Ya era demasiado. La maniobra del gobierno iba dirigida a dividir a las Damas de Blanco y ya había tenido resultados. Si el gobierno no hacía algo pronto corría el riesgo de que, decepcionadas, las Damas que habían creído en las promesas, volvieran a unirse a las que seguían haciendo resistencia. Y encima podía debilitar la posición del mediador Ortega que tan bien lo había hecho hasta el momento. De ahí que decidan trasladar a seis presos a cárceles más cercanas a donde viven sus familiares que no es poca cosa en un país en que el transporte sigue siendo una tortura para casi todos sus habitantes. Mauricio Vicent el periodista- profeta (hace dos años daba por cumplida la derogación de los permisos de salidas) no solo anuncia que “La Habana cumple con el compromiso adquirido con la jerarquía de la Iglesia Católica” (¿ése era el compromiso?, ¿el enroque de presos? ¿la permuta penitenciaria?) sino que “estos movimientos podrían ser el preludio de otras medidas, como la hospitalización de los presos enfermos o la excarcelación de algunos de ellos”. Cuba ahora mismo debe estar entre los mayores productores- exportadores de fe a nivel mundial. Aunque otros preferimos la cortedad de espíritu del apóstol Tomás: ese del “ver para creer”.
Muela Enrisco,
ResponderEliminar!muela pura!,
que enmarañando divide,
maraña que les da tiempo,
tiempo de decir luego, "vide".
Calderón de la Canoa.
¿Un encuentro entre la iglesia católica y la dictadura?; tamaña mentira, siempre han estado en comunicación, en consuno; es un reencuentro con actitudes como no reconocer a la disidencia ni tener nada que ver con ella. Bien se ve que son los herederos de Pedro, huyendo y renegando del Cristo castigado duramente, crucificado luego. Ojalá y no se repita la historia, con el acto continuado de crucificar a la oposición y los presos que dicen mejorar en sus condicones, cuando la realidad es que están presos sin delito alguno, se olvida esto que es lo esencial, lo menoscaban y desprecian con la propaganda. Aun recuerdo el acto de la iglesia Santa Rita, cuando el padre o cura, Félix, ordeno cerrar las puertas alas Damas de Blanco, que eran objeto de un "acto de repudio", ni corto ni perezoso, en una mezcla de Pilatos y Pedro, se lavó las manos y huyo renegando de quienes llevan la justicia y la razón como el Cristo aquel.
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