Un reconocimiento
a las telenovelas: en el campo de la igualdad de género se está avanzando
notablemente. Allí los hombres siguen tratando a las mujeres como si fuese la
pintura del carro. No dejan que nadie se la raye pero luego empotran el carro
con pintura y todo contra el primer árbol que encuentran en el camino y no pasa
nada. “Mi amor, estaba borracho y no sabía lo que hacía” y las mujeres, claro,
son más comprensivas que Jesucristo en la cruz. Pero al menos en cuestiones de
ombligos hay cierta equiparación e incluso cierta ventaja en el caso de las
mujeres en su derecho a apreciar la anatomía masculina y es raro el personaje
joven que aparezca con camisa a excepciones de bodas y velorios.
En este capítulo
se trataba de una boda así que la ración de ombligos se contrajo bastante a
favor del dramatismo. La mala, una rubia de ojos azules y ombligo precioso se
encara con los asistentes al banquete de bodas lo que equivale a decir todo el
pueblo menos ella. Cualquiera la entiende. La improvisada asamblea de rendición
de cuentas que se establece a continuación se parece más bien a una de esas
escenas en las que un pueblo entero decide, armados con tridentes y antorchas,
a linchar a Frankenstein o a cualquier otro monstruo que toque en ese momento. La
mala le echa en cara a la buena su dejadez a la hora de repartir invitaciones
para luego pasar a un complicado asunto de paternidades. Por suerte entre la
multitud se encuentra en médico del pueblo que se las sabe todas y está
dispuesto a mostrar las pruebas del ADN. La mala no se achicopala y retuerce el
árbol genealógico de la protagonista: es su tía pero también fue la amante de
su padre así que viene a ser también su madrastra y luego viene una larga
explicación en la que me pierdo como cuando los candidatos presidenciales
empiezan a discutir de economía.
Por suerte
siempre aparece el médico para aclararlo todo porque lo mismo le escuchó las
últimas confesiones al padre de la protagonista antes de morir que le curó cierta
enfermedad venérea. (Esto último no lo dice pero se puede inferir por ciertas
miradas a la mala que pueden significar: ¿dónde adquiriste esa cepa tan rara de
gonorrea africana sin haberte movido de México?). Más miradas penetrantes y ya
aparecen los anuncios de lo que será el Gran Final de Ombligos de pasión. Fácil
es encontrarle defectos a una trama que funciona por una lógica tan ajena a
nuestras vidas rutinarias y a cualquier especie de las esponjas para arriba. Lo
difícil es explicar la fascinación que producen en buena parte del mundo más
allá de la multiplicación de ombligos. Pretendemos estar en el siglo veinte y
uno cuando en realidad la mayor parte de la narrativa que entra en nuestras
casas ya era vieja en tiempos de Esquilo. De cualquier manera ¿alguien me
cuenta en qué terminó Abismo de pasión? No creo que podría sobrevivir a la posibilidad de que la mala se salga con la suya.
enrisco la jeva berria con cojone contigo acere afloja
ResponderEliminarsandokan
Yo por suerte me libro de cosas como esas por estas latitudes. Lo que sí me recordó es el sketch "Qué hora es?" que he visto en youtube.
ResponderEliminarla verdad es que para no verlo basta que no busques el canal. de ahi mi descripcion de las circunstancias en que vi ese capitulo. luego de 15 años sin ver eso uno esta mas preparado para ver las diferencias y la unica que vi fueron los ombligos.
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