La mejor grabación que dejó Carlos Embale fue a mi entender las del disco Festival in Havana grabado por Odilio Urfé en 1955. En su versión digital al menos, su calidad es muy superior a los guaguancós que grabara con la EGREM en las décadas siguientes. Se trata de una especie de proyecto arqueológico del Instituto Musical de Investigaciones Folklóricas que llevó a cabo el musicólogo cubano grabando algunas de las piezas más emblemáticas de la cultura musical negra urbana de la isla: congas, rumbas y guaguancós entre las que destacan las famosísimas "La chambelona", "Tumba la caña" y "Ave María morena". En el disco es acompañado por Oscar “Florecita” Velasco, trompetista legendario del carnaval habanero quien sirviera de inspiración y reto a instrumenstistas posteriores como Félix Chapottín y Chocolate Armenteros. El caso de Embale me parece especialmente desafortunado porque siendo una de las mejores voces de la música popular cubana siempre le faltó el reconocimiento y las grabaciones que sus virtudes musicales le hacían merecer. Aunque su asociación con el Septeto Nacional le dio bastante audiencia mientras vivía Embale llevó el estigma de ser músico para viejos convirtiéndose, en plena madurez creativa, en una especie de reliquia del pasado. Luego y por muy poco no pudo montarse en la ola del Buenavista Social Club donde hicieron fortuna cantantes muy inferiores. Sospecho que aparte de la fortuna a Embale le faltó la personalidad para imponerse en un medio especialmente adverso pero esa es una especulación muy poco productiva. Por suerte al menos nos dejó con grabaciones como estas que les pongo a continuación:
Consuélate como yo
Dónde estabas anoche
Última rumba
Sí, exacto, eso es lo que me parecía a mí de chama: un cantante para viejos. Y no es extraño, pues su estilo purista cuidaba de la entonación cañenga, tan típica de la música afrocubana original. (La culpa es de los hacendados, que dejaban cantar a los esclavos vejetes mientras los negrones de viril voz la desperdiciaban tumbando caña.)
ResponderEliminarlo curioso Guicho es que el tipo nacio en 1923, o sea, 4 años despues que el Benny (1919) y 9 que Roberto Faz pero siempre se le encasillo con los mas viejos.
ResponderEliminar♫♪esta es la rumba buena que yo canto en mi solar♫♪oh voz, que tronco de voz!♫♪gracias Enrique por estos sábados de la rumba virtuales...y en cierta medida tienes razón, le faltó personalidad pero su fortuna fue su voz...lástima que no se alinearan para un final mejor...
ResponderEliminarIda
Creo, no sé bien, que parte de lo que pudo haber pasado es una cierta decantación en que el formato de septeto se vendiera como "tradicional", así como la rumba y los conjuntos de claves líricas se consideraban
ResponderEliminar"folclóricos", pero donde ambos calificativos conllevaban el significado de "pasado". Eso, muy aparte de modas de época, etc.
No recuerdo, por ejemplo, que el bolero padeciera de tales calificativos, y ello a pesar de que boleristas como Lino Borges. Fernando Álvarez y Roberto Sánchez resultaran poco menos que ignorados para un par de generaciones entre los setenta y los ochenta (si bien, por otra parte, Tejedor era un ídolo entre muchos de mis condiscípulos en la secundaria, al igual que los "mosaicos" de Los Latinos o Rumbavana).
Y tampoco creo que tales califcativos se aplicaran, al menos con tales connotaciones, para la música bailable de las orquestas. La charanga de la Aragón se tenía en un trono aparte, pero tampoco cayó en la "tradición" con la que se asumieron otros grupos e interpretes como El Septeto Nacional y Los compadres (nada menos que con Lorenzo Hierrezuelo, el gran segundo de Maria Teresa Vera).
Creo que es parte de lo que pudo suceder con Embale. En realidad,, me parece que debe haber muchos otrs factores más sólidos que estos, pues a lo mejor muchos de estos "olvidados" sí tuvieron un gran público, incluso de jóvenes, pero sencillamente no eran íconos de la televisión o la radio "nacionales", o los hacían aparecer como reliquias o rarezas.
Emilio García Montiel
Asi na' ma'!
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