viernes, 28 de junio de 2024

Un debate sin salida


No por ser una confirmación de lo que parecía inevitable desde hace tiempo lo que se vio anoche en el debate presidencial alcanza la dimensión de terrorífico. De un lado un señor zafio y delincuencial que se siente por encima de todo y de todos, y no tiene la menor intención de dar cuenta al pueblo norteamericano de sus actos o de sus ideas, a menos que se cuente como idea su autopercepción de que él es lo mejor que le ha podido pasar al universo. De otro lado un ser absolutamente senil que no arroja dudas sobre lo que podrían ser sus próximos cuatro años de mandato en el caso dudoso de que alcanzara de nuevo la presidencia: queda clarísimo de que ni su cuerpo ni su mente están a la altura del reto que representa dirigir a los Estados Unidos en los tiempos que vivimos.

No se trata, como en otros casos de elegir entre dos males el menor: dado lo visto ayer estamos abocados a elegir entre dos versiones del mal mayor que es el caos, ya sea encabezado por quien no dudó en instigar a sus partidarios a asaltar el congreso el 6 de enero de 2021 o por quien no se le puede encargar siquiera que apague las velitas de su próximo cumpleaños.

Si es penoso y terrorífico que esto ocurra en cualquier es mucho más preocupante que se trate del país que se precia de ser todavía la primera potencia mundial. Que un país de más de 330 millones de habitantes sea incapaz de generar dos candidatos medianamente presentables es una tragedia no solo para Estados Unidos sino para la democracia y el equilibrio del planeta. Los partidarios de uno y otro bando podrán lanzárseme al cuello cuando lo verdaderamente preocupante es el hecho de que no tenemos nada mejor que escoger.

Discúlpenme la obviedad.

2 comentarios:

  1. Esta es una de las razones de la proliferación de páginas Web sobre asociaciones de "expats" norteamericanos, desde México hasta Singapur. Saludos.

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  2. Un escrito lúcido y certero. Es difícil explicar y comprender cómo se ha llegado a una situación social de "perder-perder". Pero es un hecho, aunque muchos se nieguen a reconocerlo y pocos propongan algo por enmendarlo. In God We Trust?

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