa.
Algo que habla en ese sentido es la ausencia, en la documentación reportada por el libro, de personal cubano que ya en el momento de la Operación Manuel tenía años, algunos de ellos décadas, de trabajo clandestino y entrenamiento de inteligencia en la URSS. Llama la atención la ausencia de nombres como los de Isidoro Malmierca, Fabián Escalante, Emilio Aragonés o —si hubieran querido un asesor de altos quilates— Ramón Nicolau. Es como si los soviéticos le hubieran ordenado a los checos ocuparse de los improvisados mientras dejaban para ellos, para la KGB, el trabajo con los verdaderos profesionales. De ser así, entonces, el nombre más adecuado para esa Operación bien podría haber sido “Manuela”.               Otra cosa que demuestra este libro es la psicopática capacidad que tiene Fidel Castro para mentirle a los cubanos y a la opinión pública internacional. Los años de la Operación Manuel coinciden con la supuesta época de alejamientos y desencuentros —a partir del bochornoso desenlace de la Crisis de los Misiles— entre el castrismo y la URSS. 
Durante esa época era raro el discurso de Castro I que no llevara una crítica, velada o abierta, a la Unión Soviética. Esos fueron los años de la “tronadera” de viejos comunistas y de la reafirmación, con gritos y deditos estirados, del camino “independiente” de la revolución cubana y del compromiso inquebrantable del “pueblo cubano” para con los revolucionarios Latinoamericanos. 
Hoy los archivos demuestran que mientras Castro I formaba sus aspavientos los soviéticos autorizaban a los checos para que todas esas tonterías de la revolución mundial, el foquismo, las guerrillitas de tres por kilo y el socialismo de abracadabra, se orquestaran desde Praga y bajo un asesoramiento y un apoyo logístico que solo parecen haber garantizado, a fin de cuentas, el más rotundo de los fracaso.                 Eso me lleva a pensar en la que quizás sea la mayor roncha que este libro levantará dentro de la trasnochada izquierda Latinoamericana. Me refiero a la posición tonta, rayana en el patetismo, en la que deja a Ernesto Che Guevara. Un hombre que se llenó la boca criticando a la Unión Soviética para después dejar que todos los detalles de sus grandiosos planes pasaran bajo la supervisión, y “ayuda”, de los servicios de Inteligencia de un país —Checoslovaquia— que no eran más que una sucursal de la KGB.   No en balde, parece decirnos Juan Bautista Yofre, Manila nunca contestó.

viernes, 24 de octubre de 2014

Ranfis Suárez: El recolector de datos ridículos

La obra del artista plástico Ranfis Suárez hace de la irreverencia y el juego una profesión de estilo. Cuando todo eso se mezcla con la Historia y sus próceres y gestas en un país tan hipócritamente idólatra como Cuba se adquiere de manera automática fama de escandaloso.

Tómese por ejemplo la pieza "Pinky Arrow" de la serie "Muela bizca" donde con una flecha rosada señala la aparición de una mosca en una foto icónica de José Martí.



Detalle:



O esta pieza medicinal de Canabis terapéutico que sale a la venta con el nombre comercial de Alegría de Pío:


O esta obra sobre el guerrillero asmático que lleva por título "Salbutamol" que como podemos ver también es un arma de la Revolución.


Pues ahora Ranfis Suárez amenaza con irrumpir en nuestras pantallas (de computadoras, teléfonos celulares etc) con su nuevo avatar El Recolector de datos ridículos que presenta este video como avance:


miércoles, 22 de octubre de 2014

"Limonov" in New York


La presentación ayer del libro “Limónov” por su autor Emmanuel Carrere en la librería “192 Books” de Nueva York fue apacible si se compara con su libro. Ayudó quizás que el autor, bastante conocido en su país y el resto de Europa reciba una atención más bien discreta por acá. Llegó puntual (para los que gusten de las modas de escritores franceses: gabardina crema, como las de los inspectores de policía de películas de Truffaut, chaqueta azul Prusia elegante y sobria, jeans y zapatos de cuero negro muy gastados, sonrisa abierta y ojos cercanos entre sí). Sin demasiadas ceremonias por su parte explicó que no se trataría de una lectura como se había anunciado sino que debido a su pobre inglés prefería hacer una presentación general del libro y que luego el público lo ayudara con preguntas. Habló entonces del libro o más bien resumió lo que puso en sus primeras páginas: cómo había conocido a Limonov, cómo se había reencontrado con él y por qué se había lanzado a la aventura de escribir un libro sobre él. (Su inglés, el de Carrere, no es malo, todo lo contrario: tiene un acento francés denso y chirriante pero su gramática es impecable y su vocabulario lo suficientemente amplio para hablar con la precisión del que tiene palabras suficientes para escoger).

Respondió sonriente todas las preguntas que se le hicieron de quienes se veía que conocían bastante bien la obra. No faltó la pincelada pintoresca del americano que se lamenta de lo poco que conocen sus compatriotas el resto del mundo y en especial el Oriente aunque Rusia no entrara de lleno en esta categoría. A la pregunta sobre si su madre –famosa historiadora especialista en temas rusos- tendría la razón al decir que a la vuelta de unas cuantas generaciones Rusia tendría más o menos la misma prosperidad y libertades que los Estados Unidos Carrere admitió que la predicción de esta –tenida como una suerte de oráculo desde que predijo la disolución del imperio soviético a principios de los 80- pecaba de optimista. Dijo por otra parte que la reacción de Limónov hacia el libro no había sido especialmente entusiasta aunque creía que en el fondo le regocijaba que estuviera dando vueltas una biografía sobre sí mismo. Sobre su reincidencia en la no ficción dijo no tener una política predeterminada: los temas de alguna manera habían salido a su encuentro más que ser el resultado de una búsqueda más o menos persistente.


Cuando le pregunté cómo había conseguido ese raro equilibrio entre la seducción que puede representar un personaje como Limónov y los prejuicios de la sociedad de la que proviene –más preocupada en dejar clara su propia inclinación ideológica que entender fenómenos que le son ajenos- respondió sin parecer entender del todo lo que le preguntaba. Y es que en el libro, con todas sus virtudes, están omnipresentes las etiquetas con las que al parecer los intelectuales parisinos clasifican cualquier realidad que le sale al paso: aquél es un socialdemócrata, este es otro es un fascista un poco más a la derecha de los Le Pen etc, algo en lo que insistió a lo largo de su presentación: que Limónov y él estaban en las antípodas ideológicas. Y si un mérito del libro resalta entre muchos es el de superar esas etiquetas y humanizar a su protagonista sin caer por otro lado en la veneración. Un señor ya mayor, al parecer con mi misma impresión de que el escritor no entendía del todo la pregunta, levantó la voz desde la segunda fila para exponer su incomodidad de que siga preocupándonos menos entender la realidad que dividirla en un asunto entre buenos y malos. O, añadiría yo, que sólo consigamos superar ese binarismo tonto con un relativismo igual de torpe. No sé cuán bien entienda este dilema Carriere pero al menos su libro sí lo entiende a la perfección y lo resuelve con brillantez. 

martes, 21 de octubre de 2014

Cogiéndole el tumbao (al New York Times)

-The New York Times detecta ciertos cambios en la política cubana y en un editorial invita a Obama a levantar el embargo (porque acelerará dichos cambios).

-El gobierno cubano envía centenares de médicos a África a enfrentarse al ébola y The New York Times lo ve como otra señal que ya ha llegado la hora de levantar el embargo (porque demuestra la inclinación del gobierno cubano a hacer el bien).

No es difícil detectar el patrón que marcará próximos editoriales de The New York Times sobre Cuba.

-José Dariel Abreu gana el título de novato del año en la Liga Americana y The New York Times publica un editorial declarándolo como otra señal  que ya ha llegado la hora de levantar el embargo (porque Cuba puede ser un buen mercado de talento deportivo).

-Bajan las temperaturas en la ciudad de Nueva York y The New York Times lo ve como otra señal  que ya ha llegado la hora de levantar el embargo (porque Cuba puede ser un destino turístico).


-Las autoridades cubanas apalean y encarcelan a opositores y The New York Times en un editorial invita a Obama a levantar el embargo (porque puede servirle de ejemplo de cómo tratar a la oposición republicana).

domingo, 19 de octubre de 2014

Hoy habla Néstor (a la tribu)

Hoy Diario de Cuba publica el texto que leí el pasado viernes en la presentación de Néstor Díaz de Villegas de su poemario bilingue español/ portugués "Palabras a la tribu"/ Palavras a tribo" en New York University:
Néstor Díaz de Villegas es un caso extraño en la literatura cubana: recuerda a demasiada gente y sin embargo solo se parece a sí mismo. (Lo más común es encontrarse poetas que no te recuerdan a nadie para al final parecerse a todo el mundo.) Alguna vez —cuando aquello no nos habíamos visto nunca y eso me daba ciertas libertades asociativas— lo intenté comparar con Martí. Dije que "sus textos contienen esa intensidad pasada de moda, anacrónica pero no obsoleta, en su intento desesperanzado por inscribir la ligereza cubana en la pesadez del mundo". 
Como ocurre con Martí, quien lea cualquier texto de Néstor —da igual que sea un poema o una reseña de cine— puede presentir en cualquier línea un consistente universo ético y —lo que lo hace más raro— estético. Como Martí, fue también encarcelado en la adolescencia por un delito letrado: si el llamado Apóstol de la independencia cubana fue a prisión por la famosa carta en que llamaba traidor a un condiscípulo por ingresar como voluntario en el ejército de la metrópoli, Néstor lo fue por escribir un poema en el que se "burlaba del cambio de nombre de la avenida Carlos III por el de Salvador Allende".
[Seguir aquí]

viernes, 17 de octubre de 2014

George Romero

De la espléndida presentación ayer de Néstor Díaz de Villegas de su poemario "Palabras a la tribu" en NYU comparto con ustedes el poema dedicado a George Romero, maestro del cine de horror a quien se le considera a partir de su película "La noche de los muertos vivientes" como fundador del subgénero de las películas de zombis. De Romero también se puede decir, como recordara Nestor ayer y sin ánimo de ofenderlo, que tiene ascendencia cubana. (Incidentalmente: para la lectura de las traducciones de sus poemas al portugués contó con la lectura del profesor Carlos Veloso).



(A falta de las primeras lineas que no pude grabar les transcribo el poema completo):

George Romero
Era un pueblo sencillo, de casas normalonas
y jardines cerrados, aunque comunicantes,
los parques y las rosas descendían de Marte,
distópicas auroras y atormentados ámbitos.
Cada cual en su sombra comía de las sobras
dejadas sin reservas por los fantaseadores.
En la selva había negros y en la sierra tractores
y abuelas sin cerebro y abuelos senadores.
Pero un día de otoño, al caer de una hoja,
apareció en el pueblo un muñeco de carne.
Tenía las uñas flojas y la boca de sangre.
Los ojos eran huecos rellenos de desastre.
¡Era el zombi a las puertas! ¡La Kristallnacht soñada
llegaba sin decirlo a rastrear el aroma
de los vivos! La muerte era su comadrona
y daba a luz carroña, procaz, procreadora.
El zombi comía mierda, carátulas de obras,
y todo lo que, helado, diera muestras de miedo.
El zombi era la muerte como místico enredo.
La carne sabía a gloria, y las tripas a Jell-O.
Cansado de ser gente decidió ser un perro,
y masticar cabezas. El sucio cementerio
era ahora su cueva por detrás del Imperio.
Cerramos las ventanas, nos roímos por dentro,
porque, afuera, la luna nos reía los huesos.
Salvajes en ayunas, cadáveres silentes
que supimos callarnos desde el hueco a la cuna.
¡Oh, nosotros, los muertos cansados e impacientes,
seguidores del zombi, sin voz ni voto, alzamos
los pies! (Los brazos iban al frente). Autómatas
en un pueblo sencillo, de casas normalonas,
rompíamos los huertos, causábamos estragos. . .
(Dicen que nuestra raza de asesinos a sueldo
salió de las cloacas de Santiago de Cuba:
Romero es más cubano que la carne con papas
cuando el meat and potatos es un caldo de bruja.)

jueves, 16 de octubre de 2014

Realidades comparadas

Masoquismo aparte, leer sobre Rusia desde una perspectiva cubana equivale a tropezarse con una realidad paralela. Y cuando digo paralela entiéndame del modo más literal posible: replica paso a paso la realidad cubana aunque a una escala mayor y con varios años de adelanto. Salvando esas distancias las equivalencias son alucinantes. Véase por ejemplo estos detalles de la vida cotidiana que aparecen en “Limónov” el multipremiado libro de Emmanuel Carrere sobre el escritor y aventurero político ruso Eduard Limónov como la confección de ropa artesanal o las cartas de los restaurantes.




Pero no es todo. También un libro como "Limónov" puede servir para anticipar el futuro inmediato o más bien el presente, como si fuera necesario. Sobre todo fíjense en esa frase dedicada a los activistas de derecho humanos: "Libraban un combate perdido de antemano en un país que se preocupa poco por las libertades formales, con tal de que cada cual tenga derecho a enriquecerse"



También leer libros como "Limónov" puede ser el sustituto más creíble a husmear en los archivos oficiales del gobierno cubano. Y ver cómo transcurre la reunión en la que se decide expulsar del país a un famoso escritor disidente tras la publicación de un libro incendiario (en este caso se trata de "Archipiélago Gulag" de Solzhenitsyn):



O sobre los literatos oficiales en la fase rococó del socialismo:




O véase este caso de los intelectuales conflictivos pero "dentro de..."



Les recuerdo que...


El Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Nueva York presenta el libro Palabras a la tribu (Lumme Editor, Sao Paulo, 2014) del poeta Néstor Díaz de Villegas, este jueves 16 de octubre a las 6:30 pm, en el 19 University Pl, Room 102. 
El volumen, en edición bilingüe español/portugués con traducción de Idalia Morejón y Tatiana Faria, será presentado por el escritor Enrique del Risco, con la presencia del autor, quien leerá también poemas de sus libros Che en Miami (Aduana Vieja, Valencia, 2012) y Cuna del pintor desconocido (Aduana Vieja, Valencia, 2011).
Néstor Díaz de Villegas (Cumanayagua, 1956) es poeta, ensayista y performer. Estudió pintura en la Academia San Alejandro. En 1974 fue condenado a 6 años de cárcel por un poema contrarrevolucionario. Desde 1979 reside en Estados Unidos. Ninguno de sus libros ha sido publicado en la Isla.
Ha publicado varios libros, entre ellos Por el camino de Sade (Pure Press, Los Ángeles, 2002); Héroes (Dylemma Colección, Miami, 1998); Confesiones del estrangulador de Flagler Street (Edtions Deleatur, Francia, 1998); Vicio de Miami (Schwarz, Miami, 1997), yAnarquía en Disneylandia (Editions Deleatur, Francia, 1997).
En 1998, Díaz de Villegas, en colaboración con Pedro Damián, creó la editorial Dylemma, que publicó la obra del poeta Eduardo Campa.
Asimismo, dirigió el filme documental, Conozca Flagler primero, y fundó en 2001, junto a Esther María Hernández, el Festival Internacional de Teatro Latino de Los Ángeles (FITLA).
Sus ensayos han aparecido en Letras LibresLichtungenQuimeraLateral y DIARIO DE CUBA. Fue editor la revista Cubista y el creador del Cabaret Neuralgia, en la Pequeña Habana. 
El evento será este jueves 16 de octubre, a las 6:30 pm, en el Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Nueva York (19 University Pl, Room 102). Para más información, visite nddv.wordpress.com.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Palo!


Después de pasarme años teniendo que contentarme con el primer disco del grupo Palo! me empato de un golpe con concierto en vivo y nuevo disco el pasado domingo en Gonzalez y Gonzalez. Timba con funk, letras sencillas pero con la gracia de antaño: la fórmula es sencilla pero tremendamente refrescante y todo arropado por la voz de Leslie Cartaya. La cantante de Palo! en sus registros más agudos recuerda nada menos que a La Lupe pero siempre ofrece una dicción clara, elegante y sabrosísima. Un producto elaborado con la maña de Steve Roitstein quien le saca toda la música que puede a los cuatro instrumentistas de la banda: Ed Calle en el saxo tenor, Raymer Olalde en los timbales, Philbert Armenteros en las congas y el propio Roitstein en los teclados. Una buena noticia para la música y los bailadores en general y para los miamenses en particular: pronto la banda comenzará a ocupar plaza fija todos los sábados en el restaurant Yuca de Lincoln Road.








lunes, 13 de octubre de 2014

Este jueves con Néstor

Recuerden que este jueves es la presentación del poeta Néstor Díaz de Villegas en NYU. A las 6:30 pm en 19 University Pl. room 102. Con un servidor, Enrique Del Risco como presentador.





De "Epístola a los sodomitas" de Néstor Díaz de Villegas

(…) Entonces partimos. Sodoma
No es Ítaca. De ella se sale
Sin mirar atrás.
Es una suerte escapar a tiempo,
Como el que allana una tumba.
En la comparsa el grito de la gente
Pedía las cabezas de los magos.
Las cabezas rogadas. Esos aros que
Entraron por el fuego y se extinguieron.
Las cabezas trocadas a las puertas,
Cabezas por entregas. Entonces
Nos fugamos. La salvación consiste
En tomar el mismo camino dos veces.
Espantar la mula para que vuele
Como un ángel. La salvación consiste
En ser espantado. El miedo es lo nuevo.
Los que quedaron atrás, los que
Miraron, fueron mirados.
Los sodomitas miran dos veces.

viernes, 10 de octubre de 2014

Campaña presidencial

Les presento el video de mi presentación el mes pasado en Miami de mi último libro "Enrisco para presidente" filmado por el incomparable Ernesto González, ser generoso como pocos sin el cual buena parte de la vida cultural de esa ciudad no estaría documentada.




Abajo la presentación que de mi libro hiciera para mi fortuna Ramón Fernández-Larrea:

miércoles, 8 de octubre de 2014

Elogio de la levedad (en leve versión electrónica)

Diario de Cuba anuncia la publicación en formato digital de mi libro "Elogio de la levedad: mitos nacionales cubanos y sus reescrituras literarias en el siglo XX" por la editorial de creación reciente que funciona desde Madrid, Hypermedia. Además de su comercialización digital el proyecto prevee el envío masivo y gratuito de ejemplares electrónicos de este y otros libros de la editorial a Cuba. A continuación la respuestas a un breve cuestionario que con motivo de la publicación del libro me hicieron desde Diario de Cuba:

—¿Cuál fue tu propósito con el libro? 

“Elogio de la levedad” tiene su origen en la disertación que escribí para obtener mi doctorado en Literatura Latinoamericana de la Universidad de Nueva York. O quizás ese fue solo un pretexto para sumergirme en un tema que ya había tratado en la ficción en “Leve historia de Cuba”, (un libro escrito a cuatro manos con mi condiscípulo de la licenciatura de Historia y tremendísimo narrador Francisco García González) que ahora desde el ensayo analizaba la creación y desarrollo de ciertos mitos que todavía tienen plena vigencia en el imaginario nacionalista cubano. Quiero aclarar primero que aquí no uso el concepto de mito en la acepción de falsedad sino de una suerte de relato fundacional que en determinada comunidad se toma como modelo para representarse a sí misma independientemente de la fidelidad que guarde o no a los hechos históricos. Los mitos que elegí fueron el de Martí y el de la Revolución, insisto, no como referencias históricas sino como relatos que son recogidos en diferentes textos y van acrecentando su sentido. Mi propósito no fue desmitificar la historia cubana porque si algo han demostrado los mitos a lo largo del tiempo es lo indestructibles que son: solo se desvanecen una vez que han dejado de ser funcionales. Sí me interesaba descubrir y exponer versiones de esos mitos a las que les llamo “leves” porque carecen de ese carácter inequívoco, teleológico, determinista y “pesado” en el que abundan las versiones oficiales e interesadas de estos mitos. O sea, lo que a la larga intentaba hacer era reconstruir una tradición de textos “leves” sobre estos mitos y en la cual inscribir nuestra “Leve historia de Cuba”. Convencerme de que no éramos tan originales nada y que estábamos menos solos de lo que pensábamos. Y yo creo que ese es el gran mérito del libro: definir y constituir una tradición otra sobre cierta idea de lo cubano que antes parecía inamovible. 

—¿Cómo crees que se leerá en la Cuba de hoy, sobre todo por los jóvenes? 

Creo que el libro y los cubanos en la isla –sobre todo los jóvenes cubanos interesados en estos temas- están en mejores condiciones para encontrarse que hace unos años, cuando todo eso se veía como herejía pura. Esa propuesta de una tradición “leve” de nuestra historia en estos tiempos la veo por todas partes, sobre todo en artistas plásticos o músicos, pero también en escritores, periodistas o en activistas de diverso tipo, y (como dicen con esa fórmula deliciosa) “pueblo en general”. Dije antes que no pretendía que fuese un libro desmitificador pero definitivamente está dirigido contra las idolatrías, esas que nos hacen perder con tanta facilidad las perspectivas de las cosas. Eso sin pretender ser iconoclasta, una de esas posiciones que puede derivar con cierta facilidad hacia nuevas variantes del fanatismo. “Elogio de la levedad” es una invitación –para decirlo de una vez- no a destruir ciertos mitos nacionales pero sí a sostener una relación más libre y menos reverente con ellos. 

Para el viernes

Para el viernes (a las 6:30 pm en 19 University Pl. Room 102) estoy coordinando en mi universidad un evento sobre literatura cubana contemporáanea con al participación del escritor Raúl Aguiar y las críticas Jacqueline Loss y Ana Belén Martí Sevillano. Están todos invitados.


martes, 7 de octubre de 2014

Cuadernos negros

Es curioso el alboroto que se ha formado con la publicación de los cuadernos negros de Heidegger. Que si confirman el caracter filonazi de su filosofía. Que si demuestra la conexión entre "Ser y tiempo" y Auschwitz. Que si esta vez sí se le da un golpe de gracia a su estatus como filósofo esencial del siglo XX.
Propongo un ejercicio. Imaginarse que a causa de algún nuevo hallazgo se demuestre el filocomunismo de Karl Marx y la conexión entre el "Manifiesto comunista" y el Gulag. 
¿Habrá que renunciar entonces al marxismo? ¿O imaginar que los defensores de Heidegger digan que el problema es que el nazismo no se implementó de una manera correcta, que la teoría no era mala? ¿Que el problema fue de los que lo llevaron a la práctica, que lo tomaron de manera demasiado literal?

lunes, 6 de octubre de 2014

La risa con letra entra

A continuación les presento el texto que leí ayer en el XIII Congreso anual del Centro Cultural Cubano de Nueva York que se celebró ayer sobre el tema "El choteo cubano: humor e identidad nacional" y que contó con ponencias de Gustavo Pérez Firmat, Rafael Rojas, Carmen Peláez, Raquel Ulloa, Arístides Pumariega, Armando López y la actuación de Eddy Calderón, Carlos Marrero ("Yeyo Vargas") y Judith González ("Magdalena la Pelúa").

La risa con letra entra
Hay cosas que uno se encuentra donde menos las espera. “El invierno más frío que pasé fue un verano en San Francisco" dicen que dijo Mark Twain. Yo, por mi parte –y en este caso pueden citarme de buena tinta–, nunca me aburrí más que en un congreso sobre el humor. Fue en un frío otoño de Montreal donde tuve que asistir a conferencias a cual más soporífica sobre autores supuestamente divertidos a los que los ponentes les habían extraído hasta el último miligramo de gracia para exhibirlos como al cadáver de la famosa clase de anatomía de Rembrandt. Yo atribuyo ese despropósito al intento de aquellos académicos de salvar al humor de su mala fama de poco serio mediante el recurso extremo de obligarlo a negarse a sí mismo. O puede que no. Podría ser simplemente que aquellos señores académicos fueran de por sí el conjunto de personas más aburridas del planeta y que eligieran ese tema de estudio como intento desesperado para escapar a su verdadera naturaleza. Eso quizás lo confirme el hecho de que, terminada la sesión de ponencias, no se les ocurrió manera mejor de pasar la noche que reunirse en el vestíbulo del hotel a leerse aquellos chistes infames que solían circular en los correos electrónicos colectivos de hace década y media. Pero si esta descripción les suena a ensañamiento, a venganza tardía por un mal rato pasado hace quince años están equivocados. La verdad es que tanto patetismo todavía me despierta la más profunda compasión, como pueden despertarla reuniones de exiliados planificando el futuro de un país que ya no existe: y es que aquellos académicos a quienes sospecho desterrados de cualquier otro cónclave más o menos respetable de literatura y, por supuesto, de cualquier reunión alegre e irrespetuosa de borrachines, me han servido la clave para entender las extrañas pero sólidas relaciones que existen entre el humor, la literatura y el exilio, una fórmula que puede resumirse así: el humor se le debe buscar en el sitio donde menos se le espera porque ese es el sitio donde más falta hace.
Porque alguna relación tendrá que haber entre exilio y humor, al menos en el caso cubano, cuando muchos de los ejemplos más felices de convivencia entre la literatura y el humor se dieron a consecuencia directa del exilio: ya fuera el exilio más bien cultural del Virgilio Piñera de los “Cuentos fríos” o los exilios políticos del Pablo de la Torriente Brau de las “Aventuras del soldado desconocido”, o de casi toda la obra exiliada de Cabrera Infante o de Reinaldo Arenas. Esos y otros tantos nombres pueden hacer pensar en dos posibilidades: una sería si el exilio empuja a la práctica del humor o más bien es al contrario: que la facultad de reírse de casi todo es lo que impulsa a sus poseedores a poner tierra por medio de los poderosos que entienden la risa como un insulto.
¿No es acaso el exilio un concepto que con sólo ser mencionado basta para amargar una fiesta que hasta el momento resultaba bastante divertida? ¿No están los así llamados exiliados predestinados a añorar ciertas modulaciones de la naturaleza o del lenguaje que supuestamente sólo se dan en la patria abandonada a la buena de Dios o a la mala de los tiranos de turno? ¿No es acaso el exiliado –pongamos que cubano en este caso– un ser capaz de derramar lagrimones ante la visión de una palma o la convicción de que estos frijoles no alcanzan el mismo sabor de aquellos que nos hacía abuela? Las dictaduras son de por sí solemnes y en momentos claves exigen de sus súbditos un comportamiento taciturno, pero el exilio, cuando se piensa como tal, no es muy distinto. Parecería que el exilio tratara de competir en solemnidad con la tiranía que dejó atrás, como si temiera que de perder la competencia perdería realidad. Y sin embargo aun así encontramos humor en abundancia en esa parte de la realidad tan melancólica y lacrimosa en la que somos capaces de entristecernos recordando una ensalada de aguacate digerida hace varias décadas atrás.
La pista de estas relaciones entre humor y exilio –además de aquél congreso- me la dio el insigne y casi olvidado escritor cubano de principios del siglo XX Jesús Castellanos, autor de frases tales como “la modestia en nuestra tierra es como los zapatos: muy bonitos pero estorban para trepar”. Fue él quien en el prólogo a su hilarante reunión de artículos titulada “Cabezas de estudio” explicaba que estos habían nacido de su necesidad de liberarse de “toda la dosis de cursilería que en mi alma pusieron tres años de emigración”. Basta una frase así para imaginarse las circunstancias por las que tuvo que pasar Castellanos: reuniones nocturnas con salones decorados con banderas y retratos de mártires, voces crispadas, manos en el pecho, himnos, discursos y alusiones constantes a la patria que sufre, al yugo que sofoca y a nuestros hermanos oprimidos. Porque a esos extremos simbólicos, retóricos y decorativos hay que llegar para rellenar la distancia que media entre la realidad de esos exiliados y la de su país, para justificar la invocación de los horrores patrios en un mundo más bien apacible y ajeno a tales dramatismos. No debe ser casual que las “Aventuras del soldado desconocido cubano” se inicien con la aparición de su fantasmagórico protagonista en un mítin de exiliados justamente en Nueva York. Allí (o más bien aquí) el narrador (alter ego de Pablo de la Torriente Brau) improvisa su discurso ligando “los acontecimientos mundiales del día, la experiencia de la historia y ciertos conceptos filosóficos deliberadamente vagos, con los aspectos de la lucha contra el imperialismo en Cuba”, dejando entrever lo mucho que hay en tales actos de ritual hueco que pronto será rellenado con el humor que desborda ese monumento al jodedor cubano que es Hiliodomiro del Sol. Pensemos también en los conciliábulos secretos y absurdos que aparecen en toda la obra de Virgilio Piñera desde “Jesús” y “La carne de René” hasta los “Los siervos” como profetizando (y choteando de antemano) esa larga y penosa enfermedad conocida como Revolución Cubana. Pensemos cómo Reinaldo Arenas inicia “El color del verano” con otra apoteosis de solemnidades (la celebración del falso medio siglo de la Revolución castrista (en realidad han pasado “sólo” cuarenta años)  que va a ser interrumpida por la fuga hacia la Florida de la poeta Gertrudis Gómez de Avellaneda que a continuación es atacada física y verbalmente por los asistentes al acto. O sea, que otro de los momentos más delirantes del choteo cubano es ese carnaval de humillaciones que ahora se conoce como acto de repudio. (Por otra parte –y tratando de universalizar mi experiencia cubana– recuerdo haber estado en un par de bar mitzvás sentado durante horas escuchando letanías en hebreo y creo que nunca me he aburrido más en la vida excepto –por supuesto– en aquel congreso sobre el humor. Entonces fue que creí entender el secreto del humor judío imaginándome a unos hermanos Marx niños escuchando salmo tras salmo en la sinagoga mientras sus mentes trataban de escapar a donde sus cuerpos no podían). Caso aparte sería el de Castor Vispo, el genial libretista que resumió todo el teatro bufo en el programa radial “La tremenda Corte”. Fue nada menos que un gallego nacido y criado en Cambre, La Coruña quien reconstruyó la cubanidad a través de personajes -como Rudesindo Caldeiro y Escobiña y José Candelario Trespatines- que creaban los diálogos y situaciones más divertidas y surreales en uno de los sitios más serios que pueden existir: nada menos que en un tribunal de justicia. Vispo no era exiliado aunque sí inmigrante quien, a partir del triunfo de la revolución, ya mayor para emprender otra fuga, se vio convertido en un exiliado interior hasta que la muerte le llegó en 1973. Afortunadamente, a pesar del destierro que sufrió de los medios de comunicación desde principios de la revolución ahora Ecured, la Wikipedia provinciana de la siempre fiel isla de Cuba, ha decidido acabar con su vida en 1966 y así ahorrarle retroactivamente siete años de penoso inxilio. (Cuenta una leyenda urbana que un par de comediantes televisivos hablaron por teléfono con su viuda para recuperar aquellos libretos que se habían difundido por las ondas radiales de toda Hispanoamérica y ella les contestó que fueran a buscarlos. Dicen que al acercarse a la casa vieron una humareda que se levantaba por encima de esta que al entrar la viuda los hizo pasar al patio donde ardía una gran fogata alimentada por el papel de los libretos. Todo lo que quedó de lo que había escrito quedó entonces en el aire: el contaminado por aquel humo suicida y el que todavía transmite sus programas por todo el hemisferio). Los corresponsales y actualizadores de Ecured y wikipedia anoten estos datos: Castor Vispo nació el 3 de junio de 1907 en Cambre, La Coruña y murió el 1ro de octubre de 1973 en La Habana de un cáncer del colon*.    
Pero volviendo al caso de nuestros escritores y el humor: una golondrina no hará verano pero dos o tres ya bastan para enunciar una ley de la historia o de la literatura. Y la ley que propongo es esta: es definitivamente el humor el llamado a equilibrar el patetismo que se deriva fatalmente de la nostalgia, el dolor, la impotencia y la desesperanza que producen no sólo los estados totalitarios sino también esa condición que llamamos exilio. Agradezcámosle al humor no sólo las sonrisas que nos saca en medio de la adversidad sino que nos ayude a mantener cierta dignidad. “Pienso que la realidad en general es siempre tan desmesurada y tan cruel que si perdiéramos la risa lo perderíamos todo”. Eso no lo digo yo sino Reinaldo Arenas, que bien sabía de desmesuras y crueldades. Y de exilios. Vale agregar que no debemos dramatizar nuestra realidad cotidiana llamándola exilio. Uno no se despierta todas las mañanas en el exilio ni va a tomarse una cerveza en una esquina de su destierro. Exilio es lo que nos sorprende cuando se acaba una fiesta, o a la salida de un concierto, justo cuando más a salvo nos sentíamos de él. O a donde vamos voluntariamente a encontrarnos con hermanos de causa, en el sentido más presidiario del término.
Dicho esto –convirtiendo en verano este puñado de golondrinas–, quedarían por explicar las relaciones entre el humor y la literatura en el exilio ya no sólo como contrapeso al patetismo de nuestra realidad o, más bien, al patetismo con el que la miramos. El más plañidero de los compositores cubanos se quejaba en una de sus canciones de que le pidieran obras alegres “con tantos motivos para no reírse como hay” cuando justo la risa es más necesaria allí donde tiene menos pretextos aunque no menos sentido. Y que lo diga el pueblo judío con su historia atroz y su humor refinadísimo y al mismo tiempo a prueba de balas. Con respecto a la realidad cubana el humor también ha sido usado no solo como contrapeso a la adversidad sino también como instrumento –como le diría el Lobo a la Caperucita Roja– para entenderla mejor. El humor puede y debe funcionar como las gafas de sol: para evitarnos deslumbramientos innecesarios de la realidad y permitirnos concentrarnos en la cosa en sí, sin la distracción de las convenciones. Sólo el humor nos permite someter una realidad tan desmesurada y esperpéntica al juicio implacable del sentido común. “Creo que el humor tiene un papel fundamental: es la única manera de decir una realidad cuyo patetismo resulte tal que pierda efectividad al ser contada” dice nuevamente Reinaldo Arenas con esa sabiduría incontestable que sólo tienen algunos muertos. Para evitar las deformaciones del pathos y explicar horrores que escapan a todo entendimiento –más que por profundos, por duraderos, en un régimen que a escala humana se asemeja al infinito– se acude a esa risa amarga de la que buen uso han dado dramaturgos exiliados como Iván Acosta o escritores de la generación de Mariel como el propio Reinaldo Arenas, Juan Abreu, Miguel Correa o Néstor Díaz de Villegas. O a la risa bastante más laxa que encontramos en los ensayos Gustavo Pérez Firmat o en la correspondencia de Ramón Fernández Larrea con celebridades cubanas que van desde la Virgen de la Caridad del Cobre hasta la vaca Ubre Blanca. O en la incansable creación de programas televisivos de libretistas como Luis Santeiro o el propio Fernández Larrea que hacen sospechar en felices reencarnaciones de Castor Vispo, que no se resigna a ser el humo de viejos libretos. O en las desaforadas burlas dirigidas al estamento intelectual cubano dentro y fuera de la isla del enigmático Fermín Gabor, de cuya autoría real han acusado a todo intelectual cubano vivo con algún sentido del humor. Y en este caso único preocupante es que la lista de sospechosos no pasara de dos o tres nombres.

Supongo que esto último se deba a que la risa que he esbozado aquí como una especie de superhéroe encargado de cumplir tareas imposibles por otros medios me recuerda más bien al personaje Bola de Sebo, aquella prostituta del famoso cuento de Guy de Maupassant. Todos se vuelven a la risa en los momentos más complicados, cuando ella es el último recurso pero, cuando pasa el peligro, no le ofrecen otra cosa que un desprecio similar al de la prostituta del cuento. Solo ello explica que hayan intentado convertir a escritores como Virgilio Piñera o Reinaldo Arenas, en meros santones literarios en lugar de esos seres maliciosos y endemoniados que siempre fueron, sin paz para ellos mismos ni para nadie. Pero no nos sintamos sorprendidos ni indignados. Seguimos siendo, pese a todos estos años, un pobre pueblo joven que como la luz o la infancia aún no tiene rostro y que se ríe todo el tiempo excepto cuando se hace la foto con la que piensa fijar su imagen definitiva, trascenderse. Para la foto ofrece otra imagen más seria y adusta porque piensa que así va a quedar mejor, sin saber que la risa nos muestra tal y como somos: un pueblo desesperado por escapar del aburrimiento terrible que le produce su propia Historia, su propio destino. Y dejamos la risa fuera de lo cubano como mismo se la deja fuera de todos los congresos sobre el humor (menos de este), para volverla a buscar en donde menos se la espera: en algún clásico de la literatura o en un velorio. 

*Quiero agradecer públicamente al escritor Ernesto Santana por haberme enviado esta información desde La Habana. 

jueves, 2 de octubre de 2014

El libro de las conversiones imaginarias

La editorial Betania ofrece gratuitamente en la red la versión electrónica de El libro de las conversiones imaginarias del poeta cubano Jorge Luis Arcos. Pueden leerlo pulsando aquí. Abajo les dejo un poema como adelanto.

Martí

"Dos patrias tengo yo, Cuba y la noche: ¿o son una las dos?"
                                            José Martí

La patria estaba sola como una sombra, una lámina
como un vampiro cansado o criatura lunar añorando la luz
como una muchacha gótica, una fuente derruida, un sorbito de
/hiel
una mirada que se escurre, una pistola suicida, un no sé qué
hacer contigo porque no aguardo tu ocaso ni tu lento amanecer
Ah la patria como una isla sin peso sobre la sien
ráfaga, postrimería, caducidad, una mancha en la pared
No tengas miedo. Eso pasa. Cierra los ojos. Respírala
Luego bórrala. Mentira. Sopla el viento. Tengo sed
La patria sin patria, errante, perversa, dura, la fiebre
como el sudor en las sienes que deliran, ávido sexo
caníbal, la luz tan blanca. Al partir. Un desolado interregno
El puentecito de Nietzsche. Toco tus pechos de agua
tus arrecifes sombríos, los restos sobre el mantel
las ruinas de un rostro en ruinas, la opacidad de la fe
Isla, patria, noche oscura. Y la tinta del café
Ay patria, salvaje, ausente, lejana como un placer
dame tus golfos de nada y tus palmas desoladas
tu rostro errante, perdido, el aguacero cerrado

No puedo con tanta sed

miércoles, 1 de octubre de 2014

Aniversario

Ayer primero de octubre 41 años de la muerte de Castor Vispo creador y guionista de "La Tremenda Corte" y de personajes como Rudesindo Caldeiro y Escobiña y José Candelario Trespatines. Aquí va una foto de su tumba tomada hace pocos días:



Y abajo un breve corto donde muestra el regreso a La Habana del escritor luego de una visita a España en 1947.


“¿La Habana hoy? Más vale que no hable de ella”

Como complemento a estas declaraciones sobre el acoso cederista a Dulce María durante décadas se puede ver este fragmento del legendario documental de Jana Bokova “Havana” (1990) que recoge un segmento de la realidad ya demasiado habitual pero toda una rareza en la época que se filmó a lo largo de los años ochenta. (Para ver el documental completo seguir las catorce partes en que está dividido a partir de aquí). 


En este fragmento se pueden ver la entrevista a un hijo del pintor Fidelio Ponce de León y al escritor Carlos Victoria:


Y en los siguientes dos fragmentos la entrevista a Reinaldo Arenas que el actor Javier Bardém reprodujera con tanta fidelidad en la película “Before Night Falls”:




Hablando del ébola

"Raúl Castro y Obiang conversan sobre el ébola" dice el titular y no es difícil imaginarse el diálogo:

-E bolá Raúl.

-E bolá aserecó.

-Tú tiene ébola.

-Na, yo estoy entero. ¿Y tú Obiang?

-Hecho un toro.

-To ta matao entonce.

-To matao.

-Lo que vamo a hacer aquí es sacar un letrero que diga "Señor ébola, no le tenemos absolutamente ningún miedo".

-Yo iba a poner un chivo muerto y un racimo e plátano en una ceiba pero eso del letrero me gusta má. Tu ere un badbaro Raúl.

-Se hace lo que se puede Obiang.