El Tono de la Voz publica una especie de carta abierta de Hugo M. Cancio en el que se pregunta qué nos pasa a los cubanos. Al parecer no entiende por qué en Miami la gente estalla con provocaciones como las que soltó Pablo FG semanas atrás. Supone que la reacción sólo se puede explicar porque “varios presentadores de radio y televisión locales se lanzaron como aves de rapiña a despellejar en tiras, no tan solo la imagen del afamado artista o la del efímero promotor, sino la imagen del pueblo cubano al irresponsablemente exhortar a la intolerancia y la apatía” o por algún un desarreglo mental que afecta a los cubanos en Miami. Por un lado necesito que el propio autor me explique eso de “al irresponsablemente exhortar a la intolerancia y la apatía” (como sabemos la apatía es una actitud dificilmente exhortable). Por otro puedo aclararle que en el asunto del músico los cubanos no actuaron más que como cualquier otra comunidad en este país que por un razón más o menos legítima se siente ofendida. Así de ofendidos reaccionaron los negros norteamericanos con la emisión de un sello mexicano de un personaje negro de caricaturas que a ellos les pareció ofensivo y en México resulta un ícono popular, como ofendidos reaccionan otros cuando creen que cualquier medio masivo difunde algo ofende la imagen de su comunidad. En ese caso los cubanos de Miami no reaccionaron por razones muy distintas a la de cualquier otro grupo en casos similares: la ideología es lo de menos, lo importante es marcar el territorio. No se protesta masivamente por lo que cada día se dice en La Habana pero permitir que se diga en Miami sentaría muy mal precedente. Como mismo que los cubanos no somos especiales no debemos pretender ser menos sensibles a las ofensas que cualquier otro grupo del vasto tejido étnico que conforma este país.
Estoy plenamente de acuerdo con Cancio cuando dice que “son más las cosas que hoy nos unen [a los cubanos dentro y fuera de Cuba] que aquellas que nos separan”. Nos unen muchas cosas y nos separan apenas dos: la geografía y la política. Con la primera no podemos hacer mucho pero la segunda -a menos que lo consideremos un hecho sobrenatural- siempre podremos intentar algo. Algo nos pasa a los cubanos y ese algo es la dictadura unipersonal más extensa de la Historia moderna y esa, ahora con el relevo fantasmal de Compay Segundo (o sea, el hermano del Compañero en Jefe) no se ha acabado. Y si los cubanos de Miami, Madrid o Estocolmo tienen que pedir permiso para viajar a su propio país por un limitado número de días no es por cuatro viejos gritones que toman café en el Versailles. Si los cubanos de todas partes no pueden hacer negocios en Cuba o los de la isla no pueden acceder libremente a internet o a las publicaciones que deseen no se deberá en ningún caso a los berridos de Pérez Roura. Hoy seremos “más los que emigramos por razones económicas y sociales que por asuntos políticos” pero poco importan las razones que cada cual aduzca para salir de Cuba si al final el gobierno de su país trata a todos básicamente como desterrados y a los que emigran les permiten ir sólo de visita. No se puede “comenzar a cicatrizar heridas” cuando otros se ocupan en Cuba no de hablar de heridas pasadas sino de mantener frescas las del presente. No importa el deseo que tenga Cancio de ayudar a su familia o yo a la mía si las ayudas son o impedidas o gravadas con impuestos exhorbitantes. No importa que un médico o un deportista se trate de ir de Cuba por razones estrictamente profesionales porque al final se le tratará como desertor. “Hagamos un llamado a nuestra identidad nacional” nos dice Cancio -sin explicar bien cómo se convoca una identidad- para exigir de inmediato que “nuestro amor por Cuba y su pueblo debe ser incondicional”. Al final ningún amor es incondicional a menos que se le confunda con el masoquismo más extremo. No lo discuto como opción personal –cada cual que encuentre el placer donde pueda- pero no creo que esté bien que el señor Cancio exhorte a sus compatriotas, por mucho amor que diga profesarles, al masoquismo colectivo.
Si se fijan ninguna de las restricciones a las que aludo supondrían, de desaparecer, que el régimen cubano perdiera su bien conservada condición de dictadura. Ha habido muchas dictaduras que toleraban la libre circulación de sus ciudadanos, o el ejercicio de la libre empresa o el derecho a trabajar en el extranjero sin que pudiera dudarse de su carácter autoritario pero la nuestra al menos en lo que respecta en el control de los seres humanos y ciertas especies de cuadrúpedos es realmente excesiva. Como excesivo, imagino, le parecerá a Cancio que hoy mismo salga a la calle un puñado de compatriotas suyos a pedir respeto de los derechos humanos. Por algo tan elemental sin dudas serán ofendidos y golpeados por otros no menos compatriotas que sin embargo no comparten ese amor al paisano que inflama el pecho de Cancio. Más excesivo aún será que alguien exija democracia, elecciones libres y exquisiteces por el estilo cuando los compatriotas deberíamos amarnos o al menos tolerarnos con sólo poner un poco de nuestra parte sin aspirar a cambios que quién sabe qué nuevos males nos pueda traer (“Change” en Estados Unidos donde las cosas andan tan mal pero en Cuba con una manito de pintura será más que suficiente). Y le pido a Cancio que no tome a mal lo que digo. Después de todo somos paisanos.
Estoy plenamente de acuerdo con Cancio cuando dice que “son más las cosas que hoy nos unen [a los cubanos dentro y fuera de Cuba] que aquellas que nos separan”. Nos unen muchas cosas y nos separan apenas dos: la geografía y la política. Con la primera no podemos hacer mucho pero la segunda -a menos que lo consideremos un hecho sobrenatural- siempre podremos intentar algo. Algo nos pasa a los cubanos y ese algo es la dictadura unipersonal más extensa de la Historia moderna y esa, ahora con el relevo fantasmal de Compay Segundo (o sea, el hermano del Compañero en Jefe) no se ha acabado. Y si los cubanos de Miami, Madrid o Estocolmo tienen que pedir permiso para viajar a su propio país por un limitado número de días no es por cuatro viejos gritones que toman café en el Versailles. Si los cubanos de todas partes no pueden hacer negocios en Cuba o los de la isla no pueden acceder libremente a internet o a las publicaciones que deseen no se deberá en ningún caso a los berridos de Pérez Roura. Hoy seremos “más los que emigramos por razones económicas y sociales que por asuntos políticos” pero poco importan las razones que cada cual aduzca para salir de Cuba si al final el gobierno de su país trata a todos básicamente como desterrados y a los que emigran les permiten ir sólo de visita. No se puede “comenzar a cicatrizar heridas” cuando otros se ocupan en Cuba no de hablar de heridas pasadas sino de mantener frescas las del presente. No importa el deseo que tenga Cancio de ayudar a su familia o yo a la mía si las ayudas son o impedidas o gravadas con impuestos exhorbitantes. No importa que un médico o un deportista se trate de ir de Cuba por razones estrictamente profesionales porque al final se le tratará como desertor. “Hagamos un llamado a nuestra identidad nacional” nos dice Cancio -sin explicar bien cómo se convoca una identidad- para exigir de inmediato que “nuestro amor por Cuba y su pueblo debe ser incondicional”. Al final ningún amor es incondicional a menos que se le confunda con el masoquismo más extremo. No lo discuto como opción personal –cada cual que encuentre el placer donde pueda- pero no creo que esté bien que el señor Cancio exhorte a sus compatriotas, por mucho amor que diga profesarles, al masoquismo colectivo.
Si se fijan ninguna de las restricciones a las que aludo supondrían, de desaparecer, que el régimen cubano perdiera su bien conservada condición de dictadura. Ha habido muchas dictaduras que toleraban la libre circulación de sus ciudadanos, o el ejercicio de la libre empresa o el derecho a trabajar en el extranjero sin que pudiera dudarse de su carácter autoritario pero la nuestra al menos en lo que respecta en el control de los seres humanos y ciertas especies de cuadrúpedos es realmente excesiva. Como excesivo, imagino, le parecerá a Cancio que hoy mismo salga a la calle un puñado de compatriotas suyos a pedir respeto de los derechos humanos. Por algo tan elemental sin dudas serán ofendidos y golpeados por otros no menos compatriotas que sin embargo no comparten ese amor al paisano que inflama el pecho de Cancio. Más excesivo aún será que alguien exija democracia, elecciones libres y exquisiteces por el estilo cuando los compatriotas deberíamos amarnos o al menos tolerarnos con sólo poner un poco de nuestra parte sin aspirar a cambios que quién sabe qué nuevos males nos pueda traer (“Change” en Estados Unidos donde las cosas andan tan mal pero en Cuba con una manito de pintura será más que suficiente). Y le pido a Cancio que no tome a mal lo que digo. Después de todo somos paisanos.
¡¡Muy bueno Enrique!!
ResponderEliminarTienes las ideas muy claras.
Ese es el camino...
Enrisco:
ResponderEliminarEl resentimiento y el odio nos consume como pueblo. La estupida clasificación de Cubano de adentro y Cubano de afuera (que a su vez se subdivide en Cubano de Miami y Cubano del Mundo) es la cara del resentimiento, la envidia y sobre todo la ignorancia.
El desconocimiento sobre Miami ha creado el estereotipo del Cubano de Versalles, al que todos miran con reselo. Cuando en realidad no es mas que un títere de la industria del sentimiento y de la politiquería mímense. Muchos en el exilio consiente o inconscientemente le hacen el juego al régimen manteniendo la división entre los cubanos buscando relevancia política o ventaja económica.
El gobierno Cubano conoce al exilio mejor que ellos mismos y sabe como hacerlos saltar para hacer mas clara su definición de intolerantes y mafiosos.
Al final del camino escribir sobre Cuba se me hace en ocasiones agotador y doloroso. Por que siento ser un peón las manos de La Habana y Miami.
Y cual es el problema con Paulo FG? El hombre djo lo suyo como mismo tienen los otros derecho a no gustarle lo que dijo.O los "buenos" tienen mas derecho que los "malos" a la libertad de expresion?
ResponderEliminarMuy buena réplica a esa sarta de tonterías del "empresario musical".
ResponderEliminarA pi:
ResponderEliminarEl único problema es el juego desigual. Cuando Willie Chirino pueda ir a Cuba a dar su espectáculo y expresarse libremente en la televisión cubana, entonces y sólo entonces, será bienvenido Pablito FG en Miami. Mientras tanto: no.
cuando dices "los cubanos no actuaron más que como cualquier otra comunidad en este país que por un razón más o menos legítima se siente ofendida"
ResponderEliminarse te olvida bro que miles de cubanos llenaron los conciertos, y que se podian contar con los dedos de las manos y de los pies los que protestaban.
Yo pienso que si, a los medios de comunicacion les encanta la boberia y ver a un reportero en el aereopuerto tratando de caerle arriba fue una ridiculez mayuscula.
por otro lado acuerdate que el tio es italiano, ya no es un "musico cubano". claro que le debe todo a Fidel, como le debemos al comandante todos nosotros esa virtud de hacernos ciudadanos de paises del primer mundo y no estar gastandonos la vida en un pais del tercer mundo con altas probabilidades de ingresar en el cuarto. El coma le busco un espacio para trabajar en italia y un publico en miami, que mas?
el "canedian"
ResponderEliminarenrisco coincido con barbarito, expusiste las ideas de modo muy claro y conciso. me gusto mucho lo que escribiste.
saludos,
pd: ojala la vida diera la oportunidad de que otro "cancio" pudiera escribir una carta similar para que fuese publicada en la seccion "cartas a la direccion" que meses atras abriese el granma
Paulo FG es uno que ya no tiene como vender su musica (si alguna vez hizo alguna).
ResponderEliminarEl truco del escandalo fue util para eso, para vender los conciertos. Fue su mejor publicidad. Salio en todos los noticieros del exilio y de gratis.
De verdad creo que no habia que prestarle ninguna atencion, al marjen que tambien opino que si lo dejan ir a un programa deberian dejarlo decir lo que quiera, si no entonces estamos predicando lo mismo que los Cagastro.
Por suerte no me gusta lo que hace Paulo Fango pero creo que de gustarme probablemente hubiera ido.
Si mañana Red Hot Chilli Pepers quiere ir a Cuba y cantar en protestodromo, y decir que el coma es Dios, a mi me seguiran gustando igual.
peyo el afrocan
No me extrañan las declaraciones del sr. Hugo Cancio. Nada me extraña de él.
ResponderEliminarPregúntenle cómo terminó el pago convenido y firmado con la difunta Pilar Mínguez, a quién le alquiló accesorios múltiples para la película "Los Zafiros: locura azul". Si la srta. Mínguez hubiese sido el "Sr. Mínguez" mucho se hubiese cuidado de la burla y de "esquivar el pago y la devolución de objetos", por no llamarle de otra manera.
peyo: en lo basico estoy de acuerdo contigo, lo mas inteligente (a veces) es no hacerles mucho caso. siempre me han parecido un poco ridiculas esas manifestaciones cuando una comunidad se siente ofendida por unas declaraciones o lo que sea pero el derecho al berro (y mas si el berro se traduce de un modo efectivo) no se me ocurre discutirlo. y menos usando como argumento una idea falsa de hermandad. amenazas de bomba no, protestas el que quiera. todo tiene que ver con el tamaño de la ofensa. no se trata de ideologia sino de prueba de fuerzas y en eso los judios son expertos y no se dejan quitar un muerto a los 6 millones del holocausto. el boycott como medio de una comunidad para hacerse respetar no esta mal... siempre que funcione, lo que no es el caso de Paulito pues me cuentan que mas bien fue contraproducente. los negros en Montgomery se negaron a coger el transporte publico despues de lo de Rosa Parks y por ahi empezo el movimiento de los derechos civiles. en cuanto a lo individual cada uno con lo suyo, que haga como le parezca. a mi, te confieso, el gusto por Joaquin Sabina se me agrio un poco cuando se nego a cantar "El muro de Berlin en La Habana" (y eso que venia oyendolo desde el 85) pero por otro lado por mal que me caigan Sean Penn o Danny Glover fuera de la pantalla no me interesa privarme de sus actuaciones. en fin, cada cosa una a una y en detalle.
ResponderEliminarQuerido Anonimo,
ResponderEliminarDejo a Gandi(en version libre) responderte por mi:
"Si todo el mundo aplicase la politica de ojo por ojo, la humanidad quedaria tuerta"