El juego de México
contra Brasil puede leerse de dos maneras distintas. Como una historia tradicional
o una profética. De cara al pasado o al futuro. En la tradicional, resumida en
la famosa consigna del “jugamos como nunca y perdimos como siempre”, se
contaría en clave de puro fatalismo: las múltiples llegadas a la puerta
brasileña como una manera de decorar una derrota que todos sabían inevitable.
Por eso los delanteros mexicanos se desvivían por patear las pelotas a las
tribunas. Y el portero Memo Ochoa en su tradicional papel de San Sebastián
aguantaba la andanada de remates brasileños sabiendo de antemano que en algún
momento su puerta sería vencida por las huestes de Neymar El Horizontal.
Pero también está la profética. La versión que
arrancaría el día anterior con la victoria en las urnas del candidato
presidencial por el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) Andrés Manuel
López Obrador, un líder llamado a acabar de una vez y para siempre con los
flagelos que azotan al país: el narcotráfico, la violencia, el crimen, la corrupción
y la música grupera. En esta versión los jugadores mexicanos teñidos de rubios
serían un símbolo del sol de esperanza que trae el presidente electo y la derrota
sería mero rezago del pasado porque con AMLO todo en el país marchará a la
perfección. El Tri ganará la copa del mundo y “ahorita” no significará “dentro
de tres semanas” o “no necesariamente en esta vida”. Y en los libros de
Historia del futuro se explicará que en realidad este equipo no cayó ante
Brasil sino que quisieron regresar cuanto antes al Nuevo México que estaba
naciendo. Y los goles de Neymar y Firmino serían una muestra de solidaridad con
el nuevo proyecto de regeneración nacional.
Supongo que con lo de Nuevo México te refieres a que los mexicanos intentarán cruzar en masa la frontera hacia el estado de Nuevo Mexico, USA. Ahora los comentaristas de Fox y ESPN Deportes analizarán la derrota azteca hasta las próximas Navidades. Y en este partido Neymar nos regaló una primicia, se hechó a llorar estando sentado sobre el césped (nada nuevo aquí) fuera del campo de juego cuando Layún le arrebató el balón para ponerlo en juego. Saludos
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