El libro, editado por Alianza, narra la vida de cuatro personajes: Wonder, hijo de revolucionarios, cuyo padre fue un falso preso en Cuba; Eltico, antiguo voluntario en las filas de la contra nicaragüense; Alejandra, psicoterapeuta argentina exiliada en Estados Unidos; y British, un profesor de historia del arte experto en pintura del siglo XIX.
“Son personas que han salido de sus países para llegar a Estados Unidos y empezar otra oportunidad, yo siempre digo que el sueño de Bolívar se cumple en mi barrio porque es 10 por ciento cubano, 10 por ciento dominicano, 10 por ciento mexicano, 10 por ciento colombiano y estamos condenados a llevarnos bien como posiblemente no nos llevaríamos bien en otro país”, señaló el autor.
Los latinos en Estados Unidos son de ahí, no son hondureños ni argentinos, son latinos porque de repente esa identidad tiene sentido, agregó Enrique del Risco, ganador del XX Premio Unicaja de Novela Fernando Quiñones.
“En el libro todos pertenecen a una comunidad signada por los cubanos en el sentido de una conexión con sus raíces, pero también por cuestiones políticas. Aunque ésta no es una novela política, va de política, es decir, no es una novela donde trato de convencer sobre algo político, pero al mismo tiempo los personajes han sido marcados por una experiencia política como la cubana”, indicó.
Enrique del Risco enfatizó en que sus personajes crean una pequeña humanidad. “La novela trata de reproducir una comunidad humana a pequeña escala con todo y los problemas que trae la convivencia: intereses, ideologías, miedos”.
Sobre Wonder, la persona que está transmitiendo por Facetime, el autor precisó que cuando éste cuenta su historia, lo hace para que no lo tomen como un loco o un terrorista, sino como alguien que tiene sentido.
“Pienso que ésa es parte de la historia de todos los seres humanos: el deseo de encontrarle sentido a la vida y que los demás se enteren de ese sentido. En este caso, lo llevo al extremo”, detalló.
En palabras del escritor esa acción es el dramatismo de la despedida del mundo.
“Tiene que ver con la historia principal de Las mil y una noches: estoy contando una historia antes de que llegue la muerte para evitar que llegue la muerte. Esto es igual, se está despidiendo del mundo, está esperando ver la muerte, pero también espera el amanecer, una especie de Scherezade”.
GENERACIÓN EXILIO. Hay otra imagen que Enrique del Risco utiliza en la novela: un cuadro del pintor estadunidense Edward Hopper (1882-1967).
“Es un cuadro famoso de Edward Hopper, uno de los grandes maestros norteamericanos que se vendió no hace mucho en 40 millones de dólares, que es una esquina del barrio mío: una modesta casa ubicada en Boulevard East y la calle 49 en West New York, New Jersey. De ahí surge la pregunta ¿por qué darle sentido a esas pequeñas historias, a esos pequeños rincones del mundo?”, destacó.
Otro tema presente en la novela es la generación e hijos exiliados y el sentido que le dan a su vida.
“Los personajes pertenecen a una generación de hijos cuyos padres pertenecen a un relato heroico, a favor o en contra, pero el relato histórico de la revolución, porque el padre de Wonder había ayudado a hacer la revolución, había luchado con el Che y siempre estaba contando esas historias, después se había vuelto en contra de la revolución supuestamente”, comentó.
Pero esa parte de ese relato heroico tiene un peso para los hijos, agrega.
“De pronto la generación de hijos se cuestiona: si ellos, nuestros padres, fueron la revolución, ahora ¿qué somos nosotros?, ellos hicieron el mundo y ahora ¿qué somos nosotros?, ¿simples seguidores del mundo?”, precisó.
En la medida que los personajes maduran, superan el pasado, indicó Del Risco. “Está el tema central de la madurez, donde los seres humanos aprender a vivir y a ver que es nuestra propia responsabilidad el futuro y no estarle echando la culpa eternamente a los padres”.
Enrique del Risco Arrocha es historiador de arte por la Universidad de La Habana cuenta con un doctorado de Literatura latinoamericana por la Universidad de Nueva York, donde trabaja como profesor.
Publicado en Crónica.
Eso de “latinos,” un invento francés del siglo XIX, seguirá en uso por costumbre o conveniencia, pero lo considero espurio y lo rechazo, al menos con respecto a mi persona. Soy cubano y acepto ser hispano (aunque no muy a gusto), pero de “latino” nada. No solamente no tengo lazos con los antiguos habitantes de Latium, sino que ni tengo ni quiero tener nada que ver con una enorme cantidad de “latinos” que yo llamaría más bien letrinamericanos y se han ganado mi profundo desprecio. Definitivamente no son mis “hermanos” ni mucho menos, o si acaso solamente hermanos como Caín.
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