El poeta Emilio García Montiel me envía un poema de Bertolt Brecht en el que aborda el debatido tema de cómo denominar a aquellos que se van de su país sin derecho a regresar a él. Leerlo, pensarlo, es una manera de asumir el siempre interesante ejercicio de vernos a través de una mirada ajena, en las antípodas ideológicas y que sin embargo nos describe tan bien.
Sobre la denominación de emigrantes
Sobre la denominación de emigrantes
Siempre me pareció falso el nombre que nos han dado: emigrantes.
Pero emigración significa éxodo. Y nosotros
no hemos salido voluntariamente
eligiendo otro país. Ni inmigramos a otro país
para en él establecernos, mejor si es para siempre.
Nosotros hemos huido. Expulsados somos, desterrados.
Y no es hogar, es exilio el país que nos acoge.
Inquietos estamos, si podemos junto a las fronteras,
esperando al día de la vuelta, a cada recién llegado,
febriles, preguntando, no olvidando nada, a nada renunciando,
no perdonando nada de lo que ocurrió, no perdonando.
¡Ah, no nos engaña la quietud del Sund! Llegan gritos
hasta nuestros refugios. Nosotros mismos
casi somos como rumores de crímenes que pasaron
la frontera. Cada uno
de los que vamos con los zapatos rotos entre la multitud
la ignominia mostramos que hoy mancha a nuestra tierra.
Pero ninguno de nosotros
se quedará aquí. La última palabra
aún no ha sido dicha.
Y este otro también de Brecht sobre el mismo tema:
1
No pongas ningún clavo en la pared,
tira sobre una silla tu chaqueta.
¿Vale la pena preocuparse para cuatro días?
Mañana volverás.
No te molestes en regar el arbolito.
¿Para qué vas a plantar otro árbol?
Antes de que llegue a la altura de un escalón
alegre partirás de aquí.
Cálate el gorro si te cruzas con gente.
¿Para qué hojear una gramática extranjera?
La noticia que te llame a tu casa
vendrá escrita en idioma conocido.
Del mismo modo que la cal cae de las vigas
(no te esfuerces por impedirlo),
caerá también a alambrada de la violencia
erigida en la frontera
contra la justicia.
2
Mira ese clavo que pusiste en la pared.
¿Cuándo crees que volverás?
¿Tú quieres saber lo que crees tú en el fondo?
Día a día
trabajas por la liberación,
escribes sentado en tu cuarto.
¿Quieres saber lo que piensas de tu trabajo?
Mira el pequeño castaño en el rincón del patio
al que un día llevaste una jarra de agua.
http://www.poetryfoundation.org/poetrymagazine/poem/242100
ResponderEliminarOriental de Santiago:
ResponderEliminarPrecisamente ayer estaba leyendo en el blog Emanaciones del pintor y escritor Juan Abreu donde relataba de su salida por el Mariel y decía esto, que viene un poco con tu tópico de hoy:
…”El barco estaba lleno de gente aterrada, de gente flaca y desnutrida. Algunos locos, recién sacados del manicomio y embarcados a la fuerza, se juntaban a proa. No había ni un solo emigrante en ese barco. Sólo fugitivos. Exiliados políticos. Ningún emigrante. No se emigra de una dictadura, de una dictadura se escapa. En los ochenta los cubanos no estaban tan envilecidos como para emigrar. Huían, escapaban, se exiliaban. Pero nada de emigrar”.
Durante unos añitos Brecht fue un desterrado, pero apoyó toda su vida al mayor desterrador de la historia: el bolchevismo, ese que también nos desterró a nosotros.
ResponderEliminarSí, Bertolín tenía cierto talento, pero no paso sus versos. Ni con música de Silly Rodríguez, vaya.
Están un poco bastante cheos estos poemas del Brecht. No sé, el siempre me sonó muy enrevesado y si, digámoslo sin miedo, cheo. Es un criterio, hay otros.
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