Esta vez no se trata de un borracho. Ahora son estudiantes del Instituto Superior de Arte. Empiezan protestando por la comida. No se atreven a darle nombre a la protesta. “¡Esto no es una huelga!” dice uno. Tantos años de aprendizaje del miedo que ni siquiera el miedo tiene nombre. ¿Cuántas veces no ha pasado antes? Se preguntará cualquiera que asistió a una de las tantas micro huelgas por el mismo asunto en los últimos cincuenta años. Pero hay diferencias. Primero es que tenemos las imágenes y las voces no mucho después de haberse producido. No es el grito aislado que sólo nos llega a través de rumores. Luego está lo rápido que salta la palabra “derechos” para pasar sin transición a hablar de libertad de expresión, de recordar -por ejemplo- el por qué alguien estudia arte.
No es ese el comienzo de una revolución, ni falta que hace. Es simplemente el síntoma compartido de muchachos que se sienten frustados y que no han tenido miedo a expresarlo. Que se dan cuenta que caen fuera de las prioridades del gobierno y que los futuros deportistas y represores cibernéticos comen mejor que ellos. Que están en el sitio de los no privilegiados. Justo en la posición en que los derechos empiezan a importar. “No pueden botar a toda la escuela” dice una y está en lo cierto. No lo harán. Les bastará con expulsar a los cabecillas –o asustarlos lo suficiente- y mejorar la comida durante unas semanas para que todo se disipe. Pero de cualquier manera bendita sea la era digital que no permite que esto quede en una gritería en un comedor. Que los derechos que esos muchachos exigen no quede únicamente como asunto de ellos.
Enrique, me pregunto qué pasaría si el lunes regresa el administrador y les dice a los estudiantes que a partir de esa semana van a tener de nuevo la misma dieta que el Consejo de Estado, como antes, y que, a pesar del conflicto, del mal rato, la dirección del ISA y la dirección del Partido se sienten muy orgullosos de la forma madura y valiente en que estos jóvenes revolucionarios plantearon los problemas y lograron solucionarlos.
ResponderEliminarsi salcedo, todo eso es muy previsible -como lo comente- pero lo que me llama la atencion que saltar al discurso de los derechos y hacerlo publico aprovechando las nuevas ventajas tecnologicas se va convirtiendo en una costumbre y eso, se cual sea el destino de esta protesta, me parece muy saludable. nadie tiene que liberar a Cuba pero si cada uno empieza a luchar por el pedacito que le toca sera una buena manera de irse sacudiendo la inercia.
ResponderEliminar"A una escuela completa no la pueden botar"...tampoco podran botar al pueblo completo cuando salga a la calle reclamando sus derechos, si hay esperanza. Ya se esta moviendo la juventud y sacudiendose el polvo del miedo.
ResponderEliminarT.F.P.
Yoani, Damas de blanco, Macho Rico, alumnos del ISA... señores, el barco se va moviendo. O se está moviendo desde hace rato y por falta de adelantos tecnológicos, no lo sabíamos.
ResponderEliminarSiempre he sido escéptica en cuanto al asunto cubano, pero ahora me da la impresión de que la gente está tan hasta la coronilla que le están perdiendo el miedo al miedo.
Como dijo alguien una vez: "Si va a llover, que llueva; lo que no queremos en chín chín..."
Enrique, tú le dedicaste un post muy bueno hace unos días al tema de la contracultura en Cuba y mencionabas las manifestaciones anti-paternalistas, anti-dogmáticas y anti-autoritarias de fines de los ochenta, sobre todo de los plásticos, muchos de ellos del ISA, por cierto; algo discreto, ciertamente, y sin el beneficio mediático del momento actual, pero bastante menos asimilable desde el poder instituido, creo yo, que estos reclamos esencialmente paternalistas por recobrar la dieta del Consejo de Estado y por volver a los buenos tiempos en que la bandejas del ISA había que aguantarlas con dos manos. Ojalá que lo consigan, que coman tan bien como los estudiantes de la UCI, que les pongan el agua y todo lo demás. Y ya que están puestos a defender los derechos y la libertad de expresión de los artistas cubanos, que no se olviden de los baches.
ResponderEliminarEs que al castrismo le está pasando ya lo que pasó en el resto de la otrora Unión Soviética: Se les acabó el tiempo Y NO SE HAN DADO CUENTA. La "generación del centenario", la que "hizo la revolución" es hoy historia y cuatro viejos cagalitrozos balbuciendo sus chocheras. Les pasó lo mismo que en Korea, que Kim il Sung todavía hoy ES EL PRESIDENTE DE LA RPD y está muerto hace 15 años -y no es chiste, sino la pura verdad-.
ResponderEliminarLa nueva generación de jóvenes será la protagonista del futuro cubano, cualquiera que éste sea, y lo que quede del castrismo tendrá que lidiar con ellos... ó reinventarse a sí mismo una vez más.
Salcedo, cuando presente la ponencia me di cuenta de una cosa: para la nueva generacion los 80 es como si nunca hubieran pasado. es como si siempre se empezara de cero. me recuerda aquello que hablaba Kundera de guerras africanas de hace 200 años en las que murieron miles de personas pero de las que nadie se acuerda. y en cuanto a lo el paternalismo en este caso no estoy de acuerdo contigo. si el estado abre una escuela debe alimentar bien a los estudiantes sin luego sentirse derecho a cobrarselo en libertad creativa.
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