Hará unos quince años que un amigo muy querido me pidió un guion para un corto de ficción que quería realizar. Sería una producción muy modesta con pocos personajes y locaciones, todas en Miami. Se me ocurrió situar la historia en esos asilos de ancianos que acá llaman “homes” y que desde que los describiera Guillermo Rosales en Boarding home han pasado a ser carne literaria de la más íntima posible. Supuse un grupo de cubanos viejos, muy distintos entre sí aunque con un par de obsesiones comunes en torno a una mesa de dominó. Hastiados de los malos manejos del “home” casi sin querer terminan tomándolo y secuestrando al administrador. Viven en un Miami post-Castro aunque los han mantenido durante medio año ignorantes de la muerte del dictador. De más está decir que el guion nunca se llegó a filmar y desde entonces dio vueltas en los archivos de mis computadoras sucesivas hasta que lo perdí de vista.
Lo que siempre me gustó de la historia era el personaje de Osvaldo Rodríguez que -si lo lográbamos convencer- sería interpretado por él mismo. Daba este guion por perdido pero anoche lo rescaté. Ahora, para evitar que desaparezca de nuevo, lo publico aquí.
Home Paraiso
(Mientras ruedan los créditos aparece en una pantalla de televisor una escena de un talk show. Unos guardias del programa aguantan a un hombre que le grita a su padre).
Hombre: Como te vuelvas a meter en mi vida te mato.
Enfermero: No hay más televisión por hoy. Órdenes de Gutiérrez.
(Fin de los créditos. Se oscurece la pantalla y luego el plano se abre y muestra a cuatro viejos jugando dominó. Mientras juegan hacen comentarios).
Hatuey: La comida está mala. El siete.
Antonio: Sí malísima. Me doblo. Ese pescado era sólo espinas.
Hatuey: No. Hablo de Cuba. Allá la comida sí está mala. Un sobrino me escribió.
Máximo: Ya se está dando importancia. Un sobrino le escribió.
Hatuey: Envidia que me tienes que a ti no te escriben ni en la historia clínica.
Máximo: Claro porque no tengo todos los achaques que tú tienes.
Antonio: Pues la comida aquí también está malísima. Paso.
Camilo: ¿En Miami?
Antonio: No, aquí en el home. Me doblo en el ocho. Yo creo que Gutiérrez se ha puesto de acuerdo con el gobierno para cogerse todo el dinero que nos mandan.
Máximo: No tiene sentido. Que el gobierno se ponga de acuerdo con Gutiérrez para robarse el dinero que el gobierno nos manda, digo.
Chibás: [es el más viejo de todos. Está sentado, a diferencia de los demás, en una silla de ruedas] ¿Quién es Gutiérrez ese? ¿Otro comunista?
Osvaldo: ¿Otro comunista? ¿No les basta conmigo?
Antonio: Osvaldo, ¿tú no decías que le cantabas a los comunistas obligado?
Osvaldo: Sí, pero ya estoy tan acostumbrado a que me digan comunista que siempre pienso que es conmigo.
Máximo: No te cojas todo para ti Osvaldo. Hay gente que estuvo allá hasta última hora y luego vienen acá a que el gobierno les dé acogida.
Camilo: Si lo dices por mí yo no le pedí acogida al gobierno. Yo vine a visitar a mi hijo y me quedé. Luego el apartamento que tenía él era muy chiquito y tuvo que mandarme para acá.
Chibás: ¿Y entonces? ¿Te entregó a los comunistas?
Máximo: Chibás, Gutiérrez no es comunista. Gutierrez es el dueño del home. Comunista es Antonio que se pasa la vida criticándolo todo.
Antonio: Si tú lo dices.
Hatuey: Oye, tú no puedes decir eso de Antonio que ese sí que está probado. A ver Antonio enséñale la cicatriz. Veinte años nos metimos juntos en prisión. Antonio fue el que me puso Hatuey.
Máximo: ¿Por qué? ¿Por el indio?
Antonio: No, por la cerveza. Siempre decía que lo primero que iba a hacer cuando saliera era tomarse una Hatuey.
Hatuey: Total, que cuando salimos no se podía encontrar una Hatuey por ningún lado.
Osvaldo: Antonio, déjame palpar la cicatriz.
Antonio: Oye Osvaldo, con el cuento de que eres ciego te pasas la vida tocando a todo el mundo.
Osvaldo: ¿Cuento de qué? Díganme comunista pero si me quitan lo de ciego ahí mismo me fajo.
Camilo: ¿Eso cuándo te lo hiciste? ¿Cuando estabas alzado contra Batista o contra Fidel?
Antonio: Contra uno de los dos. Fue hace tanto tiempo que ya me da igual.
Máximo: No da igual. Cuando Batista por lo menos se podía comer bien.
Chibás: ¿Y quién es Batista? ¿El anterior dueño del home?
Máximo: No Chibás. Batista era el presidente de Cuba.
Hatuey: Presidente no. Dictador. Que yo he estado siempre contra las dictaduras.
Máximo: Sí, un revolucionario. Por eso estamos como estamos.
Hatuey: Estamos como estamos no por revolucionarios sino por aguantones.
Antonio: Sí. Ahora deberíamos alzarnos contra la dictadura de Gutiérrez.
Chibás: ¿Pero el dictador no es Fidel?
Hatuey: El de Cuba. Gutiérrez es el del home.
Osvaldo: Hace un tiempo yo oí que estaba enfermo.
Máximo: ¿Quién? ¿Gutiérrez?
Osvaldo: No. Fidel.
Antonio: Hay que hacerle caso que los ciegos tienen muy buen oído.
Hatuey: Tengo unas ganas que se muera…
Antonio: ¿Fidel o Gutiérrez?
Hatuey: Da igual.
(Chibás hace ademán de preguntar por Fidel o por Gutiérrez pero se arrepiente)
Máximo: No da igual. Con Gutiérrez por lo menos podemos hablar lo que nos dé la gana. Fidel ni siquiera nos deja regresar a Cuba.
Hatuey: No le digan Fidel, díganle Castro que parece que es amigo nuestro.
Antonio: Gutiérrez no nos deja ni ver las noticias.
Máximo: No es lo mismo. Él lo hace para no darnos disgustos. El mundo está del carajo. Si Castro se muere podremos regresar a Cuba, pero si Gutiérrez se muere nos quedamos en la calle.
Hatuey: Eso sí estaría bueno.
Máximo: ¿Vivir en la calle?
Hatuey: No, que Castro se muera y pudiéramos regresar a Cuba.
Antonio: ¿Y de qué tú piensas vivir allá Hatuey?
Hatuey: Me voy para casa de mi sobrino que era mi casa antes. Con mi pensión de aquí allá vivo como millonario.
Antonio: Ya me imagino. Contratando enfermeras jovencitas para que te den atención todo el día.
Hatuey: Yo te digo que nada más que la sola idea de salir por las mañanas a comprar el pan
me hace agua la boca.
Camilo: No te hagas ilusiones Hatuey, que cuando aquello cambie tus 400 dólares no te van alcanzar para nada.
(Entra Gutiérrez)
Gutiérrez: ¿Cómo está todo por aquí?
Máximo: Bien señor Gutiérrez. Aquí, hablando entre amigos.
Gutiérrez: ¿Seguro que por aquí no hay ningún comunista?
Hatuey: Bueno, para ser hijo de puta y ladrón no hace falta ser comunista.
Máximo: Eso mismo es lo que dicen todos los comunistas.
Gutiérrez: Eh, ¿qué pasa? No se vayan a fajar ahora. Reserven esas fuerzas para cuando sea necesario.
Camilo: ¿Es verdad que Castro está enfermo?
Gutiérrez: Esos son rumores. Pero díganme, ¿qué les parece el juego de dominó que les compré?
Antonio: Está bien para matar el tiempo. Algo hay que matar.
Gutiérrez: Bien pero no se peleen ni me armen bulla que van a molestar al resto de la gente.
Máximo: Usted dirá revivir. Porque esos viejos están casi muertos.
Gutiérrez: Bueno, los veo dentro de un rato. (se va)
Chibás: ¿Ese era Gutiérrez? Yo lo hacía con barba.
Máximo: El de la barba es el otro, el dictador.
Antonio: Bueno, este también es un dictador.
Hatuey: Qué clase de pendejo me has salido. ¿Así que ahora dictador? (imitando a Antonio). “Está bien para matar el tiempo. Algo hay que matar.”
Antonio: ¿Y tú? “Para ser hijo de puta no hay que ser comunista”. Si eres tan guapo por qué no le dijiste que el pescado que dieron hoy era una mierda.
Hatuey: Él se dió cuenta que lo de hijo de puta y ladrón era con él.
Antonio: Sí, claro…
(Se asoma a la puerta vestido con traje y corbata que trae un niño de la mano y un ramo de flores en el otro).
Hombre: ¿Saben dónde se encuentra Genaro Martínez?
Camilo: Sí, está en la habitación 12. Pero él no se ha muerto todavía. (ante la cara de sorpresa del hombre añade). Lo digo por las flores.
Hombre: (con una sonrisa falsa): Ok, gracias.
Antonio: Coño Camilo, se te fue la mano con eso de que Genaro no se había muerto todavía.
Camilo: ¿A quién se le ocurre llevarle flores al padre?
Máximo: Yo lo que creo que tú estás celoso.
Camilo: ¿Celoso yo? Es que me da la sospecha de que ese no es el hijo de Genaro nada.
Hatuey: ¿No? ¿Entonces quién es?
Camilo: Yo creo que ese es un tipo al que Genaro le paga para que lo visite.
Hatuey: ¿Y para qué?
Camilo: Para darse importancia con nosotros. Fíjense que cada vez que viene nos pregunta donde está Genaro para que lo veamos bien. Si tuviera la edad nuestra yo lo entendería ¿pero un muchacho de esa edad con tan mala memoria…?
Máximo: Coño Camilo no exageres. Tú sabes que los muchachos estos de ahora siempre están comiendo mierda y para todo tienen secretaria o un aparatico.
Antonio: Sí, en este país los muchachos siempre terminan medio jodidos. Yo creo que es algo que le echan al agua. La gente del gobierno, tú sabes…
Máximo: Volviste a empezar Antonio.
Antonio: Si el que empezó esta vez fuiste tú.
Hatuey: No, si el que va a terminar soy yo. Tranqué el juego. Y gané porque tengo el doble blanco.
Antonio: Por eso no porque yo también tengo un doble blanco.
Chibás: En mi época se jugaba con un solo doble blanco.
Hatuey: No viejo. Es que el dominó que nos compró el cabrón de Gutiérrez es una mierda. Dos dobles blancos, ¿dónde se ha visto eso?
Antonio: Y falta el doble seis. Esto es un experimento de Gutiérrez para volvernos locos.
(El niño que había aparecido anteriormente de la mano del hombre se aparece ante la puerta de la habitación.)
Camilo: ¿Qué le pasa a ese niñito? ¿Estás aburrido? ¿No quieres un juguetico?
Antonio: Déjalo. ¿Tú no ves que ni siquiera habla español?
Camilo: Tú quieres un juguetico. ¿Sí?
Hatuey: Ya esto es lo último que tengo que aguantar. Lo de las noticias o el pescado lo dejo pasar pero un juego de dominó defectuoso sí que no… ese cabrón de Gutierrez me va a oír. ¿Quién me sigue?
Máximo: Deja eso Hatuey. No te desgracies por una bobería.
Hatuey: ¿Bobería? Yo le aguanto que me robe el dinero, pero esto sí que no se lo dejo pasar…
(Camilo se aparece con una pistola en la mano)
Antonio: De dónde sacaste esa pistola.
Camilo: Es de juguete. La compré por si mi hijo me traía a mi nieto.
Antonio: ¿Y qué edad tiene tu nieto?
Camilo: No sé. Nunca viene. La pistola la compré hace años. A ver nene. Coge esta pistolita. Es un regalo.
Niño: Déjame tranquilo viejo comemierda.
Camilo: ¡Pero qué lindo! Si hasta habla español.
(El padre del niño al ver al viejo encañonar a su hijo se asusta y empieza a gritar)
Hombre: Deje a mi hijo tranquilo. Le daré lo que usted quiera.
(En ese momento sale Hatuey y sin querer empuja a Camilo a quien se le cae la pistola al suelo)
Hombre: Vamos Brian corre para acá.
(El niño corre a reunirse con su padre quien se encierra con él en la habitación más cercana. Desde allí llama por el celular a la policía).
Hombre: Policía. Aquí hay una emergencia. Un hombre ha amenazado a mi hijo con una pistola y ahora nos tienen rodeados. Envíen ayuda pronto por favor.
Hatuey: Muchacho cálmate que no te queremos hacer daño. Nuestro problema es con el dictador…
Hombre: ¿Qué dictador? Castro se murió hace seis meses.
Hatuey: No, yo hablo del dictador Gutiérrez… ¿cómo? ¡¿Que Castro se murió?!
Hombre: Sí, se murió hace seis meses.
Máximo: No, Gutiérrez no puede habernos hecho eso.
Antonio: Pues parece que sí.
Máximo: Entonces el escándalo ese que oímos meses atrás no era porque los Marlins habían ganado un campeonato.
Chibás: ¿Los Marlins? ¿Y quiénes son esos?
Camilo: Es el equipo de pelota de Miami.
Chibás: ¿Los peloteros mataron a Fidel?
Camilo: No le digas Fidel. Dile Castro.
Chibás: No me jodas que me vas a confundir.
Hatuey: ¿Dónde está Gutiérrez?
Máximo: ¿Tú crees que Gutiérrez lo sepa?
(Close up de la cara de Gutiérrez aplastada contra su escritorio)
Gutiérrez: Yo lo sabía pero no lo dije por evitarles la molestia. Ustedes están a mi cargo y no quería que les diera un infarto masivo.
Máximo: ¿Tú ves? No lo hacía por malo.
Antonio: Coño Máximo. ¿A ti qué otra prueba te hace falta?
Máximo: No si lo digo por…
Camilo: Lo primero es que nos devuelva todo el dinero de los cheques del retiro.
Osvaldo: Sí, que no he visto ni un centavo de todo ese dinero… (todos lo miran con severidad) fue un chiste. Es que no me puedo contener.
Antonio: Con ese dinero podemos alquilar un yate y desembarcar en Cuba.
Osvaldo: Sí, a mí todavía me queda público por allá.
Hatuey: Lo primero que hay que hacer es tomar el control del home. Y encerrar al cabrón de Gutiérrez.
(Ahora los viejos avanzan por el pasillo del home. Hacen un alto y Hatuey dice:)
Hatuey: A partir de ahora nosotros somos los que vamos a decidir lo que se come aquí, lo que se hace y lo que se ve. ¿Me siguen o no?
(todos asienten)
Chibás: Tú sabes que yo tengo mis problemas pero si me empujan te sigo.
Osvaldo: A mí ponme de ministro de cultura.
Camilo: A mí de ministro del interior.
Máximo: Y a mí del exterior.
Antonio: Pues ya lo único que queda libre es el jardín y el patio. Déjamelos a mí.
Hatuey: Y como primer acto de gobierno propongo ir a ver la televisión.
(Imagen de televisión)
Máximo: Por lo menos pon un canal latino.
Antonio: (al ver un reportero en pantalla) Coño ¡noticias!
Reportero: En lo que parece ser un nuevo caso de lo que se ha dado en llamar síndrome de locura cubana los pacientes de un asilo de ancianos se han rebelado en el interior de la institución que los acogía se han atrincherado en el interior de esta sin que todavía hayan hecho pública sus demandas … (esto último es casi inaudible por el comentario de Hatuey.)
Hatuey: Nos acogía un carajo, nos chupaba la sangre.
Reportero: Como pueden ver en nuestra cámara que está en este momento recogiendo imágenes del interior del asilo en donde se encuentran atrincherados un grupo de pacientes. (Se ve en el televisor la imagen de los viejos mirando la televisión).
Antonio: Mira para eso.
Osvaldo: Yo no veo nada.
Camilo: Sí, primera vez que podemos ver las noticias y la noticia somos nosotros.
Reportero: Mientras tanto, grupos especiales del FBI toman posiciones rodeando el asilo, listos para entrar en acción en cualquier momento.
Antonio: Mira, el FBI. Seguro que detrás de eso está el gobierno americano.
Osvaldo: Claro que está el gobierno. Ellos son el gobierno. A menos que Máximo diga que el FBI es una fundación sin ánimo de lucro.
Reportero: Acaban de llegar los nombres de los principales implicados en los hechos. Estos son Angel Díaz Tamayo alias Hatuey, Osvaldo Rodríguez, Camilo Valderrama, Máximo Muguercia, Antonio Alvarez y Rubén Chibás.
Máximo: Eh, pero cómo supieron nuestros nombres.
Hatuey: Seguro que fue el cabrón de Gutiérrez que está llamando por el celular del padre del niño. Camilo, ve y quítale el teléfono.
Camilo: ¿Por qué yo?
Hatuey: Porque tú eres el ministro del interior.
Camilo: Bueno, pero por lo menos dame la pistola.
Aparece en la pantalla del televisor Camilo pistola en mano gritando a las cámaras:
Camilo: ¿Y ustedes qué miran?
Imagen de apartamento pequeño donde hay una mujer con un niño en brazos.
Mujer: Yoyo, ven acá a ver esto.
Aparece Yoyo con la cara embadurnada de crema de afeitar.
Yoyo: ¿Qué cosa?
Mujer: ¿Ese no es tu padre?
Yoyo: No, qué va a ser... coño ¿qué hace mi padre ahí?
[Corte a la habitación donde están encerrados Gutiérrez y el padre y el hijo. Gutiérrez está hablando nerviosamente por el celular. Entra Camilo pistola en mano.]
Camilo: Dame acá el teléfono.
Gutiérrez: Pero si yo no...
Camilo: No, si ahora me vas a decir que estabas encargando comida china. Dámelo.
Hombre: ¿Y que van a hacer con nosotros? ¿Matarnos?
Camilo: (irónico) En realidad teníamos pensado violarlos, pero luego nos dimos cuenta que no estábamos para esos trotes. (cambiando de tono) Esténse tranquilos y no inventen nada y ya verán cómo todo sale bien. (Sale y se asegura que la puerta quede bien cerrada)
Corte a la entrada del restaurante Versailles.
Reportero: Aquí nos encontramos a la entrada del restaurante Versailles para recoger las opiniones sobre la toma de un asilo de ancianos de la Pequeña Habana por parte de sus propios pacientes, suceso que ha conmocionado a toda la ciudad de Miami y a la comunidad cubana en particular. (Dirigiéndose a un viejo que toma café en el Versailles) ¿Qué piensa usted de este acontecimiento?
Entrevistado: ¡Qué voy a pensar! Que son agentes enviados por Castro para desestabilizarnos.
Reportero: Pero es que Castro murió ya hace un año.
Entrevistado: ¡Eso es mentira! Fidel se ha hecho el muerto para que nos descuidemos y bajemos la guardia y entonces penetrarnos por todos lados. Eso no es la primera vez que lo hacen.
Otro: ¡Qué infiltrado ni infiltrados! Esos viejos son unos verdaderos patriotas que están dando un ejemplo a los cubanos de Miami para que acaben de despertar.
Otro más: Pues si no nos despertamos con este café yo no sé con qué nos vamos a despertar.
Apartamento del hijo de Camilo.
Mujer: ¿Y ahora que va a decir todo el mundo? Que tiramos a tu padre en el primer asilo que encontramos y ahora se volvió loco y está secuestrando gente a mano armada.
Yoyo: Pero Yolanda si tú misma decías que por culpa de él teníamos a la niña durmiendo en la cama y que a ese paso más nunca íbamos a tener sexo...
Plano de la pantalla del televisor;
Locutor: Según se acaba de confirmar entre los secuestradores se encuentra el conocido cantante Osvaldo Rodríguez, famoso décadas atrás por sus canciones altamente comprometidas con el régimen castrista razón por la cual a su llegada a Miami tuvo una acogida hostil.
Aparece en pantalla una imagen de archivo de Osvaldo cantando “que viva mi bandera, viva nuestra nación, viva la revolución”. La voz de la imagen de archivo es coreada por la del actual Osvaldo Rodríguez.
Máximo: Coño ciego, no sigas con esa canción de mierda.
Osvaldo: Es que la oigo y no me puedo contener. La verdad que es pegajosa.
Locutor: Otro de los secuestradores identificados es Máximo Muguercia.
Un hombre que mira la televisión desde su casa y se atraganta con el vaso de jugo que está tomando.
Mujer: Manny... ese... ese es tu padre... No cambies de canal que ese es tu padre...
Manny: Yo creo que...
Mujer: Si ahí lo dice, Máximo Muguercia, cabrón. ¿Tu padre no había muerto el año pasado en Puerto Rico?
Manny: Déjame explicarte...
Mujer: ¿Qué? ¿Me vas a explicar con quién te pasaste una semana completa en Puerto Rico? ¡Degenerao! [empieza a tirarle cosas por la cabeza. En dependencia de los actores que se consigan se puede hacer una discusión bilingüe, en el caso de que sea cubanoamericana o americana o con acentos y palabras diferentes en el caso de que sea de otro país latinoamericano]
Corte a la pantalla de la televisión.
Locutor: ... hace algunos años fue llevado a juicio por estar implicado en torturas a opositores en el hospital psiquiátrico de La Habana pero atendiendo a su avanzada edad fue puesto en libertad.
Hatuey: ¡¡Acusando a todo el mundo de comunista y tú eras uno de ellos!!
Máximo: Caballeros déjenme explicarles...
Corte a Manny el hijo de Máximo que trata de convencer a la mujer.
Manny: La verdad de todo es que yo soy agente secreto. Trabajo para la CIA y aquella vez me habían asignado una misión en Puerto Rico...
Corte al asilo.
Hatuey: Así que un infiltrado de la CIA, cabrón. Y por eso le dabas electroshocks a la gente... (lo agarra por cuello)
Camilo: Déjalo Hatuey. Ahora no. No podemos darles una imagen de desunión a la gente allá afuera.
Corte a casa de Manny.
Hija de Manny: Sí mami, déjalo que se vaya...
Corte a pantalla del televisor.
Reportero: Ya han pasado más de seis horas desde que un asilo de ancianos de la Pequeña Habana fuera tomado por un grupo de pacientes y todavía no se ha resuelto la situación. Se teme por la seguridad de los rehenes, pero hasta ahora los secuestradores no han expresado ninguna demanda. Se espera que las fuerzas de seguridad actúen de un momento a otro...
Aparece en pantalla una imagen televisiva de los viejos en el interior del asilo y luego un corte a los rostros de los viejos. Se les nota entre cansancio y desesperación.
Hatuey: Antonio, yo tengo algo que confesarte...
Antonio: (distraído) Sí...
Hatuey: ¿Te acuerdas de aquél intento de fuga que se frustró cuando estábamos presos en la Cabaña?
Antonio: Sí claro. Si hasta me metieron cuatro meses de solitaria...
Hatuey: Yo fui el que los delató. Me presionaron y me dijeron que si quería volver a mi familia tenía que contárselo todo.
Antonio: ¿Y?
Hatuey: ¿Cómo que “y”? Que te digo que te chivatié.
Antonio: ¿Y qué? Yo siempre lo supe. Los guardias mismos me lo dijeron.
Hatuey: ¿Y cómo en todo este tiempo no me habías dicho nada?
Antonio: ¿Para qué? Bastante ya tenías con tus remordimientos.
Hatuey: Pero ¿cómo has podido ser mi amigo durante todo este tiempo?
Antonio: Es que tampoco había mucho que escoger y a ti los remordimientos te convirtieron en el mejor amigo del mundo. Además si te voy a decir la verdad: el plan de fuga era una mierda.
Hatuey: Y hay otra cosa más.
Antonio: ¿Qué cosa?
Hatuey: Las cartas de mi sobrino. Eran un invento mío.
Camilo: Yo ya me lo había imaginado. De lo contrario te habrías enterado que Fidel estaba muerto.
Osvaldo: Yo también tengo algo que confesarles. Yo cuando cantaba aquellas canciones me entraba tremenda emoción.
Camilo: Si eso lo sabe todo el mundo. Nada más que hay que ver la cara que ponías.
Osvaldo: Pero es que a mí lo que me emocionaba era lo bien que rimaba “revolución” con “nación”. Era como si encajaran perfectamente y entonces todo tuviera sentido.
Máximo: Así que todo encajaba. ¡Qué maricón tú me has salido!
Osvaldo: Mira tú: “maricón” también rima con “nación”. ¡Qué curioso!
Corte a interior de carro. Una mujer maneja y un hombre está al lado. Hay un embotellamiento de tráfico.
Hombre: Yo te dije que cogieras por el Palmetto.
La mujer sin hacerle caso cambia de emisora de radio donde dan la noticia del asilo. Mencionan el nombre de Hatuey. La mujer empieza a girar el carro en “U”.
Hombre: ¿Qué tú haces?
Mujer: No oíste, que mi padre ha tomado por las armas un asilo junto a un grupo de viejos locos. Tengo que ir.
Hombre: ¿Estás loca? Ahora que íbamos a cerrar el negocio con esta gente ¿Qué tú vas a hacer allí?
Mujer: Lo que sea, pero tengo que ir.
Hombre: Tú si quieres ve, pero yo no pienso perderme el negocio de mi vida.
Mujer: Como quieras. Bájate.
Hombre: Pero ¿aquí?, ¿en medio de la carretera?
Mujer: Aquí mismo, bájate.
El hombre se baja mientras la mujer se aleja en dirección contraria chirriando gomas.
Corte a asilo.
Hatuey tratando de colgar el teléfono celular.
Hatuey: Ya está ¿Dónde se apaga esto?
Antonio: Aprieta el botoncito rojo.
Hatuey: Dice el oficial que nunca había tenido que negociar con gente más difícil que nosotros.
Antonio: Claro, si no oyes la mitad de lo que te dicen...
Hatuey: Bueno pero lo que sí le entendí es que están dispuestos a darnos lo que sea con tal de que soltemos a los rehenes.
Antonio: ¿Lo que sea?
Máximo: Pídele un yate para ir a Cuba.
Osvaldo: Un yate no, que me marea. Un avión que es más cómodo. Yo allá tengo a mi público...
Hatuey: De aquí no se va nadie. No hay manera que nos dejen ir así como así. Y aunque nos dejaran ir ¿qué carajo vamos a hacer en un país donde ya no nos queda nadie? Además ¿No ven que con el control del asilo en nuestras manos podemos hacer de esto un paraíso?
Antonio: Eso, el paraíso.
Chibás: (despertándose) ¿El paraíso? ¿Qué? ¿Ya nos morimos?
Máximo: ¿No podríamos pedir que nos mandaran unas enfermeras jovencitas? ¿Y bonitas?
Osvaldo: O unas masajistas. Y me da igual que no sean bonitas pero que las manos sean suaves.
Hatuey: Déjense de boberías que les tengo una idea mejor...
Corte al exterior del asilo. Frente a una barrera policial hay un grupo de personas. Entre ellas están el hijo de Camilo y el de Máximo. Entre la multitud se abre camino hasta llegar hasta ellos la mujer que conducía el coche.
Mujer: ¿Dónde están ellos?
Manny: Adentro, pero de aquí en adelante no dejan pasar.
Policía: Ustedes. Vengan conmigo.
Corte a reportero situado frente al asilo.
Reportero: Acaba de ser confirmada la noticia de que los secuestradores ya han hecho sus peticiones a cambio de liberar a sus rehenes. Según nos han informado se han comprometido a liberar a los rehenes con tal de que les envíen a sus hijos y una ficha del doble seis para poder continuar la partida de dominó que estaban jugando.
Mientras el reportero sigue hablando se observan imágenes del interior del asilo donde se abrazan los hijos con los padres.
Reportero: Todo parece indicar que estos ancianos han arriesgado sus vidas y las de algunas personas más con el único objetivo de estar un rato con sus hijos. Estos, seguramente debido a sus múltiples ocupaciones no habían podido visitarlos en mucho tiempo. Unas escenas realmente conmovedoras estimados televidentes están teniendo lugar en estos momentos. Algo que nos recuerda la necesidad de estar cerca de los seres queridos al precio que sea. Por eso yo también quiero decirle a mi padre, donde quiera que esté, que lo quiero mucho y que tan pronto como termine esta transmisión iré a buscarlo. No te preocupes papá, que te encontraré, aunque tenga que remover cielo y tierra. Ardo en deseos por darte un abrazo como los que se están dando padres e hijos ahora mismo en el interior de ese asilo.
Como suele suceder en situaciones similares en las películas aparecen diferentes imágenes de padres e hijos que se abrazan mientras ven las imágenes que aparecen en la televisión.
Corte a escena de juego de dominó. Esta vez la hija de Hatuey y el hijo de Camilo están jugando con sus respectivos padres.
Hijo de Camilo: Cuatro días aquí y lo único que hemos hecho es jugar dominó y mirar televisión.
Camilo: No te quejes que tú nunca te habías visto en la televisión. Ya eres famoso.
Hijo de Camilo: Famoso y todo voy a perder el trabajo.
Hija de Hatuey: Quien tendría que quejarme soy yo que por venir para acá me perdí el negocio de mi vida.
Camilo: [empujándola suavemente con el cañón de la pistola] No protestes más y acaba de jugar.
Hatuey: A mi hija no me la estés amenazando.
Camilo: [pasándole la pistola a Hatuey] No hay problema. Amenázala tú. A ver si te hace caso.
Antonio [al hijo] A ver, cuéntame de nuevo lo que pasó el día en que se murió Fidel.
Hijo: ¿De nuevo papi? Que te lo he contado más de veinte veces.
Antonio: Ya lo sé, pero disfruto tanto oírlo. Cuéntamelo de nuevo, anda.
Hatuey: ¿No te dije Antonio? Esto es el paraíso.
Chibás: ¿El paraíso? ¿Entonces ahora sí estamos muertos?
Manny: No estamos muertos pero es como si lo estuviéramos.
Hatuey: Cállense la boca y no hablen mierda. Malo es estar aquí y que nadie venga a verte. Eso sí es estar como muerto.
Va bajando el volumen de la conversación al tiempo que va subiendo el del televisor al que se le va acercando la cámara. En el televisor están dando un talk show hispano en el que aparece el reportero de la televisión reencontrándose con el padre.
Animadora: Esto es para que ustedes vean lo importante que es que los hijos le presten atención a los padres. Piensen en los viejitos rebeldes del asilo que salió en las noticias el otro día. Si siempre fuera así todos seríamos un poco más felices.
Hatuey: (apuntando con la pistola a la hija pero sin parecer demasiado amenazador, casi con cariño) Acaba de jugar, dale.
Siguen hablando pero las voces se hacen inaudibles.
Qué pena que el cortometraje no se dio porque el guión está buenísimo. ¿Por qué no se lo envían a los Estefan o Andy García a ver qué pasa? Saludos.
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