jueves, 13 de septiembre de 2018

Recuerdos de una infancia norcoreana

Tuve una infancia todo lo norcoreana que se puede tener en el Caribe. Crecí -a principios de los setentas- entre llamados a trabajar por la Revolución, morir por la Revolución, matar por la Revolución. Se hablaba más de sacrificios que en la isla de King Kong. La televisión y en el cine la mayoría de las películas eran soviéticas, cuando no polacas o checas.  O de samurais, claro, que venían desde el Este a substituir las películas del Oeste. 

En el cine apenas se estrenaban películas americanas y cuando ocurría muchas veces eran de la década anterior en copias en blanco y negro (la semana pasada volví a ver “La chica terremoto” -What’s up Doc?” en inglés- y, como sospechaba, también tenía colores). Si acaso a cada rato estrenaban alguna comedia francesa o italiana pero como inevitablemente sacaban alguna teta no me dejaban entrar al cine. Siempre había excepciones, claro, que al final es lo único que uno recuerda. Y se queda con la idea de que se pasó la infancia viendo “El zorro” con Alain Delon.  O "Tiburón Sangriento" de Spielberg.

En música era lo mismo. Todo lo que salía en televisión eran cantantes nacionales intercalados con festivales de países socialistas. De ahí que se viera con alivio hasta la aparición de Rafaella Carrá y su fantástica fiesta. La música norteamericana casi reducida a cero. Si acaso alguna vez un video de Barry White. También recuerdo haber escuchado a James Brown en la radio de un vecino pero ahora no estoy seguro si era la nacional o en la onda corta.

Y de pronto hacia el 78 empiezan a cambiar las cosas. Empieza a aparecer en televisión a cuenta gotas la música de otro mundo, películas de esa década. Las canciones a razón de una por semana en el mejor de los casos. Luego en el programa “Para bailar” cada domingo empezaron a sonar los Boney M y hasta el funk norteamericano, casi como si fuera algo natural. Por esos mismos días comenzaron a aparecer cada sábado películas norteamericanas recientes aunque las intercalaran todavía con películas de la Gran Guerra Patria, “La nieve ardiente”, “El bloqueo de Leningrado”, como para que no nos entusiasmáramos demasiado.

Pero fue en la siguiente década cuando ocurrió el deshielo más completo que había conocido hasta entonces. Porque luego de aquellos lúgubres setentas ver música extranjera -y con extranjera quiero decir norteamericana o inglesa- durante media hora a la semana era toda una fiesta. Recuerdo el estallido de júbilo en mi secundaria cuando pasaron por televisión la primera película de Bruce Lee (“Puños de furia”) o cuando pudimos ver por primera ver cómo lucían Los Beatles o Roberto Carlos en la misma inolvidable noche. 

Desde entonces sospecho que algo tuvieron que ver con ese “deshielo” tres acontecimientos vagamente conectados entre sí: los viajes de la “Comunidad”, el Festival de la Juventud y los Estudiantes de 1978 y los sucesos de la embajada del Perú y el subsiguiente éxodo del Mariel pero, lo sé, es pura especulación de mi parte. ¿Alguien tiene idea qué fue lo que decidió ese minúsculo deshielo, qué nos permitió disfrutar de esa media hora semanal de MTV que llamaban “Colorama”? ¿Cuál fue la lógica de tanta liberalidad luego de años empeñados en que no nos llegara el veneno yanki?

8 comentarios:

  1. De What’s up, Doc (muestra de las ventanas a la civilización que de vez en vez se abrían momentáneamente para nosotros los enterrados vivos en aquella isla pavorosa, y que también vi en Cuba por primera vez en blanco y negro), lo que recuerdo porque me sacó una carcajada en medio del cine, fue el momento en que el millonario mecenas, notando con cierta fascinación el escándalo que está armando Madeline Kahn, pregunta: Who is that dangerously unbalanced woman?

    ResponderEliminar
  2. Simple: se dieron cuenta, o comprobaron por experiencia, que no había necesidad de tanta cautela y tanto precaver, pues tenían suficiente control interno y apoyo externo para ser ligeramente "generosos" o muy selectiva y controladamente "liberales" (lo cual de cierta manera les convenía, pues cuando la gente ha sido tan restringida y espera tan poco, meras migajas pueden lucir grandes "concesiones").

    ResponderEliminar
  3. Ano. 13:35 Ese parlamento de "Who is that dangerously unbalanced woman?" es genial, igual que al final, cuando el juez está determinando las probables causas de delitos, Madeline Kahn acusa a los malhechores del puerto con "they tried to molest me", a lo que el juez responde "that's hard to believe". Toda una señora de la comedia, una pena que muriese tan joven.

    Enrique, cubanos <=> norcoreanos. No solo de consignas y la libreta de abasteciminto vive el hombre; se dieron cuenta que debían añadir gradualmente una pizca de entretenimiento para mantener quieto al auditorio.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  4. Realpolitik y Miguel: a eso es a lo que me refiero. A eso mismo me refiero. No fue un exceso de confianza sino mas bien lo contrario. La crisis de la embajada (en la que obviamente fallaron en calcular us dimensiones cuando retiraron la guardia de la embajada) los llevó a moverse en otro sentido, menos norcoreano. La represion inmediata post-Mariel, sobre todo en las universidades fue brutal, pero luego decidieron usar un poco de mano izquierda.

    ResponderEliminar
  5. Lo que llamaron globalización, las videocaseteras, CDs.

    ResponderEliminar
  6. Por debilidad y fatiga de la vanguardia comunista ante el buen entretenimiento occidental.

    ResponderEliminar
  7. Bro:

    A mi siempre me parecio que Norcorea estaba en otra liga. Bastaba ver aquellos pobres muchachos que llegaban a Cuba con el sellito del gran lider colgado a su ropa, refractarios al humor, a la irreverencia, a cualquier cosa que no sonara al dogma que les habian tatuado con sangre y fuego en la cabeza.

    Abrazotes, Yoyi

    ResponderEliminar
  8. La respuesta se la llevo a la tumba el innombrable, que decidia hasta la hora a la que cantaban los gallos.

    ResponderEliminar