A veces la
perspectiva lo es todo. Como para Alejo Carpentier, informado y agudísimo
crítico musical quien sin embargo en “La música en Cuba” terminada en 1946 no
consigue ver la influencia norteamericana las posibilidades que no mucho después
hicieron realidad un Pérez Prado o un Beny Moré con su uso del big band. Decía
en las páginas finales de su libro:
Regresando al punto de partida, esos productos híbridos, dorados por el buen éxito pero despojados de savia popular y de autenticidad, contribuyeron a crear un confusionismo que bien puede significar la muerte de ciertos géneros musicales creados por las ciudades.
Pero la negligencia del gran escritor cubano es aún más
notoria si se piensa que a la música popular cubana, la única manifestación
artística verdaderamente universal que había dado la isla le dedicó apenas tres
páginas de las más de trescientas que componen su libro. Tan cerca tenía ese
fenómeno que no consiguió ver cómo en esos mismos años el son de la mano de
Arsenio Rodríguez y el danzón a instancias de la orquesta que dirigiera Antonio
Arcaño y en especial de los experimentos de los hermanos Macho y Cachao López
iban alcanzando nuevas dimensiones. Acusaba de empobrecimiento al arranque del
momento más rico de la música popular cubana y decía que
Por lo pronto, las orquestas de son al estado puro, tal como las conocimos en 1920, han desaparecido de los grandes centros urbanos, ante la presencia de conjuntos dotados de saxofones, trompetas y trombones.
A esa escasa distancia no logra distinguir al conjunto, que nunca en aquellos días llegó a usar saxos o trombones del instrumental bien distinto del jazz band. Ni reconocer el alcance de lo que ya lograba en Nueva York Machito y sus Afrocubans sentando las bases del jazz afrocubano. Y no se trata de regañar a título póstumo al más lúcido y enterado de nuestros historiadores de la música sino de que sirva como un ejemplo más de la siempre necesaria toma de una perspectiva adecuada.
Chico, parece que el Carpintero tenia un ladrillo en la oreja.Enrisco ahora que estas en el montuno,postea algo sobre Marcelino Guerra "Rapindey", que se menciona poco y el tipo era bueno, Merceditas fue su esposa,"Me voy pa'el pueblo", lo ha tocado medio mundo y aparece como de Merceditas,pero es de el.Busca cuando puedas "Adios Carmelina"de Arsenio Rodriguez, ahi vas a oir la voz de Rapindey,la segunda pagina es la mejor version, con fotos etc.
ResponderEliminarCarpentier no nació (ni murió) en Cuba, y sus padres no eran cubanos. La lucidez que yo asocio más con él es la de estar muy claro con respecto a lo que requería el éxito literario que él buscaba, incluyendo el muy codiciado Premio Nobel. Sabía muy bien que no era solamente cuestión de talento, sino de política, y que ser de izquierda era mucho más rentable que no serlo. Eso se puede llamar ser práctico y realista, aunque se puede llamar otras cosas. En fin, eligió el maridaje con el castrismo, algo que hicieron muchos de menor talento (si alguno), pero que no hicieron otros al nivel de Carpentier, como Lezama. Por supuesto, el talento es una cosa y la calidad humana o la entereza es otra, y no tienen que concordar. Lástima.
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