Un artículo breve y preciso del intelectual español José Lasaga:
CUBA: ¿Y DESPUÉS QUÉ?
Por José Lasaga
El inevitable escaso espacio disponible para titular el artículo me obliga a contraer la pregunta: después de que se cumpla la promesa que el régimen de los hermanos Castro ha hecho a la Iglesia Católica y al Canciller Moratinos de liberar a 52 presos políticos, eso sí y conviene subrayarlo, teniendo que salir obligatoriamente del país, después de que hayan salido los presos, ¿qué hacer?
Nuestro Ministro de Exteriores da por hecho que las autoridades cubanas van a cumplir su palabra. Sabemos que comparte con su presidente del Consejo un optimismo antropológico que ha colocado a España al pie de los caballos en el agrio mundo de las finanzas internacionales. Pero una cosa es ser optimista y otra ingresar en la categoría de los ilusos. Primero, los sistemas totalitarios son amorales y carecen de intereses, que han sustituido por ideología. Si la seguridad del Estado o cualquier otra coyuntura, lo aconsejara, los presos no saldrán de las cárceles. Segundo, una vez que se haya comprobado el cumplimiento escrupuloso de los acuerdos, no debería pedir contrapartidas políticas a sus socios de la Comunidad Europea, invitándoles a que abandonen la Posición Común, cosa que le ha faltado tiempo para hacer, prescindiendo de la más mínima prudencia.
Dejando de lado que los futuros liberados van a ser expatriados sin consulta previa, lo que hace el Estado cubano es corregir una clamorosa injusticia. Aún quedan presos políticos en las cárceles y, lo que es más importante, el aparato represivo y legal sigue intacto. Supongamos que al día siguiente de su liberación cualquiera de los presos excarcelados decide, aún en suelo cubano, dar una rueda de prensa para informar sobre los compañeros que siguen en prisión. Inevitable, necesariamente, sería otra vez detenido y sometido a una de esas absurdas, desproporcionadas, insoportables condenas de no sé cuántos años de cárcel.
La conclusión es clara. No ha habido acción política alguna, por tanto no debe seguirse reacción política ninguna. Es aun la hora de los disidentes y de los mediadores prepolíticos, como la Iglesia Católica, o la diplomacia de buena voluntad del Ministro Moratinos que cumplen su función al tender puentes entre las dos partes que están “negociando” (sin eufemismo habría escrito: luchando) pero que no pueden hablar entre sí: a un lado, Orlando Zapata, muerto en huelga de hambre el pasado febrero, la larga huelga de hambre y sed de Guillermo Fariñas y las manifestaciones de las Damas de Blanco; al otro, el Estado cubano.
La insistencia en distinguir entre diálogo político y el que está teniendo lugar entre la disidencia y el Estado es relevante, a mi juicio, porque si no los diferenciamos corremos el riesgo de ser engañados. El intercambio político siempre acontece entre iguales que se reconocen tales. Se diferenciarán en su poder, intereses, habilidades negociadoras, etc., pero no en el hecho de aceptar que el que está enfrente tiene el mismo derecho a defender sus posiciones. Pero en Cuba no hay nada de eso. Se trata de un enfrentamiento entre el Estado que sólo se sostiene por el recurso a la fuerza de la violencia y una resistencia apenas organizada que ha encontrado en la técnicas de la disidencia –no violencia, defensa de la legalidad, aunque sea insuficiente, desobediencia civil y en el límite, huelgas de hambre-- el arma estratégica para desafiar al Estado todopoderoso. Hay razones para ser optimistas –no antropológicos, sino históricos. La Unión soviética se derrumbó y los Sajarov y los Solzhenitsyn algo tuvieron que ver. Hay una secreta analogía entre aquel hombre solo que detuvo con su cuerpo la columna de carros de combate en la plaza de Tiananmen y el cuerpo gastado y minado por la privación de Guillermo Fariñas.
La respuesta a la pregunta es clara. Todavía No ha llegado la hora de negociar con el dictador sino de seguir apoyando a la disidencia.
La negociacion ya comenzo amigo...Y q tu quieres,pecar de ilusos seria q despues de 50 anyos, al lado de el Mountruo,que no sepan defenderse, (como la Venus de Milo,pobrecita,sin brazos.).
ResponderEliminarY un error seria pensar q cambiaron intereses por ideologia...al reves! Ellos no tienen ideologia. Saludos. Suave,esto es por pasos,como todo debe de ser.