Las cosas por su orden. Primero el compañero
Padura* residente en la siempre fiel isla de Cuba participa con otros dos más
en un panel en el que se habla de la posibilidad de que los escritores
exiliados viajen a la isla o hasta publiquen allá. Desde el exilio varios escritores
responden cada cual en sus propios términos pero con razones que vienen a ser
una sola: ven improcedente la invitación a regresar aunque sea de visita porque
la razón por la que pusieron mar u océanos por medio conserva plena vigencia.
Pero Padura, en lugar de reprocharles sus remilgos hacia la exquisitez de una
dictadura con solera de más de medio siglo, los
acusa de envidiosos del éxito ajeno (podemos
sospechar legítimamente que se refiere al éxito del escritor Padura) y de
andar a la “búsqueda de protagonismo y hasta de soñadas dosis de poder”. (Esto
de un escritor acusando a otro de buscar protagonismo no deja de resultarme
divertido: si lo que les molesta es el protagonismo ¿por qué en primer lugar no
se buscaron una profesión más inclinada a la humildad? Rellenador de fosforeras
o forrador de botones, por ejemplo, que además de humildes tienen la ventaja de
hasta ser legales en la isla en cuestión).
Lo realmente
interesante en la
carta del compañero Padura es
su mención a un incidente ocurrido hace casi dos siglos entre el crítico y
promotor cultural Domingo del Monte y el poeta José María Heredia. Heredia,
“desterrado en México por sus ideas independentistas, pidió un permiso a las
autoridades coloniales para realizar la que sería su última visita a Cuba,
deseoso de ver a su madre antes de morir” y del Monte, residente en la isla, le
afeó la conducta por haber escrito una carta que le pareció servil. Padura
insinúa que él es algo así como un Heredia policiaco aferrado al carapacho de
la Mantilla de sus amores mientras que los que han rechazado la invitación
serían del Montes que por vueltas que da la historia se han quedado en la parte
de afuera de la isla. La insinuación llega un tilín más lejos y tal parece que
sus contradictores se las han arreglado para delatar la conspiración de la
Escalera hacia 1844. La maldad no conoce límites, ni siquiera los que impone la
irreversibilidad del tiempo.
Pero si se quiere
que el ejemplo que propone el compañero Padura tenga validez en estos días
debería hacérsele ciertos ajustes. Primero, por muchos esfuerzos que haga
nuestro querido Padura no hay manera que le sirva el traje de Heredia: ni por
su empeño en aferrarse a su residencia en Mantilla (un detalle que en mi opinión
lo enaltece, al menos en su capacidad de encontrar alquileres bajos) ni por un
éxito editorial que supera en mucho al que tuvo en vida el autor de la “Oda al
Niágara”. Padura, compañero o escritor, deberá reconocer que en sus
circunstancias geográficas y políticas anda más cerca del Domingo del Monte de
1836 que de Heredia. Es sin embargo un del Monte que ha optado por no
recriminar a los desterrados de este mundo que visiten su país ya sea para ver
a su madre moribunda o presentar una edición de su último libro sino que en
cambio los insta a hacerlo. (Si cursa la invitación a nombre propio o en el del
capitán general de la isla ya es otra discusión).
Si adoptamos una
visión circular y budista de la vida y no toscamente anclada en la Historia y
la Política, entenderemos que esa actitud indulgente en verdad honra al autor
de la “Oda a Párraga”, nuestro estimado Padura. Pero también habrá que aceptar
que si los tristes colegas de Heredia que andan regados por medio mundo se
niegan a transformar el “Himno
del Desterrado” en el “Himno del Poeta Residente en el Exterior” acusarlos
de profesionales del odio o jornaleros de la envidia es una banalidad y un
exceso. Un exceso y una banalidad que calumnian los esfuerzos de Padura
por dominar el arte de la reconciliación, arte más complejo –y menos rentable-
que el de producir libros como “La novela de mi vida”.
*Puede confundírsele
con el escritor Padura sin demasiados riesgos: en la mayor parte de los
párrafos escriben con idéntico estilo.
Sube el telón.
ResponderEliminarHeredia pide permiso para regresar a Cuba.
Baja el telón.
Sube el telón.
Heredia, reencarnado en Padura, pide permiso para "dialogar".
Baja el telón.
Sube el telón.
Autoridades del gobierno conceden los permisos.
Baja el telón.
¿Cómo se llama la obra?
El hombre que ama ser perro
No va a existir entendimiento hasta que muchos (la mayoría residentes en la isla pero también fuera de la isla) entiendan que la cultura cubana debe ser espontanea, sin UNEAC y sin ministerios. Mientras la mayoría de los artistas nuestros crean que los ministerios de cultura resuelven el problema del apadrinamiento y la manutención de proyectos, ediciones o puestas en escena existirán estas proposiciones aberrantes que formulan desde la habana y muchas veces desde fuera de cuba. Ese infantil y mediocre perdón o entendimiento que está condicionado desde la silla en la que se sientan los voceros esta de mas, no es necesario.
ResponderEliminarPor otro lado… que buenas letras estas de Reynaldo, hace mucho no leía algo tan bien escrito. No hay palabra ahí que sobre.
Enrique, comparto tu opinion sobre este incidente. Solo queria aclarar, para ser justos con el companero Padura, que no vive en Mantilla por lo bajo del alquier, si no que tiene casa propia.
ResponderEliminarun abrazo, N
gracias Nestor. Y claro, era una broma lo del alquiler. lo que no es broma es el impacto que causa salir de Cuba y ver cuanto cuesta un alquiler. tanto que hay quienes deciden volver a la plantacion con tal de que les paguen sueldos de afuera.
ResponderEliminargracias Nestor. Y claro, era una broma lo del alquiler. lo que no es broma es el impacto que causa salir de Cuba y ver cuanto cuesta un alquiler. tanto que hay quienes deciden volver a la plantacion con tal de que les paguen sueldos de afuera.
ResponderEliminarOccupy Mantilla Now!
ResponderEliminarSaludos Enrisco , muy de acuerdo con tus apreciaciones acerca de esta diatriba que ya se va haciendo historica . Sucede que acostumbrados por mas de 50 años al padrinazgo del estado , ya hay gentes que no conciben la vida sin el dogal oficial , aunque gocen del privilegio de alquileres baratos con vistas al basurero y regados por albañales.
ResponderEliminarEn lo que ha escrito Leonardo Padura sobre Don Domingo del Monte y Aponte demuestra un soberano desconocimiento de la verdad historica y propina una ofensa a quienes han dedicado muchos agnos de su vida a demostrar con fuentes veridicas como el "Centon Epistolario", la "Revista Bimestre Cubana", las "Memorias de la SEAP" todo lo contrario de lo que el afirma con tanto desparpajo sin un solo argumento y mucho menos con una sola fuente que no sean sus especulaciones, entre ellos y solo cito a uno de los mas conocidos el poligrafo cubano Don Fernando Ortiz que retaria sin lugar a dudas a quien acusara a nuestro primer critico literario, alguien a quien Jose Marti proclamo "el cubano mas real y util de su tiempo" como un "perginador (sic) de versos mediocres"... "movido por el odio y la envidia"...
ResponderEliminarFrank, no quise meterme en eso pero es el mismo problema del que adolece "La novela de mi vida": dar veinte vueltas para no querer hablar de los capitanes generales que son los que en definitiva se dedican a explotar las miserias de cada uno de nosotros, los que les sacan beneficios.
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