Raúl Flores, escritor de la llamada Generación Cero, (pues su entronización a la vida literaria se corresponde más o menos con los inicios del milenio) le dedica hoy en Diario de Cuba una reseña a mi libro "Elogio de la levedad" publicado
originalmente por la editorial Colibrí en el 2007 y reeditado este año por Hypermedia con la intención explícita de
distribuirlo gratuitamente en Cuba junto a otra serie de títulos. Y sí, me complace
que Flores haya dedicado unos cuantos párrafos a ese derivado de mis esfuerzos por cumplir las
exigencias de mi doctorado. En parte porque la propia existencia de la reseña
es prueba de que el libro ha accedido, gracias a los esfuerzos de Hypermedia, a
una sobrevida que ya no le imaginaba. En parte porque del reseñista, que tiene
la fortuna de no conocerme pesonalmente, he leído cuentos que me parecen
magníficos y siempre es agradable ser juzgado favorable y generosamente por personas
que uno respeta. Y complace más que a siete años de su primera edición y a
nueve de haber sido escrito su atento lector encuentre algún borde del qué resaltar su filo.
Dice:
Dice:
Los términos levedad y gravedad contrapuestos. En uno de los extremos: la maquinaria estatal de la Revolución cubana; en el otro, algo que aún no se sabe: lo invisible, lo inasible. Palabras fantasmales y una línea de fuga para esta literatura nacional cada vez más nacionalista (literatura institucional, para no decir institucionalizada, domesticada). Un volumen que puede asustar, o incomodar a los que dictan los parámetros de la cultura cubana. Un dorso que lastima, o agrada, pero nunca dejará indiferente al lector. Prosa filosa como fragmento de vidrio incrustado en el pie, en los ojos; lo que vendría después si no estuviéramos tan ocupados para darnos cuenta de que ya estuvo aquí, tocando a la puerta.
Apenas
le señala un defecto (de ahí que diga que es generoso) y es que “que el estudio
finalice en la década de los 90 del pasado siglo y no se interne en los
recovecos de la literatura nacional hecha a partir del XXI”. El defecto es tan
obvio como la excusa. A la altura en que fue terminado el libro (2005) era muy
poco a lo que pude acceder de lo publicado por la Generación Cero. No es hasta
fechas más o menos recientes en que he podido reunir textos como para hacerme
una idea de su perfil generacional. Y es cierto: aquellas ficciones leves que parecían ser
un matiz marginal en una literatura obsesionada -y no necesariamente al servicio de "la maquinaria estatal de la Revolución cubana"- con los grandes (y graves)
discursos de la Nación son ahora multitudes. Y claro que merecen reflexiones
y libros dedicados exclusivamente a esa literatura que viene emergiendo hace años, superadas las remoras que debimos arrastrar nosotros durante buen tiempo. Solo que
me temo que ellos están en mejores condiciones de juzgarnos a nosotros que a la
inversa.
Para leer la reseña completa pinchar aquí.
Ceros humanos.
ResponderEliminarUn buen lector para un buen libro.
ResponderEliminarFelicidades a ambos.