El consenso en la academia en el campo de las humanidades se alinea con la agenda progresista, lo que está muy bien. Es de esperar que aquellos estudios encargados del desarrollo humano se atengan a una idea cada vez más amplia y progresiva de cómo y quiénes deben ser amparados por derechos y libertades. Sin embargo, la letra pequeña de ese consenso, más que apoyar el progreso real en la esfera del bienestar y los derechos, suele asociarse con ciertos fetiches políticos e ideológicos que, en la práctica, terminan negando todo lo que teóricamente defienden.
Para que se me entienda mencionaré un ejemplo vulgar porque así de vulgar es la realidad. Sucedió que semanas atrás la Latin American Studies Association (LASA) fue emplazada por centenares de sus miembros a que se pronunciara sobre la reciente oleada represiva contra artistas y activistas en Cuba. Dicha asociación, que cuenta con unos 13 000 miembros y suele pronunciarse sobre violaciones de derechos humanos en diferentes países, esta vez prefirió ponerse de parte del victimario, el régimen cubano, recordando dos veces en la escueta declaración el embargo con que lo ha penalizado el gobierno de Estados Unidos durante décadas. Si en su declaración LASA apoyaba en abstracto “los valores de la libertad de expresión, la libertad académica y el respeto por los derechos humanos” en concreto le otorgaba al Estado cubano la exculpatoria condición de víctima. Con su acrobacia verbal convertía la represión en Cuba en consecuencia directa del embargo norteamericano. Así reproducía, punto por punto, las excusas esgrimidas por los victimarios para reprimir a los que exigen las mismas libertades y derechos que a LASA le parecen imprescindibles en otras sociedades.
La directiva de LASA, en su respuesta a la represión en Cuba, no difiere demasiado del consenso al que parece haber llegado la mayoría de sus miembros a lo largo de los años: este es la inconveniencia de denunciar las violaciones a los derechos humanos de regímenes que (nominalmente) se ubiquen a la izquierda del espectro político. Raramente se podrá encontrar en el sitio de LASA informes que denuncien actos represivos en Cuba, Nicaragua o Venezuela. Abundan en cambio, en cambio, los que denuncian el Chile de Pinochet, la Argentina de Videla, la Colombia de Duque o el Brasil de Bolsonaro. Como si los golpes o las balas hicieran menos daño si se lanzan desde la ideología correcta. Como si más que entender la realidad esta solo interesara en la medida en que corrobore nuestros prejuicios ideológicos. Una institucion como LASA, que aspira segun sus propios estatutos a "fomentar la discusión intelectual, la investigación y la docencia sobre América Latina" dejar a un lado todo prejuicio de cualquier tipo que interfiera su cmprensión de la realidad del continente. Incluso un ideólogo purasangre como Vladimir I. Lenin insistía en la necesidad de lidiar con los hechos incómodos.
Y es aquí donde entra el viejo y desprestigiado asunto de la verdad. Porque si se acepta como verdad que los regímenes de Pinochet, Videla o Somoza fueron tiránicos y criminales habría de admitirse que la cubana es la dictadura más extensa de la historia del continente, que el chavismo ha destruido la democracia venezolana con la misma saña que la economía del país o que Daniel Ortega es un tirano que ha apelado al asesinato, la persecución política y el soborno para mantener su control sobre Nicaragua. Relativizar crímenes y abusos en atención a la declarada filiación ideológica de los gobiernos que los cometen no solo constituye una escandalosa injusticia contra sus víctimas. También sugiere a los nuevos aspirantes a tiranos a qué dogmas políticos afiliarse para que sus atrocidades sean justificadas o ignoradas.
Los teóricos de la postmodernidad hacían bien en desconfiar de los grandes sistemas ideológicos que intentaban organizar nuestra comprensión del mundo, como mismo es saludable mantener cierta reserva ante las pretensiones de verdad de cualquier discurso. No obstante, el desprestigio de la verdad no ha conseguido mejorar nuestro entendimiento de lo real ni nuestra capacidad de reaccionar hacia este. Antes bien, los viejos sofismas descubren nuevos refinamientos. La desconfianza ante la pretensión de verdad más que reforzar nuestra capacidad crítica ha creado nuevos pretextos para entregarnos a la inercia ideológica. Nos mostramos más hábiles para acomodar la realidad a nuestros dogmas que dispuestos a obrar a la inversa. La memoria selectiva y la parcialidad sin complejos nos facilitan la labor de convertir a los victimarios en víctimas de males mayores y a las víctimas en seres invisibles, irrelevantes. Y, si bien no ayudamos a disminuir la cantidad de injusticia y dolor en el mundo, en cambio nos sentimos plenamente satisfechos con nosotros mismos. ¿O es que acaso las ideologías se inventaron para otra cosa?
*Publicado originalmente en Hispanic Outulook on Education Magazine
El lamentable (por no decir ruin) pronunciamiento de LASA se puede ver debajo:
ResponderEliminarhttps://lasaweb.org/es/news/pronunciamiento-proteccion-derechos-humanos-cuba/
Basta con leerlo, pero noten que no habla del embargo, sino del bloqueo, lo cual lo dice absolutamente todo para el que sabe interpretar ciertas señas. O sea, LASA sigue el guión castrista y usa su lenguaje. Con eso solo se hunde, aunque hay más.
La hipocresía (por no decir la hijeputez) evidente no es de LASA; es de casi todo el mundo--y hablo del mundo "bueno." Es algo "normalizado" hace mucho tiempo, por supuesto entre nuestros "hermanos" (a lo Caín), los mal llamados "latinos," una especie a la cual no pertenezco ni con la cual quiero ser identificado. Me pueden llamar hispano, si acaso, pero definitivamente no "latino."
La única sopresa no es lo que LASA ha dicho, sino que se molestara en decirlo. Hubiera hecho mucho mejor en ignorar el asunto, en vez de hacer tal miserable papelazo.
Es admirable, y de cierta manera sorprendente, que más de 300 miembros de LASA firmaran una petición para que LASA condenara las flagrantes violaciones de derechos humanos en Cuba. Por supuesto que tal petición es intachable, pero señala a los firmantes como sospechosos a los ojos de la izquierda que claramente domina y controla la academia--y que no está por encima de tomar represalias, aunque sea solapadamente.
ResponderEliminarAhora, hay que tener en cuenta que los firmantes representan solamente alrededor de un 3% de la membresía total--o sea, la inmensa mayoría no firmó.
Esto de LASA es el mismo tipo de cosa que la UNESCO, hace unos días, emitiendo un tweet conmemorando el aniversario del nacimiemto de "Che" Guevara, claramente de forma aprobatoria, sin referencia alguna a sus crímenes y su nefasto legado (especialmente en Cuba, aunque todos sabemos que lo de Cuba solamente le importa a las víctimas de la "revolución"). No por gusto Reinaldo Arenas decía que la UNESCO era UNASCO.
ResponderEliminarEl problema es que ante tanta hijeputez, por resumirlo todo en una palabra, uno llega a acostumbrarse y a no esperar otra cosa. O sea, se cansa uno de dar cabezazos contra la pared. No digo que sea correcto, pero llega uno a refugiarse en un insondable desprecio por gran parte de la humanidad.
Bueno, ya LASA ha tenido tiempo para responder a la segunda petición de sus miembros que quedaron decepcionados con la respuesta de LASA a la primera. No puede esperarse mucho, por supuesto, pero si LASA no dice más nada, aumenta la magnitud del papelazo que ha hecho. Claro, nunca va a decir lo debido, y posiblemente le resulte mejor callar que hacer un segundo papelazo que también decepcionará. Vaya gente comprometida, por decirlo de forma elegante.
ResponderEliminarResulta que lo de LASA no es nada al lado del pronunciamiento de CLACSO (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales) sobre la crisis desatada en Cuba por las protestas del 11 de Julio. El documento de CLACSO fácilmente pudo ser redactado por la dictadura cubana, a la cual apoya y justifica sin tapujos ni ambigüedades. Aquí lo tienen:
ResponderEliminarhttps://www.clacso.org/pronunciamiento-frente-a-la-campana-de-manipulacion-contra-cuba/