Los de dentro y los de fuera

Miriam Celaya, del blog Sin evasión ha colgado un comentario sobre la pasada convocatoria del 1 de junio en la que dice, entre otras cosas, esto:

Es posible que los entusiasmos desmedidos y las buenas intenciones hayan impedido a los promotores de la idea percibir una sutil diferencia: no es lo mismo un enunciado que diga “Un grupo de bloggers cubanos invitamos a los colegas de la Isla a suscribir estas demandas”, que asumir “en nombre de los bloggers cubanos” que todos estamos haciendo estos específicos reclamos. Eso es, en el mejor de los casos, filosofía de comparsa.

A lo que le respondí en un mensaje:

Miriam: Sólo un detalle. Esa división entre los blogueros de afuera y los de la isla no tiene mucho sentido a la hora de lanzar una convocatoria virtual. Nuestro sitio común al final es el internet. Eso en el caso de las convocatorias virtuales porque cuando la cacerolada me opuse a su condición fantasmal porque pensaba que algo así debía salir de gente que la pudiera poner en práctica. Conmigo tampoco contaron esta vez. Yo también me vi en la opción de apoyar algo en lo que no podía incidir mucho y lo apoyé. Como mismo he apoyado muchísimas cosas hasta ahora y eso no me hace un monigote. Y por cierto, me encantan las comparsas. No las coreografiadas, sino ir arrollando detrás, como cualquier hijo de vecino.

Me tienta resumir mi posición con un fidelista “Contra la Revolución todo” pero puedo imaginarme un montón de posibilidades en las que no me interesa verme envuelto. Seguiré evaluando cada una de las propuestas tomando en cuenta los mismos criterios que he usado hasta ahora para decidir si las apoyo o no. En cuanto a esta última tenía muchísimas objeciones o recomendaciones pero hay que aprender a actuar con cierta humildad a la hora de asumir la propuesta de otro. Que no tienen por qué contar con uno para elaborar la propuesta aunque siempre será más saludable que lo hagan. Pensar que la adhesión de hoy estimulará nuevas iniciativas mañana de gente que no tiene que ser muy conocida para tener una buena idea, mucho mejor de las que se nos puedan ocurrir a nosotros. Que es necesario crear compromisos en el sentido más estricto de la palabra, un compromiso que no sea idéntico a uno pero del que no haya que avergonzarse después. Y sobre todo no perder de vista cuáles son las prioridades (y esto va con todos): pelearse a muerte con cierto blog que nos molesta con su sola existencia o denunciar una dictadura que hace cincuenta años tenemos atravesada en nuestras vidas. Y eso al menos lo tengo bastante claro.