miércoles, 16 de octubre de 2024

Discurso conmemorativo por el (?) aniversario del natalicio de Alexis Romay.



La ocasión que nos convoca aquí es excepcional en muchos sentidos. Por una parte, se trata de homenajear al más perfecto de los ejemplares humanos que nos haya sido dado a conocer. Pero digo humano y ya siento que me quedo corto. Es que hablamos nada menos que del insuperable Alexis Romay, el Leonardo Da Vinci de Cayo Hueso, el Supermán de Belascoaín y Neptuno y no diré que es el mejor escritor cubano vivo porque seguramente Orlando Luis Pardo Lazo que no se dejará arrebatar el título por mucho que este no sea su cumpleaños.
Como decía, en ese revoltijo de perfecciones que es el hijo de Vicky Romay se reúnen el escritor incomparable (excepto con Orlando), el poeta prodigioso, el traductor único, el insuperable educador de nuevas generaciones de gringos hispanohablantes y anticastristas, el músico irrepetible, el campeón de ajedrez supersónico, el nadador incansable, el jonronero que haría avergonzarse a Barry Bonds y sus esteroides, el pitcher imbateable al menos para los dos primeros rivales que se enfrenta, el repentista sin arrepentimientos y el que, si no fuera por Inma, sería el soltero más apetecido por jóvenes, viejas y algún que otro anciano.
Hablo del más entrañable y entusiasta de los amigos, de quien compite con Don Quijote en ser escudo de los desamparados, protector de doncellas y refugio de las viudas, además de ser conductor de los descarriados que no tenemos carro (o si lo tenemos no nos atrevemos a sacarlo del parqueo). Hablo del abrazador de los pitchers que soportan sus jonrones y de los que lo ponchan como así abraza a los que poncha o le batean jonrones. Hablo del infatigable cazador de octosílabos, de quien nada millas en mar abierto mientras imagina el argumento de sus próximas novelas, del profesor adorado que pasa la lista a ritmo de bossa nova, del bailador excelso, del que recita la Divina Comedia en toscano antiguo y a Borges en esperanto, del que rectifica a Cervantes en español, a Shakespeare en inglés y a Chico Buarque en portugués, del que entretiene a los niños con juegos matemáticos que estos no saben si resolverlos o denunciar a Alexis a la policía como acosador intelectual.
Hablo de ese ser que maneja un carro con una caja de cambios para entretener la mente y no se le vaya a ocurrir otra novela mientras maneja. De quien batea jonrones con ambas manos y los batearía a tres si las tuviera, aunque de sobrarle alguna mano la usaría para filmarse bateando un jonrón, una de las poquísimas hazañas que no ha conseguido hasta ahora (junto a la de escribir una décima que no contenga las palabras “patria” y “vida”). Porque la infinita modestia de Alexis Romay no le impide reconocer lo admirable que es ser él mismo, y lo cruel que sería privar al resto de la humanidad del espectáculo de su gloria. Y en esa admiración lo acompañamos todos nosotros en la medida que es posible porque no dejamos de reconocer que el tener el privilegio de contar con un superhéroe que no cabe en este estado, ni en este país, ni en este planeta, alguien que pasea su grandeza en medio de la vulgaridad de nuestras fiestas y juegos de pelota, a veces puede ser un tanto agotador.


Por otra parte, no se trata solo de celebrar la grandeza de Alexis sino también de reconocer nuestra envidia de no ser como él. Si todo lo anterior no fuera de por sí abrumador tendremos que admitir que, por muchos cumpleaños que le celebremos al hijo de Vicky Romay, este ha heredado de su bella progenitora el don de no envejecer. El Leonardo de Cayo Hueso tiene ahora tantas arrugas como las tenía cuando nació, solo que con más pelo. Tal pareciera que mientras el planeta da una vuelta completa alrededor del sol para el resto de la humanidad, en el caso de Alexis la Tierra se dedica a trotar en el lugar. Pero al Supermán de Belascoaín no le basta con no dar pistas de su edad biológica sino que encima nos oculta la cronológica. No conforme con no envejecer físicamente pretende librarse de las cadenas del tiempo. Y como nadie sabe la edad del Jilguero de New Jersey todos especulan. Mientras Alexis se regocija cuando alguien calcula que tiene veinticinco años otros envidiosos comentan que en realidad tiene el doble o hasta el triple. Alguno hasta ha llegado a especular que Alexis es medio hermano de Cecilia Valdés -fruto de las relaciones extramaritales de Don Cándido Gamboa con Vicky Romay- y que le vendió el alma al diablo -o a Shangó- para seguir eternamente joven por los siglos de los siglos, amén. De ser cierto nuestro homenajeado de hoy estaría cumpliendo más de doscientos años lo cual explicaría cómo es que ha podido acumular tantos conocimientos y habilidades.
Es por todo eso que en nombre de todos conmino a Alexis Romay a salir de su clóset cronológico así como Ricky Martin salió del suyo. Alexis: no te resistas. Considera las ventajas que te traería revelar un secreto tan bien guardado: salvarías el honor de Vicky ante los que la acusan de asociarse carnalmente a un traficante y explotador de esclavos como Don Cándido Gamboa. Y hasta salvarías el honor de Inma, a quien ya no la podrían acusar de corruptora de menores. Piensa en las caras de asombro de tus interlocutores al contrastar tu edad biológica con la cronológica. ¿Qué son los diez quinquenios o la raíz cuadrada de 2500 años comparados con los más de dos siglos que otros te achacan? Piensa en Ricky Martin y en los 14 años que lleva viviendo felizmente fuera de su closet. ¿Qué destino te puede esperar una vez que reconozcas que tienes ochenta años? ¿El asilo de ancianos? Pues allí te iremos a visitar alegremente cada domingo. Porque para querer a alguien como tú, querido hermano, nos sobran tus infinitas virtudes y nos bastan tu energía pura y sana y tu amor por tus amigos, por la patria y por la vida.
¡Díaz Canel!: singao

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