Nuestra hambre en aquella Habana
—donde no nos conocimos,
ciudad de la que nos fuimos
ya cansados de la fiana,
la represión chabacana
y el futuro inalcanzable—
era un hambre insoportable
de libertad, de comida,
de no pasarnos la vida
comiéndonos aquel cable.
*Publicado en el blog Belascoaín y Neptuno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario