Esta es la época del año en que se pone de moda recordar la vida y las palabras de Martin Luther King Jr. Recordemos entonces el comienzo de uno de sus primeros discursos políticos, si no el primero:
Aunque nuestra segregación sea menos vistosa no es exagerado afirmar que los ciudadanos cubanos en cuestión de derechos, sobre todo políticos y económicos, andamos bastante peor que los negros del sur de los Estados Unidos antes de 1950. Incluso los que vivimos fuera de la isla -supuestamente fuera del alcance del gobierno cubano- en lo tocante a derechos respecto a nuestro lugar de origen no andamos mucho mejor. Porque independientemente de nuestra opinión sobre el gobierno del país donde nacimos, o de que hayamos adquirido cualquier otra ciudadanía dicho gobierno no nos reconoce como otra cosa que como ciudadanos cubanos. O más bien –de hablar con estricta propiedad- como súbditos. En virtud de ello, por ejemplo, nos impide viajar a Cuba con otro pasaporte que no sea el emitido por él mismo. O viajar allí sin su autorización expresa que antes tomaba la forma de visado y ahora la algo más discreta -pero no menos abusiva- “habilitación” del pasaporte. O nos niega ir a residir a la isla como natural ejercicio de un derecho sino -en todo caso- como proscrito que se aprovecha de ciertos descuidos legales o policiales.
El lado más perverso de la opresión cubana es que incluso muchos de sus más concientes críticos son incapaces de reconocerla en toda su extensión. En la mayoría de los cubanos se han instalado muchos de los malos hábitos que imponen los abusos y el primero es el de ver en esos atropellos cotidianos –por incómodos que nos parezcan- una suerte de orden natural de las cosas. Mientras se espera el Gran Cambio nos acomodamos a todo tipo de pequeñas opresiones obnubilados todavía por la magia de la Historia. Se denuncia a los usurpadores pero poco se hace por ir reclamando cada pedacito de país que le han arrebatado a cada uno de los cubanos. Un descubrimiento decisivo en la larga lucha de Martin Luther King y sus partidarios fue comprender que en la búsqueda de la libertad y los derechos civiles y humanos no había reclamo pequeño. Que el asiento de una guagua era un buen sitio para empezar a exigir su lugar en el mundo. Que un concepto tan inasible y abstracto como la libertad es, primero que todo, una cuestión de detalles.
We are here in a general sense because first and foremost we are American citizens, and we are determined to apply our citizenship to the fullness of its meaning. We are here also because of our love for democracy, and because of our deep-seated belief that democracy transformed from thin paper to thick action is the greatest form of government on earth.Lo asombroso de este discurso está en sus circunstancias. En medio de una congregación compuesta totalmente por personas negras donde se decidía el destino del famoso boicot contra los autobuses segregados en la ciudad de Montgomery King afirma que la razón principal que los reunía era considerarse primero y sobre todo ciudadanos norteamericanos. Poco importaba que el gobierno (federal o estatal) hubiera hecho poco o nada por reconocer esa condición, por hacerlos sentir ciudadanos en toda la extensión de su significado. Poco importaba lo poco dispuesto que estuviera a hacerlo. Estaban allí para reclamar los derechos que hasta entonces era mera literatura constitucional.
Aunque nuestra segregación sea menos vistosa no es exagerado afirmar que los ciudadanos cubanos en cuestión de derechos, sobre todo políticos y económicos, andamos bastante peor que los negros del sur de los Estados Unidos antes de 1950. Incluso los que vivimos fuera de la isla -supuestamente fuera del alcance del gobierno cubano- en lo tocante a derechos respecto a nuestro lugar de origen no andamos mucho mejor. Porque independientemente de nuestra opinión sobre el gobierno del país donde nacimos, o de que hayamos adquirido cualquier otra ciudadanía dicho gobierno no nos reconoce como otra cosa que como ciudadanos cubanos. O más bien –de hablar con estricta propiedad- como súbditos. En virtud de ello, por ejemplo, nos impide viajar a Cuba con otro pasaporte que no sea el emitido por él mismo. O viajar allí sin su autorización expresa que antes tomaba la forma de visado y ahora la algo más discreta -pero no menos abusiva- “habilitación” del pasaporte. O nos niega ir a residir a la isla como natural ejercicio de un derecho sino -en todo caso- como proscrito que se aprovecha de ciertos descuidos legales o policiales.
El lado más perverso de la opresión cubana es que incluso muchos de sus más concientes críticos son incapaces de reconocerla en toda su extensión. En la mayoría de los cubanos se han instalado muchos de los malos hábitos que imponen los abusos y el primero es el de ver en esos atropellos cotidianos –por incómodos que nos parezcan- una suerte de orden natural de las cosas. Mientras se espera el Gran Cambio nos acomodamos a todo tipo de pequeñas opresiones obnubilados todavía por la magia de la Historia. Se denuncia a los usurpadores pero poco se hace por ir reclamando cada pedacito de país que le han arrebatado a cada uno de los cubanos. Un descubrimiento decisivo en la larga lucha de Martin Luther King y sus partidarios fue comprender que en la búsqueda de la libertad y los derechos civiles y humanos no había reclamo pequeño. Que el asiento de una guagua era un buen sitio para empezar a exigir su lugar en el mundo. Que un concepto tan inasible y abstracto como la libertad es, primero que todo, una cuestión de detalles.
Enrique,
ResponderEliminarMe temo que esperando por nuestra Rosa Parks la guagua partió y nos dejó en la parada. Saludos.
MI
Miguel, parece que estoy demasiado esoterico en estos dias y no me hago entender pero lo cierto es que cada vez mas gente va entendiendo de defender sus derechos uno a uno. el problema es que en general se ve como esfuerzos individuales que no llevan a nada. a rosa parks todos los dias la estan bajando de la guagua solo que esas instancias que para abreviar llamamos "disidencia" o "exilio" no se dan por enteradas.
ResponderEliminarTe copio Enrique, mi comentario fue muy general. Definitivamente sucede según respondes, aún así, está faltando algo. Como en química, pueden estar las sustancias necesarias pero sin el agente catalítico no ocurre la reacción.
ResponderEliminar¿Por qué no se le unieron más gente de a pie a las Damas de Blanco durante sus marchas? No hablemos de cientos, pero quizás de 5 ó 10 hoy, otros tantos en la próxima, y así sucesivamente. ¿Y OZT? ¿de verdad que allá no se sabía lo que estaba pasando? En contraste, un desempleado se inmola en Túnez y mira cómo terminó.
Saludos,
MI