-¿Viste?
-¿Qué?
-Lo de la familia
de Payá.
-Sí, que llegó a
Miami.
-¿Te parece poco?
-¿Qué?
-Que traicionen
la causa de su padre y esposo.
-¿Cómo?
-Huyéndole a la
candela. Cogerle miedo a sacrificarse por su patria. Como hizo ese paladín de la libertad que se llamó Oswaldo Payá Sardiñas.
-¿Tú no decías
hasta ayer que lo de Payá era un accidente? ¿Que el gobierno no podía estar
interesado en matar a alguien tan insignificante?
-Sí, pero así y
todo. Ellos deben ser fieles a la causa.
-¿Qué causa?
-La causa de
esforzarse en que yo confíe en ellos.
-Total, si se
quedaran en Cuba y se fueran muriendo uno a uno ibas a decir que son unos
exagerados, que es evidente que el gobierno no tenía interés en que se
murieran.
-Sí pero va y
cuando muriera el último de los Payá en extrañas circunstancias podría cambiar de opinión…
-¿Qué tú
considerarías “extrañas circunstancias”? ¿Que los fusilen?
-No
necesariamente. Hay circunstancias en las que yo podría dudar de su carácter
accidental.
-Si por ejemplo les cayera un saco de cemento desde un helicóptero...
-Es posible, aunque también hay mucha negligencia.
-O si aparecen
ahorcados con las manos amarradas a la espalda.
-Bueno en ese
caso no sé. Tú no te imaginas la cantidad de maromas que hace la gente en Cuba con tal de que les manden
dinero.
-O por simple
afán de protagonismo.
-Sí, claro. Lo
que digo es que en caso de que toda la familia Payá muriera en circunstancias
tan extrañas como las que hemos comentado yo empezaría a cambiar de idea –porque
tampoco soy un fanático- y quizás hasta considerarlos como mártires del panteón
patrio en contraste con todos los que siguen vivos que como tú sabes, son unos
descarados. Mientras tanto no me queda otro remedio que considerarlos unos
traidores.
-¿Traidores a qué?
-A la causa de la
libertad cubana, al exilio -en especial a mí que tantas cosas esperaba de ellos-
y al magnífico legado que dejó su padre.
-Pero ¿Tú no
tenías sospechas incluso de que Payá fuera un agente del gobierno?
-Pero bueno,
ahora que murió podemos considerar que quizás no lo sea o si lo es llevó su
esfuerzo de cultivar su fachada hasta las últimas consecuencias.
-Entonces,
aceptas que a Payá lo mató el gobierno.
-Es posible
aunque quién sabe. No descarto la posibilidad de que siga vivo y todo no sea
más que una gran maniobra de distracción para colarnos a su familia en Miami.
Como el Caballo de Troya.
-¿Y qué función
tendría este Caballo del Palacio de los Jugos?
-Destruir este
sistema de sospecha universal que hemos desarrollado a lo largo de los años. Hacer
que terminemos aceptando que no todo el que sigue en Cuba o viene de allá y no
está preso o muerto es un agente de la seguridad ¿Te parece poco? Sobre todo
con todo este entra y sale que se ha armado.
-Claro. Sería
terrible. ¿Qué sería del exilio sin la pureza?
-El caos. Que te
lo digo yo.
Genial, sencillamente genial, porque en clave de jodedera y de absurdo, en un diálogo corto y preciso, reflejas el pensamiento de una buena parte del exilio (aquí en Miami,al menos) y el drama que nos ha tocado de una u otra manera. Hay que quitarse el sombrero ante este post.
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