Suspenden a un actor de un programa humorístico porque en su cuenta personal de youtube se burla de alguno de los tantos ridículos que hace el gobierno a diario. Pero no lo expulsan del programa por sus críticas: eso sería un acto de censura política, algo que se desconoce en el país desde los malhadados tiempos del tirano Batista. La sanción obedece a que el actor utiliza para expresar sus opiniones personales el mismo personaje que representa en la televisión. O sea, se le castiga por infligir las leyes de copyright, una sanción que puede entenderse en todo el mundo. Y por todo el mundo se sobreentiende el universo capitalista que consiste en todo el planeta con la excepción de Corea del Norte y la isla mayor del Caribe.
Pero en la expulsión del susodicho actor no intervienen, que sepamos, ni el director, ni el guionista, ni el productor del programa con lo que asumimos que quien hace las veces de propietario de la imagen del personaje que interpreta el actor es el Instituto Cubano de Radio y Televisión al completo. O sea, que más que infligir las leyes de derecho de autor al actor se le castiga por el uso de la propiedad social para fines privados. Con esto se concluye que todos los personajes de la televisión nacional son, lo que se dice, medios básicos de esta, concepto incomprensible en el universo capitalista. Como incomprensible debe ser para el universo socialista el concepto de “opinión personal”.
Porque no es la primera vez que en Cuba se usan personajes de la televisión o el cine para expresar opiniones extrañas a dichos personajes. Alguna vez hemos visto el famoso personaje de un soldado del ejército independentista del siglo XIX llamando a votar en elecciones del siglo XXI y nadie ha sido cuestionado por ello. Pero, dirán con toda lógica (socialista) que las opiniones del personaje-medio-básico, las del pueblo cubano y las del gobierno son una y la misma porque, después de todo, los medios de producción y de difusión masiva están en manos del pueblo que es lo mismo que decir gobierno o Estado. Así que tomemos las opiniones personales en Cuba como lo que son: opiniones veladas del enemigo capitalista. Porque, por mucho que los que aspiran a cuentapropistas de la opinión pública cubana nos quieran convencer de lo contrario, cuando el pueblo (o si lo prefieren, el Estado) es el único propietario de los medios de difusión masiva no hay espacio para otra cosa.
Excelente columna.
ResponderEliminarUn abrazote, Yoyi