Alguna vez había recomendado en este blog lo poco que se podía encontrar en youtube del grupo Qva Libre. Ese poco era prometedor pero hasta ahora no había podido escuchar sus dos discos completos: "Resistencia y reciclaje" y "Sueños rotos". Y fue una sorpresa muy agradable. Sobre todo el primero. Uno de los discos más entretenidos que he escuchado en los últimos tiempos. Las canciones parecen mucho más largas de lo que son no por tediosas sino por la cantidad de materia musical de que están rellenas: rock, hip hop, timba, reggae, jazz y un largo etcétera dominado por la influencia más o menos reconocible de grupos nacionales como Los Van Van, Irakere, Athanai, Superávit, Habana Abierta o Boris Larramendi. Más divertidos que los reverenciados Interactivos (muy bueno, por cierto, su último disco) y bastante menos pretenciosos. La gracia para combinar toda la música que recorren, su fluidez, es su principal y mejor atributo. Como si escaparan del manierismo, la rutina, que impone cada uno de los géneros que abordan a través de los demás. Sueños rotos” (ganador de premios en el último Cubadisco) es bastante más ligero musicalmente, menos sorpresivo, con canciones que no desentonarían en la banda sonora de Habana Blues -esa Habana Abierta con derrame cerebral- pero aún así se puede escuchar sin disgusto.
Las letras de las canciones (la lírica como se impone decir en estos días no por lirismo sino por anglicismo) merece párrafo aparte. No exactamente por buenas sino más bien porque uno cae en la tentación de sugerirles que las cantaran en arameo y así evitarse esa avalancha de sin sentidos pretenciosos que produce cualquier cantante cubano en estos tiempos. Para que el misterio de la lengua hiciera el canto más sugerente. (Un comentario al margen y sin ánimos de ofender. Nunca como ahora se puede apreciar cuánto ha influido la poética de los discursos de Fidel Castro en la cancionística cubana, esa insuperable capacidad de hablar mucho sin decir nada aunque en el caso del viejo dictador ni falta que le hace cuando con un gesto le basta para hacerse obedecer).
En el segundo disco, “Sueños rotos” se puede apreciar un esfuerzo por mejorar las letras con el resultado de que si bien no consiguen una mejoría apreciable la música se resiente bastante. Ante eso prefiero del primer disco esa oda a la más alegre de las yerbas -“María” se llama la canción- donde se pasa del sofisticado estribillo “oye tu mamá ven y cógela” a recitar versos completos del poema de Martí dedicado al hachís. Finalmente con su “hachís de mi dolor ven a mi boca” el apóstol entra en el imaginario friki- friki.
Pero más curioso que todo eso –por sintomático- es el texto de “Cómo fue”, la canción que cierra “Sueños rotos” con aires de himno generacional, más incluso que “La generación de la reduction” en la que se declara que “esta generación ha decidido sentarse en un pequeño espacio vacío/ para no aceptar el odio hacia las cosas que no son importantes”. Más relevante es “Cómo fue” en su insistencia en repasar todos los lugares comunes del discurso del pataleo al que tanto aportaron en sus respectivos momentos cantautores como Silvio Rodríguez y Carlos Varela. Sólo que esta vez todo lo que se dice es más claro pero –y eso se siente desde el tono en que se canta- no menos vacuo. (Entre corchetes me permito unas apostillas).
Cómo fue
No hay que ensañarse. Como ya dije es un síntoma de una enfermedad compartida por generaciones de músicos cubanos con muy escasas excepciones. Una enfermedad que se manifiesta en el anuncio a gritos de que se quiere hablar en libertad para entonces no tener nada que decir, en tratar de convencernos que el patriotismo no debe ser otra cosa que una variante de la resignación ("soy cubano 100% y de eso estoy contento"); en la guapería que canciones como “El Comandante” y “Decadencia” hace mucho tiempo hicieron anacrónica; en la libertad como estribillo insustancial. Insisto, esta es una observación, digamos, sociológica sobre discos que en general me parecen muy recomendables. Pero si los grupos cubanos no quieren renunciar a tener cantantes creo que, definitivamente, el arameo es la solución. Aquí varias muestras de: "Resistencia y reciclaje":
Bacalao con pan
No me formes naaa
Resistencia y reciclaje
María (bonus track)
Las letras de las canciones (la lírica como se impone decir en estos días no por lirismo sino por anglicismo) merece párrafo aparte. No exactamente por buenas sino más bien porque uno cae en la tentación de sugerirles que las cantaran en arameo y así evitarse esa avalancha de sin sentidos pretenciosos que produce cualquier cantante cubano en estos tiempos. Para que el misterio de la lengua hiciera el canto más sugerente. (Un comentario al margen y sin ánimos de ofender. Nunca como ahora se puede apreciar cuánto ha influido la poética de los discursos de Fidel Castro en la cancionística cubana, esa insuperable capacidad de hablar mucho sin decir nada aunque en el caso del viejo dictador ni falta que le hace cuando con un gesto le basta para hacerse obedecer).
En el segundo disco, “Sueños rotos” se puede apreciar un esfuerzo por mejorar las letras con el resultado de que si bien no consiguen una mejoría apreciable la música se resiente bastante. Ante eso prefiero del primer disco esa oda a la más alegre de las yerbas -“María” se llama la canción- donde se pasa del sofisticado estribillo “oye tu mamá ven y cógela” a recitar versos completos del poema de Martí dedicado al hachís. Finalmente con su “hachís de mi dolor ven a mi boca” el apóstol entra en el imaginario friki- friki.
Pero más curioso que todo eso –por sintomático- es el texto de “Cómo fue”, la canción que cierra “Sueños rotos” con aires de himno generacional, más incluso que “La generación de la reduction” en la que se declara que “esta generación ha decidido sentarse en un pequeño espacio vacío/ para no aceptar el odio hacia las cosas que no son importantes”. Más relevante es “Cómo fue” en su insistencia en repasar todos los lugares comunes del discurso del pataleo al que tanto aportaron en sus respectivos momentos cantautores como Silvio Rodríguez y Carlos Varela. Sólo que esta vez todo lo que se dice es más claro pero –y eso se siente desde el tono en que se canta- no menos vacuo. (Entre corchetes me permito unas apostillas).
Cómo fue
“Algo está sucediendo que la ciudad ya no es la misma [¡Ay Carlitos (Varela) qué daño has hecho!]/ no sé si es un mal sueño o durará toda la vida [52 años no es poco pero hay perspectivas de alargue]/ cómo fue, no sé decirte cuando fue/ que se perdió la fe [gracias a Dios]/ y en la oscuridad de un nuevo atardecer quedamos divididos [Carlitos –nuestra nada cotidiana- ataca de nuevo]/ cómo explicarte lo que pienso si mi voz está apagada/ y en el valle de los cuervos te sacarán los ojos/ si te sales de la fila/ no tengas miedo mi amor si en la mañana vienen por mí [no te preocupes. Con esas canciones no vendrán ya por ti]/ hoy descubrí que es mejor la libertad, decir en realidad lo que uno piensa [nótese el “hoy”]/ pero si no escuchan mi voz/ hoy gritaré más fuerte para que entiendan/ y encontraré una razón para quedarme cuando ya todos se han marchado [como los protagonistas de “La vida es silbar”, “Nada”, “Habana Blues” y 11 millones de cubanos de nombre variable pero número más o menos constante]/ ya sé que es lo que dicen que ya es muy tarde para empezar/ pero lo cierto es que la historia de tu presente la escribes tú mismo [Profundo. La historia de tu presente se escribe, como está dicho en la otra canción, sentado]/ como fue, no sé decirte cuando fue que se perdió la fe/ y en el tiempo de las dudas quedamos divididos/ no es que quiera yo decirte qué es lo mejor/ qué está bien y qué está mal/ pero no miento si te digo/ algo está sucediendo/ […] no tengas miedo mi amor si en la mañana vienen por mí/ hoy descubrí que es mejor la libertad, decir en realidad lo que uno piensa pero si no escuchan mi voz/ hoy gritaré más fuerte para que entiendan/ y encontraré una razón para quedarme cuando ya todos se han marchado/ No, no, no mires hacia atrás/ No, no, no mires hacia atrás/ No, no, no mires hacia atrás/ No, no, no mires hacia atrás/.
No hay que ensañarse. Como ya dije es un síntoma de una enfermedad compartida por generaciones de músicos cubanos con muy escasas excepciones. Una enfermedad que se manifiesta en el anuncio a gritos de que se quiere hablar en libertad para entonces no tener nada que decir, en tratar de convencernos que el patriotismo no debe ser otra cosa que una variante de la resignación ("soy cubano 100% y de eso estoy contento"); en la guapería que canciones como “El Comandante” y “Decadencia” hace mucho tiempo hicieron anacrónica; en la libertad como estribillo insustancial. Insisto, esta es una observación, digamos, sociológica sobre discos que en general me parecen muy recomendables. Pero si los grupos cubanos no quieren renunciar a tener cantantes creo que, definitivamente, el arameo es la solución. Aquí varias muestras de: "Resistencia y reciclaje":
Bacalao con pan
No me formes naaa
Resistencia y reciclaje
María (bonus track)
Muy valiente tu texto.
ResponderEliminarMe recuerda una canción de Los Meme en la que Farah cantaba el estribillo "sigue caminando y no mires para atrás"...
ResponderEliminar¿O será que se inspiró en el pasaje bíblico donde bien le advirten a la mujer de Lot que se vaya echando y no mire para atrás?...