He sido afortunado en eso de recibir
reseñas. Entre otras cosas porque el autor de la primera de ellas (“Enrisco: un
moralista escéptico”, Revolución y Cultura, abril, 1994) era, es, un gran
amigo. Pero ni siquiera con ello se puede garantizar que la reseña aunque
elogiosa deje de ser inquietante. (Para ese ser neurótico que confía su sentido
a la escritura un elogio alerta más su suspicacia que una crítica). En la
reseña que ahora ya alcanza los veinte años de publicada el crítico hizo un par
de observaciones que me acompañarán hasta que el alzheimer nos separe: una que
yo era un “moralista escéptico” y la otra que mis escritos presentes y futuros girarían
en torno a la sátira del Poder y “los mecanismos sutiles con que opera” este. Cito:
Si, como dijera García Márquez, “un escritor no escribe sino un solo libro, aunque ese libro aparezca en muchos tomos con títulos diversos”, con Perdida y recuperación de la inocencia Enrique del Risco (Enrisco) –La Habana 1967- revela uno de los fantasmas, una de las obsesiones que justifican su obra presente y sostendrán, me atrevo a profetizar, sus textos aún no escritos: el Poder.
Estructurado en dos partes, que el propio autor bautiza como “Período azul clarito” y “Postépica”, el libro es básicamente una sátira contra el poder, a ratos mordaz, a ratos irónica, siempre ingeniosa. No es la obra de un ácrata; más bien la de un moralista que sin pretender dictar normas de conducta se afana en señalar con escepticismo los mecanismos sutiles con que opera el poder
Confieso que desde entonces las palabras
de Luis Felipe me persiguen ya sea a la hora de confirmarlas como en mis
intentos igualmente insistentes de quitarme de encima la etiqueta de moralista
y crítico del poder. Dicen que la crítica puede ser estimulante: me es difícil concebir una que lo fuera más que esta que Luis Felipe lanzara a modo de
profecía.
No me parece que se te pueda llamar moralista a no ser que esa etiqueta incluya el defender tus puntos de vista y opiniones, que por regla haces de una manera firme pero abierta. En cuanto a crítico del poder, eso pudiese ser daño colateral por haber nacido y crecido en aquél paraíso, aunque tus señalamientos se concretan sobre el "poder", no un "poder", me parece.
ResponderEliminarA veinte años de la reseña, las observaciones que te inquietaron ayer forman parte del acervo que te distingue como escritor. En todo caso, igualmente que la selección nacional inglesa, demuestras ser consistente :-D
Saludos
Gracias Migue (que seria de este blog sin ti?). Lo de moralista asumo, no se refiere a esa idea mas o menos puritana de lo etico sino a ese afan preceptista que hay en toda satira: se critica teniendo en mente cierto ideal de comportamiento que se contrasta con la realidad. Y lo de esceptico complementa muy bien lo anterior, modificandolo: se compara con un ideal que se sabe inalcanzable pero que no debe dejarse de tener en cuenta. tengamos tambien en cuenta que el socio me queria proteger. en lugar de decirme gusano irredento me dice moralista exceptico que visto asi es una definicion mucho mas interesante.
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