Últimamente cada vez que el Comandante pasa más de una semana sin salir en la television los expertos se hacen la misma pregunta: una vez que el Comandante desaparezca definitivamente de la programación en vivo ¿cómo podrán resolverse los problemas de Cuba? Las respuestas a esa pregunta son básicamente dos: 1) muerto el Comandante todos los problemas quedarán automáticamente resueltos (Carlos Alberto Montaner) y entonces se multiplicarán los panes y las guaguas, los baches se cerrarán sobre sí mismos, Alamar se convertirá en un sitio habitable y los segurosos y chivatos se dedicarán a la pintura o el tejido de macramés. 2) los problemas de Cuba no tienen solución (Jorge Salcedo) y primero pasará un camello (Santiago de las Vegas- Parque Central) por el ojo de una aguja antes que ese pueblo abandone su propensión a la envidia, la chivatería y a obedecer a su gobierno en todo lo que le pida mientras prepara su salida del país. Hay una respuesta intermedia (Vicente Echerri) que se resume en que efectivamente los problemas de Cuba tendrían solución si hace cuatro décadas alguien hubiera tenido la precaución de haberle servido como postre al Comandante una pastilla de cianuro. La primera respuesta tiene el inconveniente de que nadie tiene la seguridad de que, tras el anuncio de que la esperanza de vida del Comandante se cifra en los 140 años, para el 2067 no estemos gobernados, por ejemplo, por su vesícula, su corazón artificial o un trozo de su intestino plástico que, en plenitud de facultades, serán órganos más que suficientes para mantener el país –y los baches- bajo su control. Para llevar a cabo la solución Echerri necesitaríamos tener la capacidad tecnológica suficiente para enviar a Terminador I al pasado a liquidar al Comandante en una de sus visitas a la ostionera de Infanta y San Lázaro. O si queremos ser más radicales podríamos enviar a Terminador 5, un ginecólogo –con la apariencia o no de Vicente Echerri- que iría directamente a practicarle un par de abortos a Lina Ruz. Ya sé que de momento estas soluciones son un poco difíciles de llevar a cabo por lo que propongo que para resolver los problemas de Cuba adoptemos la audaz y radical solución que en su momento pusieron en práctica los soviéticos: cambiarle el nombre al país. Podrá decirse lo que se quiera de la actual situación en Rusia pero lo cierto es que los grandes problemas de la Unión Soviética hace tiempo que son historia. Y en lo del cambio de nombre creo que debemos seguir hasta las últimas consecuencias la exitosa experiencia soviética y cambiarle a Cuba su actual nombre por el de Rusia, (algo con lo que mi amigo, el escritor José Manuel Prieto, estará plenamente de acuerdo). De esa manera no sólo podremos achacarles los problemas de la isla a un país con tanta o más tradición de desastres históricos que el nuestro sino que con los problemas que ya tienen apenas los van a notar. Yo por supuesto que no pretendo imponerles esta solución al pueblo cubano (o más bien ruso si mi propuesta es por fin adoptada) por lo que me gustaría que me sugirieran otros nombres que les parezcan más apropiados. Por ejemplo, ahora mismo se me ocurre que Nuevo Haití o Nueva Ruanda no estarían del todo mal.
Blog personal y casi tan íntimo como una enfermedad venérea pensado también para liberar al pueblo cubano, aunque sea del aburrimiento. Contribuyentes: Enrisco (autor de “Obras encogidas” y “El Comandante ya tiene quien le escriba”), su alter ego, la joven promesa de más de cincuenta años, Enrique Del Risco. Espacio para compartir cosas, mías y ajenas, aunque prefiero que sean ajenas. Quedan invitados a hacer sus contribuciones, y si son en efectivo, pues mejor.
jueves, 28 de junio de 2007
Solución Final
Últimamente cada vez que el Comandante pasa más de una semana sin salir en la television los expertos se hacen la misma pregunta: una vez que el Comandante desaparezca definitivamente de la programación en vivo ¿cómo podrán resolverse los problemas de Cuba? Las respuestas a esa pregunta son básicamente dos: 1) muerto el Comandante todos los problemas quedarán automáticamente resueltos (Carlos Alberto Montaner) y entonces se multiplicarán los panes y las guaguas, los baches se cerrarán sobre sí mismos, Alamar se convertirá en un sitio habitable y los segurosos y chivatos se dedicarán a la pintura o el tejido de macramés. 2) los problemas de Cuba no tienen solución (Jorge Salcedo) y primero pasará un camello (Santiago de las Vegas- Parque Central) por el ojo de una aguja antes que ese pueblo abandone su propensión a la envidia, la chivatería y a obedecer a su gobierno en todo lo que le pida mientras prepara su salida del país. Hay una respuesta intermedia (Vicente Echerri) que se resume en que efectivamente los problemas de Cuba tendrían solución si hace cuatro décadas alguien hubiera tenido la precaución de haberle servido como postre al Comandante una pastilla de cianuro. La primera respuesta tiene el inconveniente de que nadie tiene la seguridad de que, tras el anuncio de que la esperanza de vida del Comandante se cifra en los 140 años, para el 2067 no estemos gobernados, por ejemplo, por su vesícula, su corazón artificial o un trozo de su intestino plástico que, en plenitud de facultades, serán órganos más que suficientes para mantener el país –y los baches- bajo su control. Para llevar a cabo la solución Echerri necesitaríamos tener la capacidad tecnológica suficiente para enviar a Terminador I al pasado a liquidar al Comandante en una de sus visitas a la ostionera de Infanta y San Lázaro. O si queremos ser más radicales podríamos enviar a Terminador 5, un ginecólogo –con la apariencia o no de Vicente Echerri- que iría directamente a practicarle un par de abortos a Lina Ruz. Ya sé que de momento estas soluciones son un poco difíciles de llevar a cabo por lo que propongo que para resolver los problemas de Cuba adoptemos la audaz y radical solución que en su momento pusieron en práctica los soviéticos: cambiarle el nombre al país. Podrá decirse lo que se quiera de la actual situación en Rusia pero lo cierto es que los grandes problemas de la Unión Soviética hace tiempo que son historia. Y en lo del cambio de nombre creo que debemos seguir hasta las últimas consecuencias la exitosa experiencia soviética y cambiarle a Cuba su actual nombre por el de Rusia, (algo con lo que mi amigo, el escritor José Manuel Prieto, estará plenamente de acuerdo). De esa manera no sólo podremos achacarles los problemas de la isla a un país con tanta o más tradición de desastres históricos que el nuestro sino que con los problemas que ya tienen apenas los van a notar. Yo por supuesto que no pretendo imponerles esta solución al pueblo cubano (o más bien ruso si mi propuesta es por fin adoptada) por lo que me gustaría que me sugirieran otros nombres que les parezcan más apropiados. Por ejemplo, ahora mismo se me ocurre que Nuevo Haití o Nueva Ruanda no estarían del todo mal.
Ya que Mexico no lo está usando desde hace 200 años podríamos tomar prestado el de Nueva España.
ResponderEliminarAunque una solución menos Terminator fuera enviarle a nuestro Cyborg-commander una ración de ostiones, aderezada con salsa de cianuro, o lo que yo llamo ostiones al cianuro, Espero que algunas de las piezas nuevas que le han puesto en donde nunca tuvo entrañas le deje de funcionar y al fin le podamos develar un magnífico mausoleo. Nunca es tarde si la Mafia es buena.
La esquina de la ostionera esta buena para escena del crimen. Pero como llevarlo hasta ahi desde el Punto Cero? Ademas, hay ostiones? Ostioporosis
ResponderEliminar"algo con lo que mi amigo, el escritor José Manuel Prieto, estará plenamente de acuerdo": curioso.
ResponderEliminary a obedecer a su gobierno en todo lo que le pida mientras prepara su salida del país
ResponderEliminarholy shit, bro... casi me retratas.
¿Qué tal "Curusia"? ¿O "Cubichenia"? Sonaría bien eso de República de Cubichenia o Unión de Estados de Cubalgia...Tal vez por su relación con la URSS no estaría mal llamar a Cuba Bolandia o Bololandia...Cuba podría inscribirse perfectamente el Malasia pues nos persigue el mal. Pero mirando bien su historia, sobre todo los últimos alegres 50 años bien pudiera llamarse República de Malicia...
ResponderEliminarMira, Enrique, tú eres historiador y sabes que las naciones, como cualquier otra realidad histórica —principados, imperios, etc.— aparecen y desaparecen. Y aun si no fueras historiador, ya tienes suficientes años para haberlo comprobado por tu cuenta. Con Cuba nos pasó algo similar. Estuvo a punto de ser, se asomó a la historia, pero no cuajó. Se nos agrió, se nos cortó.
ResponderEliminarEs fácil tomar esto como un ejercicio retórico o una boutade. Si ahí está la geografía que llamamos Cuba, si ahí está esa gente que llamamos cubanos con sus tradiciones, su historia, su literatura y su música, hablar de la no existencia de Cuba es una tontería. Pero yo no digo que Cuba no exista, sino que Cuba, como estado nacional, es una realidad malograda y, a estas alturas, inviable. Pasó la época propicia al surgimiento del estado nación y en ese período histórico los cubanos no desarrollamos las técnicas y virtudes necesarias para hacerlo posible.
Imagina, por ejemplo, el siguiente escenario. Echerri logra enviar a Cuba las píldoras de cianuro de la CIA (revisando bien la fecha de vencimiento, para evitar otro ridículo) y mata no sólo a Fidel, sino también a Raúl y al resto del Buró Político, el Comité Central, los generales de las FAR y los diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Dejémoslo ahí, pues el argumento necesita que quede alguien vivo. Ahora dime, ¿cómo cambia esto la capacidad de la sociedad cubana para autorregularse? Una matanza de tal magnitud va a traernos algunos cambios, quién lo duda, y también fiestas, llantos, vendettas, trajín… Pero eso siempre hemos tenido. Lo que no nos traerá, y a esto se limita mi observación, es un estado nacional que funcione.
Te hago esta pregunta porque hay que recordar que el estado es un instrumento de la sociedad para autorregularse. La sociedad cubana, tal y como yo la he conocido, me parece incapacitada para autorregularse. Mi reacción ante el artículo de Montaner viene determinada por esta apreciación, no por diferencias ideológicas, personales, etc. Y creo que esta apreciación es más común entre los que hemos vivido en Cuba hasta los noventa o fecha más reciente, sin que ello implique que nuestra experiencia de Cuba sea más real que la de Montaner. Es sólo eso, más reciente. Y aclaro que no estoy hablando de un problema genético, étnico, geográfico, sino histórico y social. Las vigencias sociales en la nación cubana no contribuyen a la formación y sostenimiento de un estado nacional.
Ya sé que hay quienes piensan que Fidel Castro encabeza un estado nacional, que él es, después de todo, nuestro gran nacionalista. A mí esta afirmación me parece problemática. El estado totalitario no es un instrumento de la sociedad (y la nación no es más que un tipo específico de sociedad), sino que pasa a suplantarla en todas sus funciones y termina absorbiéndola y anulándola. Por eso dudo que se le pueda llamar nacionalista al estado que encabeza Fidel Castro, aunque el discurso del castrismo esté repleto de retórica nacionalista —está repleto de veinte mil cosas más que nada tienen que ver con la realidad. Cincuenta años de castrismo es el más devastador de los ataques perpetrados jamás contra la nación cubana.
¿Hay alguna solución para Cuba? Bueno, Borges ya observó que hablar del "problema judío" es de algún modo proponer el holocausto, así que mejor nos cuidamos a la hora de hablar del "problema cubano" o de una "solución" para Cuba. Pero pongamos a un lado la objeción borgeana y digamos que esta "solución" solo pregunta por la posibilidad de un futuro en la geografía de la isla donde los cubanos puedan vivir y prosperar en libertad. ¿Es esto posible? No lo sé. Pero lo que dudo mucho es que ello ocurra en el marco de un estado nacional.
Y entonces qué nos queda, ¿una Cuba americana? ¿Una Cuba española? Ni lo creo ni lo quiero. El arreglo socio-político de la isla en un futuro cercano me parece tan previsible como la internet y la blogosfera hace 20 años. Y quizás tan excitante. Mi temor es que Cuba, en un futuro próximo, comience a ensayar de nuevo con el estado nacional y tengamos que escuchar a todos nuestros políticos reafirmar su fe inquebrantable en el pueblo cubano, en el capital humano de la isla y el exilio, en las infinitas posibilidades que se abren para todos en Cuba tras la larga noche del castrismo… Por mí, igual podrían comenzar por cagarse en mi madre y en la madre de todos y cada uno de los cubanos.
Y perdona la trova.
Saxo: Nada que disculpar. Discúlpame tú que no tuve tiempo de pasar a verte. No hay mucho que discutir. Comparto tu pesimismo sobre la capacidad –actual- de los cubanos para regenerarse como estado nacional. Y lo hago pensando en un ejemplo cercanísimo que por pura soberbia nunca mencionamos: la República Dominicana. A la muerte de Trujillo por un método bastante expedito a la Echerri le ha sucedido un estado en crisis perpetua que usando tus palabras no acaba de cuajar y en el que nadie confía. De poco vale lo emprendedores que sean los dominicanos individualmente, nadie confía en ese marco estatal y social. Cierto es que Dominicana es mucho más habitable que la Cuba actual (como demuestran los muchísimos cubanos que han emigrado hacia allá en los últimos tiempos) pero no demasiado habitable en general como demuestra su propia emigración. Por otro lado tengo un problema de carácter, un optimismo malsano que me obliga a pensar que como mismo se frustran las naciones esas mismas resurgen del modo más inesperado, desde Polonia a Macedonia pero no creo que ni a ti ni a mí nos interese lo que pase en esa isla de aquí a 200 años.
ResponderEliminarEl problema es que el mundo ha cambiado y si el nacimiento de los estados nacionales fue una circuntancia feliz del capitalismo hace 500 o 600 años. ahora con las nuevas condiciones económicas impuestas por la globalización, hablar de estados nacionales está un poco obsoleto, especialmete para paisillos como en nuesto de apenas 13 millones de habitantes, menos que la población de Ciudad Mexico. Habrá que encontrar un modelo político moderno que nos permita lanzarnos a la corriente de la gobalización sin impedimentos nacionalistas.
ResponderEliminarRemeMber (illustration).
ResponderEliminarmach