Los cubanos suelen sentirse extraños ante la palabra “hambre”. Ya sea por vanidad o modestia asumen que el hambre de verdad es asunto de otras regiones, otras épocas. Como si admitir haber estado expuestos a ella disminuyera su humanidad. Pero ese escrúpulo nacionalista no es necesariamente espontáneo. La experiencia más generalizada del hambre en los últimos años –la que abarcó desde 1991 al 94- fue atenuada por el gobierno a través de todo un dispositivo lingüístico que intentaba disolverla en conceptos como “polineuritis”, "neuropatía periférica”, “neuritis óptica”, “Período Especial”. Eufemismos para nombrar una condición que venía acompañada por una extraña epidemia de mareos y desmayos en las horas críticas del mediodía. (Se cuenta que un Ministro de Salud fue destituido por haber pronunciado la palabra prohibida cuando Fidel Castro le preguntó por las causas de la debacle. Estudios posteriores, sin embargo, han confirmado su diagnóstico). En esa adulteración oficial de la realidad tampoco estuvimos solos. En los “Relatos de Kolimá” que ya mencionaba hace un par de días también se da cuenta de cómo en los campos soviéticos de trabajos forzados las autoridades desarrollaron su propia guerra de palabras contra el hambre, como si no hubiese nada más desestabilizador que llamar a las cosas por su antiguos y simples nombres.
[…] y finalmente, la célebre distrofia alimentaria, la enfermedad de los famélicos, a la que solo después del bloqueo de Leningrado se empezó a llamar por su verdadero nombre. Hasta entonces se había denominado de diversas maneras: AFA, enigmáticas iniciales en los diagnósticos de las historias clínicas que se traducían como agotamiento físico agudo; o, más a menudo, poliavitaminosis, una magnífica palabreja latina que indicaba la insuficiencia de varias vitaminas en el organismo humano y que tranquilizaba a los médicos al haber encontrado una fórmula latina, cómoda y científica, para referirse siempre a lo mismo: el hambre.
el hambre conho, la que nos hacia colarnos en el comedor de la beca o la unidad militar a las 2 de la madrugada a traves de barrotes previamente ensanchados o convenientemente desempotrados por una esquina, a contruir ganzuas de percheros contra cualquier candado excepto los de los socios, abrir camaras de refrigeracion a pesar de los candados de seguridad, a reventarse comiendo tinas de helado sin dejar rastro y con las tinas "completas", devorando todo aquello que los revolucionarios feudales del sitio no se habian llevado. correr en la moletera detras del caldero quemado para agarrar un pedazo de raspa.
ResponderEliminaro trabajar 14 horas en la construccion solo con dos vasos de aquella pocima milagrosa que fue [es] la sopa de gallo con o sin espejuelas y un pedazo de pan.por aquella epoca un socio bien alimentado de herencia intelectual me explicaba la desmineralizacion del cuerpo humano provocada por la sopa de gallo y yo le respondia que despues me ocuparia de ello, que ahora lo que tenia era hambre.
nunca he comido un manjar superior al pan viejo tostado en los spotlights de las viejas casitas de alamar.
En mayor o menor medida todos pasamos hambre en Cuba.
ResponderEliminarBueno, todos los "normales", los que teníamos una libreta de abastecimiento y un padre que ganaba 300 pesos cubanos.
He notado incomodidad cuando se habla de comida.
Pienso que los cubanos debemos devolverle a la comida todo su valor biológico, sanitario, pero más aún su valor cultural y ceremonial.
Los animales se mueven y se comunican por comida. Hacemos fiesta con comida. La comida es, con el agua, la màs básica de las necesidades.
Me gustaría ver en Cuba, no uno, sino tres programas de recetas al día.
Recuerdo aquel ministro de Salud destronado por llamarle HAMBRE a aquel "problema", era de apellido Terry si mal no recuerdo, un mulatón medio parecido a Chucho Valdés. Por aquella época daban por la libreta un pomito de pastillas amarillas llamado Polivit, tocaba uno al mes por libreta. También dieron 10 pollitos vivos por casa para criar y la gente les daba polivit a los pollos!!! Ya después del 2000 nadie se acordó más del polivit y se dejó de hablar del Período Especial como si ya no hubiese hambre en Cuba.También recuerdo que en mi CDR daban un ticket por casa para ir a comer hamburguesas de soya y tomar refresco de pipa al antiguo Carmelo de Calzada y D frente al teatro Amadeo Roldán, qué tiempos!!!
ResponderEliminarLa palabra prohibida de la distorsionada polineuritis, fue llamarle por su nombre conocido en África: Beriberi. El hambre en Cuba es endémica, desde el uso como arma para adoctrinar a los cubanos como se domestican a los perros y a dado muy buenos resultados o mejor dicho buenos perros.
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