¿DE DÓNDE ERES RAÚL VALDÉS?
Por Francisco García González
Para Oziel Pérez Cruz y Michel Pérez Acosta, vaqueros…
Hasta hace pocas semanas era solo un rumor, enemigo, por supuesto. Confieso que a más de tres mil kilómetros de distancia esa madrugada tuve insomnio y, al despertar, me sentía como gusta recordar a un amigo: como si una inminencia hosca me cercara.
El día, en medio de trámites burocráticos, tenía un ligero e inexplicable sabor a extravío.
Entonces lo supe en la tarde…
Apenas salgo de Cuba y la provincia de La Habana ha dejado de existir para dar lugar a otras dos. ¿De ahí la extraña sensación? Como mi existencia se ha desgastado en los últimos cuarenta y seis años entre Caimito del Guayabal y Bauta, ahora no soy habanero sino artemiseño. Dos provincias en lugar de una. Artemisa, tierra heroica, recordada por dos tipologías de héroes: los moncadistas y los anónimos que hicieron durante años el típico batido de plátano que tanto dio que hablar de la villa. Del otro lado, hacia el este, queda la llamada Mayabeque, también región de héroes, según el nombre del estadio de béisbol de Güines que precisamente se llama "Héroes del Mayabeque".
Por razones obvias no pude participar en el asalto al cuartel Moncada, pero sí probé el famoso batido de plátano en varias ocasiones. Nada del otro mundo; los míos son mejores. Jamás encontré en él, en el batido, la clave que me indicara algún indicio velado de pertenencia futura.
En cuanto a la región del Mayabeque sigue siendo un misterio para mí. Mi relación con esa comarca se limita a dos o tres socios a los que suelo ver una vez cada dos o tres años. Mis pies nunca han tocado tierra en Jaruco, Nueva Paz, Madruga… Es comprensible, no solo por la contracción del transporte y la deficiente infraestructura de carreteras; también porque, sencillamente, no hay nada que ir a buscar en tales plazas. Es más, cuando fui invitado a Güines en febrero pasado durante la última feria del libro, me parecía, por la arquitectura y el pulso provinciano, que estaba en Cienfuegos o Santa Clara.
Nacida en 1976 a partir de una ficción político administrativa, de un capricho, o quizás de otra ficción, literaria en este caso, La Habana devino en una herradura de aldeas tributarias de la capital que las coronaba. Claro, no todas las aldeas eran iguales, algunas, las más, eran más aldeas que otras. Hasta hoy en que todas transitan de aldeas a caseríos con infinitas posibilidades de progreso, dado el extensivo conocimiento y uso de la rueda, el fuego, el uso de los metales y del arado con rejas y vertederas.
Sin embargo, no faltaron quienes durante todos estos años se erigieron en defensores de una supuesta identidad "provinciahabanera". Ejercicio intelectual de una intensidad conmovedora, traducido en numerosos textos salidos de la pluma, o computadora, de los más variados escritores. Marieleños, madrugueños y batabanoenses tenían más de un vínculo o nexo que los unía, solo que ellos no estaban enterados. Tal vez me equivoque y la tal identidad existió y no refiere a la danza, la música, la cocina, el vestir o la manifestación de la cultura que fuera; sino, al simple corre corre cuando tienes un dolor y no te queda otra opción que ir hacia un hospital que paradójicamente está en la capital.
¿De ahí la extraña sensación de la que hablaba? Como tiendo a la frivolidad intelectual, no tardé en comprender la causa sutil de mis sentimientos de desamparo respecto a la división de La Habana. En realidad hubiera sido más serio posar de objetor visionario, profundo y escribir un demoledor ensayo comparando la decisión con los desmanes administrativos de la época del emperador Diocleciano, cuando todo lo que olía a urbano cedía para dar paso a lo más exitoso de entonces: la aurora del Medioevo.
Ni mi mala leche ni mi gravedad llegan a tanto. La causa sutil de mi estado de orfandad era más simple, digamos que hasta amorosa y romántica en cierto sentido: me preocupa sobre todas las cosas el destino del equipo de pelota de La Habana. Ese mismo, los maltratados "Vaqueros", no amados ni seguidos por casi nadie de Artemisa a San Nicolás de Bari y de Jaruco a Batabanó. Aquellos muchachos que se llevaron el título de la Serie Nacional del 2009, pese a todos los pronósticos contrarios derrotando al eterno segundón Villa Clara con un convincente 4x1.
Es cierto, y más que sabido, que los "Vaqueros" ni gustan ni jamás gustarán. Y ahora parece que ni siquiera hará falta. No obstante, el modesto equipo llegó a capitalizar lo que ningún escritor o publicista pudo demostrar acudiendo a otras boberías o entelequias. Los "Vaqueros" de José Miguel Pineda, Rigoberto Blanco, Pedro Luis Rodríguez y Esteban Lombillo eran, y son, La Habana. El equipo ha sido, mal que bien, la única entidad que ha encarnado todas las ficciones antes mencionadas de las diecinueve aldeas.
¿Cómo se logró? Demasiado fácil. Si usted reúne un grupo de atletas, los acuartela en un estadio durante seis meses de entrenamiento, al final no será muy complicado convencerlos de que pertenecen a cualquier cosa y como sucede en el béisbol siempre el terreno tiene la última palabra. Y así durante años. Lo que no pudieron hacer ni el Partido ni la Asamblea del Poder Popular con sus sedes en la capital ni el periódico el habanero ni mucho menos la revista Habáname, lo lograron, de alguna manera, los "Vaqueros".
¿Qué pasará entonces? ¿Debo escoger entre Artemisa o Mayabeque? ¿Por cuál equipo decidirme, por la banda de Ernesto Molinet o por la de Miguel Alfredo González? ¿O simplemente virarme para el staff de lanzadores de los Mets, equipo donde milita un marieleño, ex vaquero, que luego de bregar siete años por el limbo beisbolero del Caribe, llegó a la gran carpa? Tal vez todo sea más simple y en aras de la racionalidad a que apela la nueva división, se aconseje ser partidario de ambos conjuntos. También el equipo podría quedar intacto, porque realmente la creación de dos nuevos equipos desequilibraría la organización de un campeonato pensado para cuatro grupos de cuatro equipos. Si eso ocurre, habría que sospechar de la decisión de marras.
No se imaginan los fans de Industriales, que son los más en el campo extramuros, la envidia que siento. Ellos, sin soñarlo siquiera, sí que fueron previsores.
Blog personal y casi tan íntimo como una enfermedad venérea pensado también para liberar al pueblo cubano, aunque sea del aburrimiento. Contribuyentes: Enrisco (autor de “Obras encogidas” y “El Comandante ya tiene quien le escriba”), su alter ego, la joven promesa de más de cincuenta años, Enrique Del Risco. Espacio para compartir cosas, mías y ajenas, aunque prefiero que sean ajenas. Quedan invitados a hacer sus contribuciones, y si son en efectivo, pues mejor.
Enrique, aqui Guamá puso el logo del nuevo equipo de Mayabeque
ResponderEliminarhttp://3.bp.blogspot.com/_3y4ivh2cods/TBZGB0VjzEI/AAAAAAAAHzI/HTXkjrBptTk/s1600/mayabeque-beisbol1.jpg
Avanzando las 2 nuevas provincias habaneras, a paso firme, hacia el medioevo...y con empate en el marcador...
ResponderEliminarUn abrazo grande Franky...m alegra saberte ya, definitivamente, al otro lado d la cortina...d trapo...
Aquí t adjunto algo sobre aquella trascendental victoria del Artemisa-Mayabeque...
Saludos a Enrisco...
http://deconstruyendomiherencia.blogspot.com/
Me da mucho gusto volver a leerte Francisco, desde los tiempos de Isla de Pinos.
ResponderEliminarUn saludo,Maria del Carmen D' Bayamo