Hoy,
me recuerda mi amigo Ernesto Fumero se cumple medio siglo de un discurso de Fidel Castro que marcaría la política de represión social de la llamada (científicamente)
Revolución Cubana. Cada 13 de marzo, el discurso de la conmemoración del
fallido asalto al Palacio Presidencial por el Directorio Revolucionario (aunque
la mayoría de los asaltantes provenían del “autenticismo” algo que se borró de
la historia oficial) era destinado a abordar los "problemas internos" del país. El año anterior había sido aprovechado para lanzar un ataque contra
las ORI y el de 1968 para impulsar la Ofensiva Revolucionaria con la que destruyeron los residuos de economía privada que quedaba en el país. El discurso de
1963 fue respecto a las llamadas “indisciplinas sociales” (desde la
delincuencia común y la “vagancia”, hasta los grupos religiosos fuera de su
estricto control, los jóvenes que escuchaban música occidental y los homosexuales)
lo que las “Palabras a los intelectuales” de 1961 al campo de la cultura: nunca
antes ni después Fidel Castro habló tan claro de esos temas y las ideas que sustentaba se convirtieron en la
norma con la que los “verdaderos revolucionarios” han enfrentado estos temas
por décadas. Entre los procesos que pueden atribuir su inspiración a este
discurso están las UMAP, la ley contra la vagancia, la ley de peligrosidad
social, la demolición total del sistema jurídico republicano y la aplicación
entusiasta de la pena de muerte a delitos comunes.
Sobre los homosexuales y rockeros (por el modo en que se refiere a ellos evidentemente para él se trata de la misma cosa):
Entonces, mucha de esa gente están en esos sitios: en los billares, en las esquinas, en los bares; quedan muchas cosas. Pero hay que estudiarlas, hay que estudiarlas. Lo importante es el principio, el principio de que no podemos permitirles aspirar a vagos.(DEL PUBLICO LE DICEN: “¡Los flojos de pierna, Fidel!”, “¡los homosexuales!”) ¡Un momento! Es que ustedes no me han dejado completar la idea (RISAS Y APLAUSOS). Muchos de esos pepillos vagos, hijos de burgueses, andan por ahí con unos pantaloncitos demasiado estrechos (RISAS); algunos de ellos con una guitarrita en actitudes “elvispreslianas”, y que han llevado su libertinaje a extremos de querer ir a algunos sitios de concurrencia pública a organizar sus shows feminoides por la libre.
Que no confundan la serenidad de la Revolución y la ecuanimidad de la Revolución con debilidades de la Revolución. Porque nuestra sociedad no puede darles cabida a esas degeneraciones (APLAUSOS). La sociedad socialista no puede permitir ese tipo de degeneraciones. ¿Jovencitos aspirantes a eso? ¡No! “Arbol que creció torcido...”, ya el remedio no es tan fácil. No voy a decir que vayamos a aplicar medidas drásticas contra esos árboles torcidos, pero jovencitos aspirantes, ¡no!
Fundamento “teórico” de las UMAP como método para "enderezar" las "desviaciones" sociales y sexuales:
Hay unas cuantas teorías, yo no soy científico, no soy un técnico en esa materia (RISAS), pero sí observé siempre una cosa: que el campo no daba ese subproducto. Siempre observé eso, y siempre lo tengo muy presente.
Estoy seguro de que independientemente de cualquier teoría y de las investigaciones de la medicina, entiendo que hay mucho de ambiente, mucho de ambiente y de reblandecimiento en ese problema. Pero todos son parientes: el lumpencito, el vago, el elvispresliano, el “pitusa” (RISAS). ¿Y qué opinan ustedes, compañeros y compañeras? ¿Qué opina nuestra juventud fuerte, entusiasta, enérgica, optimista, que lucha por un porvenir, dispuesta a trabajar por ese porvenir y a morir por ese porvenir? ¿Qué opina de todas esas lacras? (EXCLAMACIONES.) Entonces, consideramos que nuestra agricultura necesita brazos (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”); y que esa gusanera lumpeniana, y la otra gusanera, no confundan La Habana con Miami. Parece que no han adquirido conciencia clara del país que están viviendo, y parece que pretenden ignorar que el proletariado tiene la mano dura, porque trabaja duro, con hierros. Y el proletariado tiene la mano dura cuando hay que tenerla. Serenamente sabe tener su mano dura cuando hay que tenerla, sin extremismos. Somos enemigos de los extremismos, somos enemigos de los métodos incorrectos, somos enemigos de la chapucería; pero eso no quiere decir que la Revolución no tenga la mano dura y que nuestros trabajadores no tengan la mano dura, porque nuestros trabajadores saben que el enemigo imperialista la tenía dura, y muy dura.
Sobre
los delitos comunes, el sistema penal y la aplicación de la pena de muerte:
Mientras puedan salir a la calle con una fiancita de 100 pesos, esos negocios organizados, porque ellos tienen su red de distribución y de comercialización de los productos que obtienen con el robo, no les cuesta ningún trabajo obtener los 100 o los 200 pesos a los ladrones. A veces emplean niños, lo cual es peor, emplean menores de edad para penetrar en las casas y abrirlas. Resultado: la necesidad de tomar medidas severas. En primer lugar exclusión de fianza (APLAUSOS); pero eso no es suficiente, quien roba en un domicilio donde se encuentra una familia, es decir que robe con el peligro para la familia de ser víctima de la agresión física, es decir robo con violencia en el domicilio y en las personas, pena capital (APLAUSOS PROLONGADOS). Quien robe haciéndose pasar por un agente de la autoridad, pena capital (APLAUSOS); y quien robe empleando menores de edad, con tanta más razón pena capital (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Fidel, paredón para el ladrón!”).
El delincuente como plaga:
Nosotros sabemos, nosotros sabemos que el delincuente es un producto de la sociedad, que el delincuente es un producto de esa sociedad abolida; pero no por eso podemos dejar de tomar medidas para proteger a las familias, para proteger a la sociedad de ellos, para proteger al pueblo de sus actividades. No podemos dejar de tomar medidas drásticas, porque de otra manera quedaría la sociedad expuesta al libre albedrío de estos elementos antisociales. Y hay que combatirlo como se combate una enfermedad, como se combate una plaga, como se combate una epidemia.
Sobre “vagos” y “parásitos”:
Que la Revolución no tiene ninguna obligación de tolerar vagos, no tiene ninguna obligación de tolerar parásitos; la Revolución sostiene al joven, al enfermo, al inválido, al viejo, todo para ellos; son los únicos que tienen derecho a vivir del trabajo de los demás: los niños, los enfermos, los inválidos y los ancianos. ¿Pero vagos, vagos viviendo de los demás? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Por qué? ¿Creen acaso que nuestro proletariado va a estar dispuesto a romperse la vida trabajando en nuestras fábricas y en nuestros campos produciendo para ellos? ¿Qué derecho tienen? ¡Ningún derecho! Y que se despabilen, y que anden derecho, y que sepan que aquí tienen que trabajar para vivir (APLAUSOS) Claro, por ahí anda un espécimen, otro subproducto que nosotros debemos de combatir. Es ese joven que tiene 16, 17, 15 años, y ni estudia, ni trabaja; entonces, andan de lumpen, en esquinas, en bares, van a algunos teatros, y se toman algunas libertades y realizan algunos libertinajes. Un joven que ni trabaje, ni estudie, ¿qué piensa de la vida? ¿Piensa vivir de parásito? ¿Piensa vivir de vago? ¿Piensa vivir de los demás? Si los imperialistas no los reciben allá en su “mundo libre”, que se preparen también a trabajar (APLAUSOS).
Sobre
la condición política, “contrarrevolucionaria” de la “indisciplina social”:
Porque, señores, no se olviden de esto, sobre todo ustedes, jóvenes; no se olviden de esto, ténganlo siempre presente: que al igual que la Revolución une lo mejor, lo más firme, lo más entusiasta, lo más valioso; la contrarrevolución aglutina a lo peor, desde el burgués hasta el mariguanero, desde el esbirro hasta el ratero, desde el dueño de central hasta el vago profesional, el vicioso; y todo ese elemento se junta para dar batalla a la ley, y a la Revolución, a la sociedad, para vivir de vagos, para estorbar. Todo, lo peor, se junta. No lo olviden nunca, no lo olviden nunca.
Sobre
los grupos religiosos:
Predican que la bandera no debe jurarse, y les dicen a los padres: “no mandes a los niños a las escuelas el viernes para que no juren la bandera”. ¿Y es que nuestra patria —patria que ha tenido que luchar tanto por su independencia y por su bandera, patria que ha dejado tantos héroes en el camino, patria que por su destino ha dado la vida de tantos jóvenes, de tantos trabajadores, de tantos campesinos, de tantos hombres y mujeres dignos— puede tolerar que nadie predique esa irreverencia contra la patria, esa irreverencia contra la bandera? (EXCLAMACIONES DE: “¡Paredón, paredón!”)
¡Y a esos enemigos hay que desenmascararlos ante las masas, hay que ponerlos en evidencia ante las masas! Y las masas proletarias, y las masas campesinas, y los estudiantes, y los trabajadores intelectuales, que han tenido la oportunidad de adquirir una mayor cultura, una actitud más científica, deben combatir la mentira, la superstición, la superchería y, por encima de todo, la farsa contrarrevolucionaria que pretende ocultarse bajo el velo del sentimiento religioso. Porque son enemigos de la Revolución, son enemigos del proletariado, son enemigos de los campesinos, son enemigos de la patria y son instrumentos de los imperialistas. Y nuestro pueblo los conoce bien, sobre todo en los campos, a esos pseudo-religiosos. Y, como dice un compañero, son conocidos uno de esos grupos con el nombre de los batiblancos por nuestros campesinos y nuestros milicianos —batiblancos con “B”—, porque han aparecido en muchos de esos sitios. Y son tres, principalmente, esas sectas, los principales instrumentos hoy del imperialismo, y son: los testigos de Jehová (ABUCHEOS), el bando evangélico de Gedeón (ABUCHEOS) y la Iglesia Pentecostal (ABUCHEOS).
Quien le hubiera podido poner una bola de cristal a ese proletariado enardecido que gritaba "paredon", para que se vieran 50 annos despues viejos, cagalitrosos y desharrapados, sonnando con los parientes-escoria que emigraron...
ResponderEliminarLa doble moral de la bestia de Birán. Criticaba al vago y no había trabajado un puto día en su vida. Amenazaba al criminal nacional y al mismo tiempo ensamblaba bandas de atracadores de bancos y secuestradores por rescate en toda América. Y la multitud feliz de alacranes chupatranca.
ResponderEliminarY despues critican a Hitler...no jodan !
ResponderEliminarY hay que oír a la Mariela, quitándoles culpas, que el pobre Fidel "no sabía nada", ni del UMAP, porque siempre estaba muy ocupado en otras cosas mas importantes.
ResponderEliminarLeyendo unas cuantas de las citas textuales de los primeros discursos del atorrante en jefe, compruebo que no sólo él representaba lo peor de intolerancia y feroz represión que podía tener en la cabeza un cubano de la época. Era apoyado con gritos feroces, ya sea de sus propios agentones metidos en la multitud o de civiles comunes haciendo gala y eco gozoso de impúdica ansia de represión y unanimidad forzada, mas firmemente respaldado con aplausos, gritos y hasta mudez incluso por los que no estuvieran del todo en esa neura y permanecieran allí ante el temor de ser considerados no-confiables. Castro era el síndrome visible, la punta del iceberg; el pueblo cubano era la enfermedad, el enorme bloque de hielo sumergido.
ResponderEliminarLos pocos noticieros fílmicos de aquella época que he podido ver en estos tiempos me refrescan la turbia memoria de lo que presencié de niño. Muestran rostros entusiasmados en las continuas y arrolladoras acometidas para lograr estar bien próximos a la tribuna donde se pronunciaba la "verdad" del momento, lo que había que pensar, y todo era abrumado de aplausos entusiastas, desde los hombres con rostros de ojos inamovibles del líder, pasando por los mayores con bocas incapaces de cerrarse, de labios temblorosos, hasta terminar en mujeres que habían abandonado las sayas plisadas y blusas bordadas, y ahora austeras, casi sin cosméticos y monótonamente uniformadas, aullaban y aprobaban todo con rudos aplausos, pasándose el dedo por la garganta y sonriendo a la cámara con la palabra "¡Paredón!" repetidas una y otra vez con sonrisas abiertamente cómplices.
¿Qué queda de aquellas gentes súbitamente intolerantes y sovietizadas en un santiamén?¿Del bienestar que gozaban y que consideraban que se sostenía por sí mismo? También en Cuba hubo, como en Venezuela de estos años, un líder carismático y donador de lo que no era suyo, de lo que despojaba a otros a nombre de la igualdad y la unidad, y como es en ese país vecino, fue dejando pobreza absoluta en la mayoría y miseria moral en todos.
¿Le echamos la culpa a la generación de entonces, la que ayudó a soldar las cabillas de la cerca donde se iba a dejar encerrar? No me atrevo a tanto. Si ahora mismo hubiera con qué empezar una política de abundantes gratuidades, no me atrevo a decir que una difusa mayoría, pero sí una decidida minoría apoyaría cuanta cosa totalitaria se pusiera a soltar por las fauces cualquier carcamal de la dirigencia o un nuevo intolerante más joven. Desgraciadamente, hay mucha gente que prefiere ser mantenido o comprado con gratuidades, y todavía una mayor cantidad que siempre intenta rehusar acudir al fatigoso expediente de pensar y decidir por sí mismos.
Anónimo 7:01,
ResponderEliminarGuarda mucha verdad lo que escribes. Yo también siendo fiñe fui testigo a través de la televisión y en persona de algunos eventos acontecidos durante el primer lustro de la década del 60.
Todavía guardo el recuerdo de la cara de un niño que vino de visita a nuestra casa un domingo con unos adultos. Yo no conocía a nadie; mi impresión era que estaban relacionados con la masonería, a la cual mi viejo pertenecía. Mi mamá nos recalcó a mi hermano y a mí que fuésemos atentos con el muchachito, que jugáramos con él porque al papá lo habían fusilado recientemente. ¿Qué pensamientos se revolvían dentro de la cabeza de aquel niño, y de qué acusaron y cómo juzgaron a su padre?
Lo triste del asunto es que la historia se repite después de todas las experiencias vividas, en un mundo donde la información es casi instantánea.
Saludos.