Se insiste en los últimos tiempos en hablar de una clase media en Cuba. No se trata de esos arribistas de última hora que vendiendo croquetas y estirando pelos intentan ascender en la resbalosa escala social cubana sino de los que llevan rato intentando –por medios estrictamente legales- afirmarse en la pirámide justo debajo de los aristócratas que ganaron sus marquesados a tiro limpio en la Sierra Maestra y de su extensa descendencia. Hablo de artistas, empleados del turismo, pioneros del alquiler de habitaciones o casas a extranjeros, funcionarios reconvertidos al capitalismo light entre otras ocupaciones que demandan ciertos privilegios derivados de una relación cordial y fluida con el poder. Llamarlos “clase media” sería una imprecisión en un país donde el medio lo ocupa un profundo vacío. Definirlos como mediocracia es mucho más justo y estos son algunos de sus rasgos más notables.
-Carecen de programa o manifiesto ideológico a excepción quizás de la película “Habanastation” que les ha permitido convencerse que en Cuba habitan los marginales más bondadosos y educados del universo con los que podrán vivir en armonía siempre que haya una pantalla –de cine o de computadora- por medio.
-Creen firmemente en la meritocracia que es el modo de convencerse de que todos los beneficios de que disfrutan se deben únicamente a sus esfuerzos y no a privilegios otorgados por buena conducta.
-No son castristas. El apellido Castro apenas le recuerda un pasado lejano, posiblemente un catcher pinareño. Ah y también al de la directora del CENESEX, una tipa buenagente y cool cantidad.
-No obstante conservan con la dedicación nostálgica de los coleccionistas todas las señas de identidad del castrismo sentimental: una profunda espiritualidad en oposición a las vulgares exigencias del mercado; antiamericanismo militante y abstracto; terca afición por “la canción que comprometa su pensar” (puede incluirse a Ricardo Arjona aunque no es obligatorio); definida división del mundo en izquierda y derecha en que por supuesto se alinean con la primera. Sienten una profunda simpatía con los oprimidos de todo el mundo y un estilo de vida acorde a sus convicciones: pacientes acumuladores de cuanta pacotilla exista no les molestaría compartir barrio con un negro siempre que este haya sido nominado al premio Grammy al menos una vez en la vida. Deportistas no porque a esos les gusta poner reguetón a todo meter y a toda hora.
-Son nacionalistas por gusto y cosmopolitas por necesidad. Si viajan cada vez que pueden es para comprobar por efecto del contraste la profunda justicia del sistema cubano -a pesar de ciertos defectos que son los primeros en reconocer- y lo mucho que extrañan los frijoles negros y a la gente del barrio. No se imaginan viviendo fuera de Cuba porque eso los privaría de su fuente de inspiración aunque sea para alquilar habitaciones. Les parece una lástima que al resto de la gente en Cuba no la dejen salir para que llegaran a las mismas conclusiones.
-En política son decidida y firmemente neutros. El único partido que apoyan y por el que votarían si tuvieran oportunidad de hacerlo es el Partido Demócrata norteamericano porque son más generosos al otorgar visas.
-Su neutralidad en política no los priva de tener profundas exigencias éticas forjadas en la humildad y el equilibrio. Si ven en un video que los parapolicías de siempre golpean a las Damas de Blanco la primera frase que les pasa por la mente es “A esas nadie las conoce. Ellas hacen eso por afán de protagonismo”. De todas maneras eso le parece comprensible. Lo que no entenderían es que una Dama de Blanco le metiera un palazo por la cabeza a un policía de civil porque si hay algo que rechazan es la violencia y la intolerancia.
-La palabra “Miami” les tuerce el rostro. “Hialeah” les produce arcadas. Pero no por razones políticas sino estéticas. “Allá no hay cultura, todo está lleno de mediocridad”, dicen. Allá sólo viajan por cuestiones familiares o de trabajo y es que donde único se puede vivir allí es en Coral Gables, porque les recuerda a Miramar. O en la isla donde vive Gloria Estefan, “pero eso es carísimo” afirman.
-Son gente de principios firmes pero flexibles. Si algún día la cosa se les pone difícil desembarcarían definitivamente en Miami sin complicarse la vida. En cuestiones de principio son marxistas, como Groucho: “Estos son mis principios y si no le gustan... pues tengo otros”.
-Carecen de programa o manifiesto ideológico a excepción quizás de la película “Habanastation” que les ha permitido convencerse que en Cuba habitan los marginales más bondadosos y educados del universo con los que podrán vivir en armonía siempre que haya una pantalla –de cine o de computadora- por medio.
-Creen firmemente en la meritocracia que es el modo de convencerse de que todos los beneficios de que disfrutan se deben únicamente a sus esfuerzos y no a privilegios otorgados por buena conducta.
-No son castristas. El apellido Castro apenas le recuerda un pasado lejano, posiblemente un catcher pinareño. Ah y también al de la directora del CENESEX, una tipa buenagente y cool cantidad.
-No obstante conservan con la dedicación nostálgica de los coleccionistas todas las señas de identidad del castrismo sentimental: una profunda espiritualidad en oposición a las vulgares exigencias del mercado; antiamericanismo militante y abstracto; terca afición por “la canción que comprometa su pensar” (puede incluirse a Ricardo Arjona aunque no es obligatorio); definida división del mundo en izquierda y derecha en que por supuesto se alinean con la primera. Sienten una profunda simpatía con los oprimidos de todo el mundo y un estilo de vida acorde a sus convicciones: pacientes acumuladores de cuanta pacotilla exista no les molestaría compartir barrio con un negro siempre que este haya sido nominado al premio Grammy al menos una vez en la vida. Deportistas no porque a esos les gusta poner reguetón a todo meter y a toda hora.
-Son nacionalistas por gusto y cosmopolitas por necesidad. Si viajan cada vez que pueden es para comprobar por efecto del contraste la profunda justicia del sistema cubano -a pesar de ciertos defectos que son los primeros en reconocer- y lo mucho que extrañan los frijoles negros y a la gente del barrio. No se imaginan viviendo fuera de Cuba porque eso los privaría de su fuente de inspiración aunque sea para alquilar habitaciones. Les parece una lástima que al resto de la gente en Cuba no la dejen salir para que llegaran a las mismas conclusiones.
-En política son decidida y firmemente neutros. El único partido que apoyan y por el que votarían si tuvieran oportunidad de hacerlo es el Partido Demócrata norteamericano porque son más generosos al otorgar visas.
-Su neutralidad en política no los priva de tener profundas exigencias éticas forjadas en la humildad y el equilibrio. Si ven en un video que los parapolicías de siempre golpean a las Damas de Blanco la primera frase que les pasa por la mente es “A esas nadie las conoce. Ellas hacen eso por afán de protagonismo”. De todas maneras eso le parece comprensible. Lo que no entenderían es que una Dama de Blanco le metiera un palazo por la cabeza a un policía de civil porque si hay algo que rechazan es la violencia y la intolerancia.
-La palabra “Miami” les tuerce el rostro. “Hialeah” les produce arcadas. Pero no por razones políticas sino estéticas. “Allá no hay cultura, todo está lleno de mediocridad”, dicen. Allá sólo viajan por cuestiones familiares o de trabajo y es que donde único se puede vivir allí es en Coral Gables, porque les recuerda a Miramar. O en la isla donde vive Gloria Estefan, “pero eso es carísimo” afirman.
-Son gente de principios firmes pero flexibles. Si algún día la cosa se les pone difícil desembarcarían definitivamente en Miami sin complicarse la vida. En cuestiones de principio son marxistas, como Groucho: “Estos son mis principios y si no le gustan... pues tengo otros”.
Metiste pesca'o.
ResponderEliminarNada que agregar.
¡¡Muy bueno!! Enrique, me alegra comprobar que sigues en plena forma.
ResponderEliminarUn abrazo.
También esta nueva clase se acerca a la religión de forma entusiasta. El american style es su vestuario y estética favorita. Si hacen una obra de arte preferiblemente un nombrecito anglo. Nada mejor que hacer ver que tienen de todo y más que los que se fueron. Es un sistema de vida macho. Un sistema que se han creado para poderse tragar aquello. Se les destruye a cada rato y lo rápido que lo vuelven a armar. Genial esta disección
ResponderEliminarLo peor es como hay.
ResponderEliminary lo amiguito que eres de algunos de ellos.
ResponderEliminarte picó? lo siento, pero no estaba pensando en ti.
ResponderEliminary sus hijos piensan que 'buena fe' es lo máximo.
ResponderEliminarÑoj... retrataste, por ejemplo, a Eduardo del Llano.
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