Hoy, gracias a Alejandro Armengol, fui conservador por cinco minutos. Según el articulista conservadores son los que “obedecen a un pensamiento que no se sustenta en un conjunto particular de principios ideológicos, sino más bien en la desconfianza hacia todas las ideologías”. Y la verdad es que me sentí aliviado al leerlo y hasta lo hubiera llamado para agradecérselo de haber tenido su teléfono. En parte porque pocas cosas son más importantes que saber qué es uno mismo y ya había perdido toda esperanza de encontrarle un nombre para la desconfianza que siento hacia las ideologías (que como se sabe son una forma de tener respuestas antes de haberse hecho las preguntas). El problema fue que mi nueva condición política me duró el tiempo que me demoré en convencerme que no iba a encontrar ningún diccionario que esté de acuerdo con Armengol (aunque eso de buscar la confirmación en la autoridad del diccionario me ratifique como conservador). Resulta que los conservadores “favorecen tradiciones y que son adversos a los cambios políticos, sociales o económicos radicales, oponiéndose al progresismo”. Y yo la verdad es que no tengo nada a favor de las tradiciones excepto las que incluyan música y cerveza ni en contra del progresismo excepto el “ismo” y la bobería. Que son uno los dos que diría Martí.
Todo esto pone de relieve un dilema que enfrentan los cubanos al salir del sitio donde adquirieron sus primeras nociones de política junto a otra amplia gama de bacterias intestinales. Me refiero al de la traducción. ¿Cómo traducir los instintos políticos de cada cual en un medio totalmente diferente? Recuerdo una jinetera que se proclamaba orgullosamente socialista porque esa era la ideología del vasco que la había sacado de Cuba. El mismo orgullo y convicción con que aquella mulata de Centro Habana -de haberse casado con otro de los turistas que volaban en el mismo avión- se hubiera definido como nacionalista vasca. Los hay más apegados a los conceptos y ahí todo se complica más. Empezando porque no hay nada más conservador –y en eso Armengol y yo estamos de acuerdo- que lo que en Cuba se considera revolucionario. Revolucionarios son los que inventaron los principios innegociables y el socialismo irreversible y se aferran a ideas que Stalin habría encontrado pasadas de moda. No menos confuso es el concepto de anticastrismo que para mí cae en la misma categoría que el antiesclavismo, o sea, algo que a estas alturas no merece ni ser discutido por simple respeto a la condición humana. Habrá quien lo confunda con la nostalgia por la época en que los marines tomaban las estatuas de Martí por urinarios públicos y los estudiantes se consideraban una pieza de caza mayor. Una época que como toda construcción nostálgica nunca existió y así se confunde 1946 con 1949, Prío con Grau o con Batista (cuando no con el Conde de Valmaseda). Pero nada de eso tiene que ver con el presente o el futuro. Y mucho menos con el pasado.
Nostalgias hay para todos los gustos pero no son, no pueden convertirse en política, como no lo es el deseo de un profesor de Yale de que los futuros campeonatos cubanos de béisbol se disputen entre Almendares, Habana, Cienfuegos y Marianao. O la nostalgia de los que no teniendo recuerdos tan distantes desean que Cuba vuelva a ser la de los ochenta, un mundo mítico ubicado entre la estampida del Mariel y el fusilamiento de Ochoa y en el que las pizzas valían $ 1.20. Pero la insistencia en traducirse políticamente a otro contexto es más peligrosa que la nostalgia. Sobre todo cuando la circunstancia original es tan pobre que de momento solo le caben disyuntivas tan elementales como democracia y dictadura. Y tan difusa que el régimen llama contrarrevolucionario lo mismo a un defensor de los derechos humanos que a alguien que exija la reinstauración del Tercer Reich mientras que nadie se puede llamar contrarrevolucionario sin sentirse, al menos en el caso cubano, tan anacrónico como un cazador de dinosaurios. Porque por nostálgico que uno sea no tiene sentido oponerse a algo que hace mucho tiempo dejó de existir. Y no puede haber otra prioridad si hablamos de política y de Cuba de hacer de ese viejo laboratorio del aguante humano un país más o menos traducible porque de momento la mayoría de las palabras que usamos para entenderlo (revolución, socialismo, principios, ideología) le sobran.
Sólo entonces cada cual podrá sacar su agenda política. Sólo entonces tendrá sentido entrar en detalles.
Sólo entonces cada cual podrá sacar su agenda política. Sólo entonces tendrá sentido entrar en detalles.
Para mi lo que ocurrio en Cuba nunca tuvo que ver con ideologia ni con socialismo. Esto ultimo fue solo el adorno-envoltura que nos presentaron a los cubanos y al resto del mundo, debajo del cual se escondia el verdadero proposito. La realidad es que cuando Fidel Castro bajo de la Sierra, fue como cuando el joven Vito Corleone disparo a Don Fanucci. Fue la accion necesaria que permitiria al mafioso en ciernes tomar las riendas de lo que seria un gran emporio, sembrar una mezcla de fascinacion y miedo en muchos y emplear todos los metodos necesarios para lograr su objetivo, el poder absoluto. Por eso para mi las palabras "contrarevolucionario", "ideologia", etc no tienen ningun sentido.
ResponderEliminarFuera de Cuba están las jineteras, es verdad. Están también generaciones de cubanos que por sus méritos académicos buscaron su lugar fuera a través de una universidad o centro de estudios o de investigación. Estas personas han debido interpretar e interactuar con la realidad política que los rodea en el país que los acogió. Se pueden leer sus testimonios en cuanto blog hay por ahí, entre ellos, muy destacado por la inmejorable calidad de sus ideas: este blog de Enrisco.
ResponderEliminarCuando el campo de opciones políticas para los cubanos no sean los extremos, los estereotipos, Cuba contará con una generación del destierro que viene de vuelta de una diversidad de situaciones políticas bien extensa, y una vasta experiencia colectiva recogida en sus países de acogida.
Esta generación además todavía está lo suficientemente cerca del experimento stalinista insular para comparar, rescatar, hacer un aporte válido.
A Estas de acuerdo o no con Armengol? Queda claro que no compartes algunas nociones que el propone pero cuando leo ambos articulos las afinidades me parecen mucho mas notables que las diferencias.
ResponderEliminarversion corta: ekelekua. eso mismo pienso yo lo que lo digo un poco mas enredado.
ResponderEliminaranonimo 14:27: no me interesa estar en desacuerdo con Armengol y hasta me alegra que estemos de acuerdo en un varias cosas importantes. pero los articulos parten de enfoques muy distintos. el insiste en la traduccion de vocablos politicos americanos que no tienen sentido en Cuba y viceversa y yo creo que esas traducciones añaden mas confusion. AA insiste en dotar de sentido palabras que para mi no lo tienen cuando la prioridad para mi es la democracia y los derechos humanos. el insiste en mezclar la politica americana y la cubana y yo (aunque no lo digo en el articulo) lo mantengo como cosas aparte. nunca he votado por un presidente o partido norteamericano por lo que dicen que van a hacer con Cuba sino por lo que van a hacer con los Estados Unidos. el es ideologicamente democrata y yo soy desideologicamente independiente.
Pero no crees que tu posicion supone mantener el mito de la excepcionalidad cubana y reforzar el de la excepcionalidad norteamericana? Que los americanos hayan invertido categorias politicas tan centrales como el concepto de liberal ya hace bastante opaco el panorama politico americano y si ahora el caso de Cuba anade nuevas opacidades realmente no creo que avancemos mucho. Los cubanos protestamos porque nadie nos entiende pero lo que tu argumentas parece justificar e incluso ontologizar esas incomprensiones.
ResponderEliminarno ontologizo. me explico. Cuba es una dictadura de mierda como tantas que en el mundo han sido y son. una mafia, como dice version corta. nada de excepcional. pero es muy dificil que nos entienda gente que no haya pasado por eso. para ellos es otro universo. la unica metafora funcional que se me ocurre aunque un poco burda es la de la esclavitud. pero hay que reconocer que hasta como esclavos somos rarillos. al año ya estamos de vuelta al barracon porque lo extrañamos.
ResponderEliminarhablar de ideologias por otro lado es hacerles un favor y encima entender muy poco. como discutir si Vito Corleone es de derecha o de izquierdas. el castrismo ha reducido la situacion politica cubana a un nivel muy elemental (aunque su realidad social sea por otro lado muy compleja). a la objecion martiana de que un pais no se gobierna como un campamento FC le ha respondido que si, siempre que se empiece por convertir al pais en campamento, finca particular, potrero, bastante improductivo, por cierto.
estados unidos si me parece un pais muy raro, excepcional como dices tu. armado a partir de ideas antes que de tribus y es lo que les hace tan dificil entender el mundo, traducirlo y traducirse ellos mismos mientras que por otro lado puede parecerle tan comprensible a cualquiera porque los codigos culturales parecen muy sencillos y universales. si vives aqui me imagino que me entiendas y si no me sera imposible explicartelo.
Enrisco: Pataleamos aqui por vida sin querernos convertir en lo inevitable: No somos de un lado ni de el otro, de este lado seremos siempre menos que y a aquel lado nunca regresaremos pues ya no existe. Que nos queda? nuestros hijos y lo que podria haber sido con nuestras memorias. Gracias.
ResponderEliminarEnrisco,ustedes estan volando muy alto;para entender a Cuba y a los cubanos hay que mezclar tres cosas:MAFIA,ESCLAVITUD Y BAYU.Todo a partes iguales.
ResponderEliminarNota:No agregarle ni agua batirlo en seco.
Enrisco, pero si tu tienes razon, y es probable que la tengas, entonces no hay nada que discutir. No le veo el sentido a teorizar y a escribir sobre una banda de mafiosos salvo que sea en ficcion y que se haga algo tan bien contado como Los Sopranos.
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