Por Gery Vereau
Por ahora no pido más justicia que la del almuerzo. Con este epígrafe del poeta chileno Pablo Neruda el escritor Enrique Del Risco, residente de West New York, presenta éste sábado su libro “Nuestra Hambre en La Habana” cuyo título anuncia que lo que viene se saborea en clave de humor.
Si ese autor olvidado que es Alexander Solzhenitzyn sirve en plato hondo las penurias del comunismo soviético, con Archipielago Gulag y Un Día en la Vida de Ivan Denisovich, aderezadas, desde el inicio, con el frío inclemente de las estepas como principal preocupación, Del Risco inicia la cena sin un ambiente de calor y sin comida pero con música (Un Tocadiscos, es el primer relato).
“Al cubano se le asocia con la alegría y la música. Cuba ha producido mucha música, pero eso no quiere decir que el cubano sea gente feliz, por lo mismo que ha creado el son y la guaracha ha creado el bolero que es uno de los géneros más tristes del continente, y entonces yo creo que ese carácter viene de toda la vida. Ese carácter tradicional del cubano, también muy humorístico, tiende a confundir a los observadores que piensan que así en medio de la miseria de Cuba están felices”, aclara Del Risco.
Asume que el problema de la miseria que se vive en la isla es lo extendida que está, a unos niveles que no se conoce en Latinoamérica, excepto en Venezuela y quizá en Haití. Los problemas económicos de Cuba son hoy, al irse secando los ingresos provenientes del petróleo venezolano para la isla, similares al periodo especial, sostiene el autor.
El libro es un documento que nunca jamás ha presentado la literatura cubana sobre la situación que vivió -todavía lo viven de alguna manera- el pueblo de Cuba, desde la cotidianidad pero también desde la humanidad, en una determinada época, la del periodo especial de los años 90, cuando la Unión Soviética dejó de parar la olla de aquel “Socialismo o Muerte”, que pasó a ser el país donde los gatos y los gordos desaparecían. “Porque a los gatos se los cazaban y se los comían. Y a los gordos porque no comían lo suficiente”.
Es proverbial que la escasez, los apagones, la producción de alcohol de cualquier cosa, los inventos gastronómicos de bistec sin carne, de pan sin harina, de sopa con azúcar, han potenciado la época como la del “siglo de oro de los chistes cubanos”.
Del Risco sostiene que esa época fue peor que la Gran Depresión de los años 20, pero sostiene que lo peor de un sistema así no es el hambre (yo pongo el hambre porque es los más notorio, acota), ni la prostitución física a un extranjero o una prostitución moral al gobierno, lo peor es la manera en que un sistema así corrompe a un ser humano.
“… cómo lo hace cómplice del abuso reiterado (que se organiza desde el poder) y que mucha gente se vaya acostumbrando y aceptando como algo natural lo que no es natural. Por eso yo creo que este libro con todo su humor, toda su ligereza, es una especie de defensa de esa decencia -y de la felicidad- que muchas veces se pierde,” dice.
Del Risco, nacido en La Habana Cuba, es historiador por la universidad de La Habana y doctor en Literatura Hispanoamericana por la Universidad de Nueva York (NYU) donde actualmente enseñ. Es autor de varias novelas y ha recibido premios internacionales por su obra.
El libro se presenta este sábado 30 de abril, desde las 2:00PM, en la biblioteca central de Union City ubicada en 324 43rd St. Union City, no se sorprenda que habrá doble postre: la memoria “Nuestra Hambre en La Habana” y los ensayos sobre literatura y poder “Los que van a escribir te saludan”. Ambos de Enrique Del Risco, presentados por el profesor Octavio De La Suareé. ¡A comer!
Tomado de Reporte Hispano.
Algo es mejor que nada, pero sigue siendo muy pobre y escaso consuelo. Todo el cuadro de Cuba desde 1959, no solamente los 90, es no solamente deprimente pero profundamente penoso. No se venía de ser un Haití ni un eterno fracaso letrinamericano. Se venía de MUCHO mejor, y todo se desechó como si hubiera sido basura inservible a cambio de pura mierda. Bochorno eterno.
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