La gran incógnita
antes de comenzar el partido era si concurriría a jugar Messi o su versión de
videojuego FIFA 2018. Y lo que apareció –por supuesto- fue la versión videojuego.
La de Messi pero también la del resto del equipo que no querían dejar solo a su
estrella. Todos no. Porque el portero Caballero quiso hacerse el retro y
apareció en versión Pong, aquel abuelo de los videojuegos actuales, elemental y
bidimensional que a la primera oportunidad le entregó la pelota a un delantero
croata. A este, conmovido allá en su seno, no le quedó otra opción que colar el
balón regalado en la portería. El gol bastó para hundir a los argentinos –dentro
y fuera del terreno- todavía más de lo que ya estaban. Un estado de parálisis
que Croacia aprovechó para colar un par de goles más perfectamente
tridimensionales. El juego terminó con los argentinos en el terreno –y fuera de
él- haciendo cálculos de cómo podrían clasificar a la siguiente fase sin tener
que salir del hotel en el que están concentrados. Tal vez echar un torneo de
FIFA 2018 con los nigerianos y esconderles el mando del videojuego.
¡Holocausto boludo! Y el pobre Messi no puede sacudirse la macacoa de Cristiano Ronaldo que con un equipo a todas luces inexistente, se las ha agenciado para buscarse faltas a su favor y anotar oportunamente para él solo guiar a su equipo a una casi clasificación. Saludos.
ResponderEliminarPor lo que puedo apreciar, lo que tienen los argentinos con el fútbol es francamente anormal, como si fuera algo de primera importancia y cosa de vida o muerte. Sospecho que tal mentalidad tenga bastante que ver con que todavía hayan muchos argentinos que se declaran “peronistas” como si eso fuera completamente sano y razonable. Por favor.
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