El valor de las firmas (cuando no estan en un cheque)

[Imagen de Gibara, el pueblo natal de Cabrera Infante, tras el paso de Ike]

¿Qué significa firmar una carta? Mucho o poco, depende de cada cual. En mi caso, lo confieso, no tengo mucho que perder de modo que no veo mucho mérito en hacerlo. Otros piensan –con razón- que les puede complicar el próximo viaje paraa ver a su madre o una abuela, ayudar a los suyos o reinar en medio de la miseria, casi da igual. A la hora de firmar o renunciar a hacerlo cada cual sabrá sus razones, se engañará mejor o peor y se creerá valiente o prudente. Para mi el acto de firmar no es una medida de valor: en cartas atrevidas me he encontrado los nombres de perfectos miserables y ausencias de gente a toda prueba. Por eso entiendo menos el exabrupto de quien piensa que ofrecerle a firmar una carta que tan poco promete (hay demasiada tozudez invertida en las posiciones que hoy se tratan de cambiar y muy poco que oponerle aparte de un texto y algunos centenares de firmas con algún que otro apellido sonoro) es cuestionarle su integridad o su razón de ser. Tengo razones que me sitúan en mejor posición que otros para confiar en las intenciones de la carta. Jorge Salcedo, el poeta que la ideó, es alguien a quien conozco y en quien tengo mejores motivos para confiar en sus intenciones que la mayoría de los que generosamente han prestado su firma. A los que firmaron les agradezco la confianza y hasta el candor y a los que no nada tengo que reprocharles excepto si pretenden sabotear un gesto en el que no creen. Aquí tocaría citar una frase de Martí que casi todos recuerdan pero por eso mismo no es necesaria. Por ahora un poco de silencio es suficiente.

P.D.:
Cuatro muertos hasta ahora a causa de Ike.