El Señor de los Mosquitos anuncia que se ha detectado un caso de influenza porcina en Cuba pero no hay nada de que entusiasmarse porque “no lo introdujo la CIA. Vino de México.” Afirma y se le nota la tristeza de no poder echar otra peleita con ese “hombre negro del que no se puede dudarse de su inteligencia” que es como le ha dado por referirse a Obama en una versión refinada de aquél “negro pero buena persona”.
De todas maneras como con alguien hay que fajarse la emprende con los mexicanos que tan buenos han sido con él y dice que “las autoridades mexicanas no le informaron al mundo la presencia de la misma esperando la visita de Obama”. Es que el comandante conoce eso de convertir enfermedades en secretos de estado. Y no estoy pensando en el Salidero en Jefe sino en casos como la epidemia de dengue de 1981 cuando no reconoció oficialmente su existencia sino cuando ya habían muerto más de 100 personas (de ellas 81 niños) ayudando con su silencio a la propagación de la enfermedad. (Luego, al anunciarla trató de desquitarse del papelazo acusando a la CIA bajo este procedimiento retórico: “No pocos ciudadanos en este país están profundamente convencidos de que estas enfermedades, especialmente el dengue, fueron introducidas en nuestro país por el imperialismo yanki”. Fijarse como "este pais" pasa a ser "nuestro", igual que las opiniones). O luego, en el 2006, cuando nunca se reconoció en propiedad la epidemia de dengue a pesar de los reportes de las agencias extranjeras.
Lo que le molesta de los mexicanos no son sus maneras de lidiar con las enfermedades sino el modo en que lo traten a Él. Su acusación viene porque “ahora nos amenazan con suspender la del presidente Calderón que ya había sido suspendida con anterioridad por otras causas comprensibles y ajenas a la epidemia”. Una visita suspendida es para el Delirante una amenaza en toda regla. Porque no hay nada más feo que prepararse para estrenar chándal nuevo y posar junto a algún guajiro estilizado de Servando Cabrera y el presidente mexicano que toque y que lo dejen a uno con las ganas. ¿Cuándo un muerto o veinte han podido fastidiarle su fiesta?
De todas maneras como con alguien hay que fajarse la emprende con los mexicanos que tan buenos han sido con él y dice que “las autoridades mexicanas no le informaron al mundo la presencia de la misma esperando la visita de Obama”. Es que el comandante conoce eso de convertir enfermedades en secretos de estado. Y no estoy pensando en el Salidero en Jefe sino en casos como la epidemia de dengue de 1981 cuando no reconoció oficialmente su existencia sino cuando ya habían muerto más de 100 personas (de ellas 81 niños) ayudando con su silencio a la propagación de la enfermedad. (Luego, al anunciarla trató de desquitarse del papelazo acusando a la CIA bajo este procedimiento retórico: “No pocos ciudadanos en este país están profundamente convencidos de que estas enfermedades, especialmente el dengue, fueron introducidas en nuestro país por el imperialismo yanki”. Fijarse como "este pais" pasa a ser "nuestro", igual que las opiniones). O luego, en el 2006, cuando nunca se reconoció en propiedad la epidemia de dengue a pesar de los reportes de las agencias extranjeras.
Lo que le molesta de los mexicanos no son sus maneras de lidiar con las enfermedades sino el modo en que lo traten a Él. Su acusación viene porque “ahora nos amenazan con suspender la del presidente Calderón que ya había sido suspendida con anterioridad por otras causas comprensibles y ajenas a la epidemia”. Una visita suspendida es para el Delirante una amenaza en toda regla. Porque no hay nada más feo que prepararse para estrenar chándal nuevo y posar junto a algún guajiro estilizado de Servando Cabrera y el presidente mexicano que toque y que lo dejen a uno con las ganas. ¿Cuándo un muerto o veinte han podido fastidiarle su fiesta?
Eso que dices de "en este pais", dice un socio mio, poeta, novelista y postmoderno: el Tipo no es cubano: nunca ha dicho que es cubano, "soy cubano", en 50000 horas de discursos no existe esa frase, nunca ha dicho "mi patria", solo "la Patria", para el los cubanos hemos sido los peones, negros y blancos, de un tablero de ajedrez.
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