martes, 1 de septiembre de 2009

Casa de citas


En La Jiribilla Juan Formell habla del concierto de Juanes:
“Gorki no tiene nada que hacer ahí, estando Juanes o no, no por sus posiciones políticas, sino porque artísticamente no hace nada de valor”

“Ellos plantean que el concierto debía ser por la libertad, pues según ellos en Cuba no la hay. Yo entiendo el término “paz” tal como lo usa Juanes, y no tiene nada que ver con la acepción de “libertad” de Miami”

El término “paz” no está relacionado directamente con nuestro país, la Isla es el escenario escogido por él, como escogió el año anterior la frontera entre Colombia y Venezuela”

“Quienes no quieren venir son ellos, pero tampoco hay mucha gente a la altura de ese concierto, con figuras mundiales, porque muchos pueden ser conocidos a nivel local en Miami, pero no han llegado, como se dice, a meter un palo mundial, entonces no están en el derecho de estar aquí”

“Este concierto ha sido un paso muy noble del gobierno cubano”

“Al final en EE.UU, […] se van a aflojar muchas tensiones y habrá otra opinión con respecto a Cuba”

“Cuando él [Juanes] ha insistido y se ha arriesgado tanto, es porque está convencido de que lo que va a hacer es limpio, es por la Paz, no es algo ideado por el gobierno cubano, […], o sea, la imagen es totalmente apolítica. Vamos a cantar por la Paz, nada más que eso”

Esto me recuerda a uno de esos pasatiempos que solían aparecer en las revistas: identifique siete contradicciones.

4 comentarios:

  1. Esa entrevista se la hicieron despues de haberse fumado varios pitos de mariguana

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  2. se le fue la terminal de trenes enterita.

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  3. “Qué pena, qué pena, no soy de la gran escena” Este estribillo, o algo parecido, lo generó una posición similar a la que el maestro esgrime como argumento cuando habla del socorrido caso Gorki Águila y su significado mal interpretado. Si éste artísticamente no hace nada de valor, por qué se procura en gran medida su presencia o su exclusión mencionándosele. Si no tiene cabida en la tan infructuosa búsqueda de la paz de los elegidos, “gente a la altura”, no ya la de la libertad que se asegura consumada en Cuba, por qué entonces es ignorado o sencillamente, no atendido ese reclamo. ¿No sería más fácil dejarle hacer o deshacer su parte como supuesto intruso sobrevalorado?
    Este comentario mío no es apolítico, “me pone la cabeza mala”, podría hasta evitarlo, distanciarme. Creo que nos estamos desviando de nuestras prioridades*. Hace muchos años que en Cuba sólo se hace, y ahí están los resultados, lo que dicten los entramados oficiales y su política unidireccional de máximo líder infalible, impuesto y reinterpretado. Este concierto, si es una iniciativa paralela, aun pasando por los canales y filtros de aceptación acostumbrados, no debería molestar tanto. Parece, se puede deducir, que otros podrían proponerse en alternativa ideas, acciones similares. Entonces, he aquí el conflicto, uno de ellos. Si se puede hacer un concierto por la paz en la antigua Plaza Cívica de la República de Cuba. ¿Por qué está estigmatizado cantarle a la libertad exigiéndola, si se le estima ausente, en la Plaza de la Revolución?
    *Se está reclamando pacíficamente “Jama y Libertad” entre otras opciones. Yo lo tengo bien claro, enfocado, sólo nos reorientará hacia un horizonte de posibilidades impredecibles sí, pero normalizantes de seguro siempre, el que se declare, como mismo se hizo ya una vez en 1956 bajo la otra tiranía del sargento devenido general… abriendo el camino al cambio de estos cincuenta últimos años, una AMNISTÍA selectiva reivindicativa y que se propicien las condiciones para celebrar, controladas de una vez las elecciones presidenciales prometidas al inicio del triunfo revolucionario, entonces secuestrado, por los que hoy dictan nuestros destinos inciertos e irrevocables en apariencia.
    Siento mucho tanta solemnidad. “Si tú te vas yo no podré cantar canciones esas que un día hice para ti…, chalalalá…”

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