martes, 23 de septiembre de 2008

“Courage is elegance”


“Courage is elegance” dijo el viejo novelista anoche en un inglés ajeno y cansado. Antonio Lobo Antunes hablaba en una Universidad neoyorkina para una treintena de personas. El pretexto era la presentación de su última novela pero en el primer callejón de su monólogo torció a hablar de la vida, un tema que lo apasiona sin que consiga alegrarlo. Hablaba con la calma de quien ha sobrevivido a una guerra, a un cáncer y a largos años de ejercicio como médico en un hospital psiquiátrico guiado por la brújula incierta de la literatura. Dijo que no creía en los políticos desde el día en que le oyó confesar a un presidente que había ordenado guerras que se sentía afortunado de no haber estado en ninguna. De guerras habló, de la que le tocó en Angola como parte del ejército colonial portugués, una guerra en la que nadie creía pero que ningún soldado se atrevió a discutir. En su lugar leían a Victor Hugo y hablaban de poesía para sentir que les regresaba algo de la humanidad que habían gastado en los combates. Habló entonces de que incluso en una guerra en la que no se cree se debe demostrar coraje. Y a continuación soltó la frase: el coraje es elegancia. No lo dijo como quien descubre una frase bella sino como si hablara consigo mismo y se rindiera a una evidencia que no vale la pena resistir. No era una defensa lateral del honor al que antes había confesado no tenerle mucho aprecio. Le bastó mencionar ese coraje despojado de sentido y sin otro valor que el de su belleza sobria para recordarnos la fealdad de la cobardía.

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