Caricatura de Alen Lauzán |
Por Enrisco
La disyuntiva no es si hay que boicotear la copa del mundo en Qatar. El verdadero problema es por cuál de las tantas razones que existen debemos dejar de ver el mundial del 2022. Enumero las más evidentes.
-Porque los qataríes sobornaron a toda la FIFA para obtener la sede del mundial.
-Por haber sobornado al resto de la humanidad (incluidos los fanáticos que asistirán a los juegos con los gastos pagos).
-Por los 6500 trabajadores que murieron construyendo las instalaciones de la competencia.
-Por los innumerables derechos humanos que se violan allí cada día ya sean los de las mujeres, los del movimiento LBGTIQ+ o los de los fabricantes de chicharrones.
-Por la prohibición de tomar alcohol.
-Por establecer la competencia -y el país- en medio del desierto.
-Por las tremendas desigualdades económicas existentes entre los qataríes… y el resto de nosotros.
-Por celebrar el mundial en pleno curso escolar.
-Por invitar a Maluma a cantar en la inauguración de los juegos.
Como ven sobran los motivos. Desde haber desplazado en la lucha por la sede a países menos favorecidos como Japón o Estados Unidos hasta poner a los futbolistas a jugar en lo que los meteorólogos definen como una “subsede del infierno” pasando por los derechos de los alcohólicos a maltratarnos el hígado como mejor entendamos. O porque la gran mayoría de la humanidad reciba menos dinero por matarse trabajando de sol a sol que el qatarí promedio por no hacer nada.
No obstante, al mundial Qatar le han salido defensores. Sin ir más lejos el actual presidente de la FIFA, el ítalo-suizo Gianni Infantino, acusó a Occidente de “hipocresía” por las críticas y añadió que Europa “debería pedir perdón por los últimos 3000 años antes de dar lecciones morales” seguramente en referencia a las continuas violaciones de los derechos humanos de los gladiadores en el coliseo romano. Otros, como el gobernante ruso Vladímir Putin agradece la oportunidad de que en el próximo mes pueda lanzar alguna que otra bomba atómica en Ucrania sin llamar la atención de la humanidad, concentrada en la repetición de las mejores jugadas del día, y hasta sin levantar sospechas sobre quién fue el autor del ataque. Habrá quien diga incluso que en Qatar a las mujeres se les trata de maravillas y que el velo femenino se estableció para prevenir las pandemias mucho antes de que la hipócrita humanidad se haya cubierto la cara con mascarillas a causa del covid.
Maluma, en cambio, no se ha defendido ni él. Todo lo que respondió al ser cuestionado fue: “Solo vine aquí para disfrutar la vida, disfrutar el fútbol y la fiesta del fútbol”. Y con “fiesta del fútbol” quiere decir los cheques de los jeques, por supuesto.
En mi caso personal todas las razones enumeradas para boicotear los juegos me parecen perfectamente atendibles, pero ninguna más decisiva que la penúltima: la de celebrar la competencia en pleno curso escolar. Llevo diez mundiales -o sea, cuarenta años- deteniendo mis actividades habituales para seguir los juegos por televisión. Por si fuera poco, desde el 2010 venía escribiendo una breve reseña de todos los juegos disputados. Pero hasta aquí llegué: por mucho que me guste el fútbol no permitiré que mi amor por el deporte interfiera con mis principios. Esta vez he decidido imponer mi más enérgico boicot los lunes, miércoles y viernes que dure el mundial. Se objetará que mi boicot coincide con los días que imparto clases en la universidad y es cierto, se trata de una increíble coincidencia. El resto de los días me comprometo a ver los partidos con el gesto fruncido pensando en los derechos de todos los seres humanos que sufren en manos del régimen qatarí y de Maluma incluidas las mujeres, la comunidad LBGTIQ+, los amantes de la cerveza y los fabricantes de chicharrones.
Me perdonan, pero aparte de que la FIFA es evidentemente MUY receptiva a dinero, venga de donde venga, estimo que un juego--perdón, deporte--que puede endiosar a un atorrante como Diego Maradona ya tiene serios "issues," al decir de los americanos. Por supuesto, para gustos hay colores.
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