Estoy como la televisión cubana: repitiéndome. Ahí les pongo una reposición de un texto que saqué hace unos días. Lo pongo porque se trata de una versión bastante arreglada y cambiada que mejora bastante el original. Sobre todo pienso en los que no lo leyeron la primera vez.
El regreso del Comandante
Por Enrisco
Hay que reconocerlo: pese a los negros presagios que anunciaba la desaparición del Comandante de las pantallas nacionales, el país marcha mejor que nunca. Tan bien anda todo por la isla que uno se pregunta por qué al Comandante no se le ocurrió enfermarse antes, a ver la historia clínica que le hacían. Por un lado, siguiendo la sabia tendencia establecida por el propio Comandante tiempo atrás este año el país ha producido menos azúcar que Alaska. Por otro, todo el mundo, desde los congresistas norteamericanos hasta los ministros españoles, quiere sentarse con cualquier representante del gobierno cubano para tomar mojitos y hablar de petróleo o de los avances en los centros de reeducación cubanos (no confundir con las universidades populares), esos sitios que los retrógrados de toda la vida se empeñan en llamarles “cárceles”. Como mismo esos reaccionarios se empeñan en hablar de “presos” cuando lo correcto sería referirse a los albergados en estos centros como “reestudiantes”. (Seguramente esos reaccionarios andan molestos de que a las cárceles les llamen centros de reeducación porque en el caso (hipotético) de que llegaran al poder no podrían convertir las cárceles en escuelas como indica una vieja tradición nacional). Lo único que echarán en falta los congresistas norteamericanos y los ministros españoles serán aquellas divertidas visitas a hospitales y vaquerías del brazo del Comandante, de ahí los mojitos para ayudarlos a digerir tanto malestar.
Hace diez meses, cuando se anunció la enfermedad del Comandante parecía que se iba a acabar el mundo. Todo el país se paralizó. En el aire se quedaron congelados los martillos que le daban los toques finales a las balsas que participarían en las tradicionales regatas veraniegas de 90 millas (dirección norte). En el aire también quedaron las bofetadas reeducadoras dirigidas contra algún reestudiante duro de entendederas no fuera ser que el susodicho terminara siendo designado director de esa misma prisión. Luego la vida, junto con las balsas y las bofetadas siguieron su curso habitual y todo siguió su curso apacible y sereno, con el pueblo esperanzado en un futuro mejor… en cualquier tierra que reclamara el concurso de sus modestos esfuerzos. Al principio se especuló mucho sobre si el Hermano en Jefe se sentiría atraído por lo que los expertos conocen como el “modelo chino”. Para los que lo único que conocen de China son los restaurantes que pululan por el Primer Mundo debo aclararles que “modelo chino” no significa trabajar hasta bien tarde en la noche y reciclar la comida. El modelo chino implica, en pocas palabras, libertad económica y represión política. O sea, lo que en otros lugares –cosa curiosa- se conoce como “dictadura de derechas”. Lo que a la larga se ha impuesto es el “modelo China” bautizado así en honor a ciertas interioridades del hermano del Comandante que no vienen al caso. Este modelo prioriza ante todo la calma y tranquilidad ciudadanas. Todo el mundo quieto y si puede aguantar la respiración, mejor. Y es que el Hermano en Jefe, como dice el argot popular, “las mata callando”. El problema es que el Hermano en Jefe, hombre práctico, se toma la expresión con demasiada literalidad.
Ya se van notando algunos cambios en este nuevo estilo de gobernar. Hace poco unos soldados intentaron llevarse un avión en la misma dirección que las regatas, en un claro intento de llegar antes que las balsas, acto censurable donde los haya por la obvia falta de deportividad. Encima, en medio de su empeño de aventajar a las balsas, le quitaron la vida a un teniente coronel y hasta donde sabemos no se la han devuelto. No es difícil imaginarse lo que el Comandante, en uso de las facultades que le están conferidas (me refiero a los micrófonos en primer lugar) hubiera hecho en este caso: habría paseado al teniente coronel fiambre por todo el territorio nacional, puesto al país en pie de guerra y organizado una marcha tras otra frente a la Oficina de Intereses de los Estados Unidos que es precisamente el final del recorrido de las regatas (el país, no la oficina) y habría anunciado que esa afrenta sería cobrada “ojo por ojo”, algo que, dicho sea de paso, hubiera enorgullecido a Polifemo que nunca pudo vengarse de lo que le hizo Ulises, el pobre. Pero de acuerdo al “modelo China” las cosas funcionan de manera muy distinta. Sacan en la prensa una breve nota informativa y luego, en represalia, se mandan a recoger más antenas parabólicas. Los soldados causantes del estropicio serán guardados hasta que se decida que hacer con ellos que por supuesto no será agradable pero al menos será en silencio, esa condición que tanto apreciaba Martí cuando no andaba dando discursos.
Si uno observa la eficacia del “modelo China” tal y como se ha puesto en práctica en los últimos meses se pregunta por qué el Comandante no decidió tomarse sus vacaciones un poco antes. Digamos, es sólo un ejemplo, en 1960. Ese modo discreto del Hermano en Jefe de manejar las crisis, sin discursos ni marchas del pueblo combatiente, no nos hubiera ahorrado a los cubanos sangre, sudor o lágrimas aunque sí electricidad o suelas de zapatos lo cual, puestos a ver, se agradece. Que si el general Ochoa está demasiado zoquete. Pues se le hace un juicio discreto, casi íntimo que requiera apenas la asistencia del fiscal y el acusado y después de pasar al general por las armas o más exactamente por las balas, se publica una nota de prensa informando de la muerte un tanto abrupta del general por causas ajenas a su voluntad y se emprende recogida de antenas parabólicas. Lo mismo con la crisis de los balseros, o la de los misiles, o el éxodo del Mariel, o Girón o la explosión de “La Coubre”. En fin, que con ese estilo discreto que caracteriza el “modelo China” quizás todavía no se hubiera declarado el carácter socialista del régimen pero al menos no quedaría ni una sola antena parabólica.
Nada, que al parecer, tras el alejamiento del Comandante de los micrófonos, en lugar de caer en crisis se ha arribado a un equilibrio perfecto. El país marcha como siempre y ahora el Comandante tiene tiempo de sobra para dedicarse al tema que más le preocupa en estos momentos que es nada menos que la salvación de la especie. Se trata de una tarea difícil pero quien la enfrenta es nada menos que el estratega del asalto al Moncada, de Alegría de Pío, del Cordón de La Habana y de la Zafra de los Diez Millones, alguien que por su currículum, su experiencia y su edad perfectamente pudo haber sido responsable de la desaparición de los dinosaurios. Todo está en que se haya propuesto multiplicar el número de dinosaurios y crear especies más resistentes mediante audaces cruces genéticos. Así que si yo fuera parte de la especie humana (algo que pondrá en duda cualquiera que me vea comiendo) preferiría que el Comandante hiciera planes para exterminar la humanidad y así asegurarnos la sobrevivencia. Sin embargo, se escuchan últimamente persistentes rumores de que el Comandante abandonará esa urgente tarea para regresar de sus ya largas vacaciones, rumores que se han convertido en videos del Comandante en mono deportivo hablando de lo inteligentes que son los vietnamitas. Ese video, que recogía una entrevista que le hizo el periodista Randy Alonso además de la buena nueva del regreso del Comandante trajo otra magnífica noticia. Si el tral Randy Alonso sigue babeándose tal y como lo hizo en presencia de su adorado Comandante gracias a su secreción de saliva pronto Cuba tendrá resueltos los problemas ocasionados por la persistente sequía.
Cuando regrese el Comandante, quién lo duda, en la mesa redonda se hablará de lo exagerados que fueron los partes médicos que se emitieron desde el exilio para luego convencernos que sólo trataba de una ligera indisposición estomacal que lo mantuvo casi un año fuera de servicio (o dentro de este, según como se le quiera mirar). Recuerdo cuando en medio de uno de sus largos discursos mi abuela se preguntaba en voz alta: “Este hombre ¿Cuándo es que va al baño?” Mi abuela no vivió para descubrir lo que ahora todos sabemos: que el Comandante va al baño cada ocho décadas pero una vez allí se demora por lo menos un año en salir, amenazando con agotar la REPS (Reserva Estratégica de Papel Sanitario) y de paso resolverle a Cuba las necesidades de abono para la próxima década. Algunos piensan que no, que se trata de una táctica que le copió a su colega Pinochet: hacerse el enfermo para que no se metan con él porque es de mal gusto atacar a un viejito delicado de salud. Sólo que el chileno esperó a dejar el poder antes de hacerse el enfermo y lo fingió con tanta convicción que terminó muriéndose. El Comandante en cambio no se ha decidido a dejar el baño ni el poder y ahora sus médicos anuncian muy convencidos que va a vivir nada menos que hasta los 140 años. Si esto fuera cierto (y hasta ahora nada ha podido demostrar lo contrario) valdría la pena preguntarse si los sesenta años que le quedan va pasarlos en la estratégica posición que ahora ocupa a la que evidentemente le ha cogido cariño. (También es obvio que se ha encariñado con su mono deportivo adidas al punto que muchos se preguntan si cuando regrese del baño pasará a dirigir el país completo o sólo al equipo de pelota). Si el Comandante decide no regresar a su antigua posición (erecta, detrás de los micrófonos) ¿Qué pasará con el país además de ser declarado Territorio Libre de Antenas Parabólicas (TLAP)? ¿Cómo, desde esa posición, estratégica aunque algo alejada de los centros de poder, el Comandante hará frente a sus dos grandes enemigos del momento: el imperialismo y las hemorroides? Y una pregunta más comprometedora que las anteriores: ¿quién se atreverá a entrar en el baño para buscar las respuestas a las preguntas anteriores? Tiene la palabra el camarada Chávez.
El regreso del Comandante
Por Enrisco
Hay que reconocerlo: pese a los negros presagios que anunciaba la desaparición del Comandante de las pantallas nacionales, el país marcha mejor que nunca. Tan bien anda todo por la isla que uno se pregunta por qué al Comandante no se le ocurrió enfermarse antes, a ver la historia clínica que le hacían. Por un lado, siguiendo la sabia tendencia establecida por el propio Comandante tiempo atrás este año el país ha producido menos azúcar que Alaska. Por otro, todo el mundo, desde los congresistas norteamericanos hasta los ministros españoles, quiere sentarse con cualquier representante del gobierno cubano para tomar mojitos y hablar de petróleo o de los avances en los centros de reeducación cubanos (no confundir con las universidades populares), esos sitios que los retrógrados de toda la vida se empeñan en llamarles “cárceles”. Como mismo esos reaccionarios se empeñan en hablar de “presos” cuando lo correcto sería referirse a los albergados en estos centros como “reestudiantes”. (Seguramente esos reaccionarios andan molestos de que a las cárceles les llamen centros de reeducación porque en el caso (hipotético) de que llegaran al poder no podrían convertir las cárceles en escuelas como indica una vieja tradición nacional). Lo único que echarán en falta los congresistas norteamericanos y los ministros españoles serán aquellas divertidas visitas a hospitales y vaquerías del brazo del Comandante, de ahí los mojitos para ayudarlos a digerir tanto malestar.
Hace diez meses, cuando se anunció la enfermedad del Comandante parecía que se iba a acabar el mundo. Todo el país se paralizó. En el aire se quedaron congelados los martillos que le daban los toques finales a las balsas que participarían en las tradicionales regatas veraniegas de 90 millas (dirección norte). En el aire también quedaron las bofetadas reeducadoras dirigidas contra algún reestudiante duro de entendederas no fuera ser que el susodicho terminara siendo designado director de esa misma prisión. Luego la vida, junto con las balsas y las bofetadas siguieron su curso habitual y todo siguió su curso apacible y sereno, con el pueblo esperanzado en un futuro mejor… en cualquier tierra que reclamara el concurso de sus modestos esfuerzos. Al principio se especuló mucho sobre si el Hermano en Jefe se sentiría atraído por lo que los expertos conocen como el “modelo chino”. Para los que lo único que conocen de China son los restaurantes que pululan por el Primer Mundo debo aclararles que “modelo chino” no significa trabajar hasta bien tarde en la noche y reciclar la comida. El modelo chino implica, en pocas palabras, libertad económica y represión política. O sea, lo que en otros lugares –cosa curiosa- se conoce como “dictadura de derechas”. Lo que a la larga se ha impuesto es el “modelo China” bautizado así en honor a ciertas interioridades del hermano del Comandante que no vienen al caso. Este modelo prioriza ante todo la calma y tranquilidad ciudadanas. Todo el mundo quieto y si puede aguantar la respiración, mejor. Y es que el Hermano en Jefe, como dice el argot popular, “las mata callando”. El problema es que el Hermano en Jefe, hombre práctico, se toma la expresión con demasiada literalidad.
Ya se van notando algunos cambios en este nuevo estilo de gobernar. Hace poco unos soldados intentaron llevarse un avión en la misma dirección que las regatas, en un claro intento de llegar antes que las balsas, acto censurable donde los haya por la obvia falta de deportividad. Encima, en medio de su empeño de aventajar a las balsas, le quitaron la vida a un teniente coronel y hasta donde sabemos no se la han devuelto. No es difícil imaginarse lo que el Comandante, en uso de las facultades que le están conferidas (me refiero a los micrófonos en primer lugar) hubiera hecho en este caso: habría paseado al teniente coronel fiambre por todo el territorio nacional, puesto al país en pie de guerra y organizado una marcha tras otra frente a la Oficina de Intereses de los Estados Unidos que es precisamente el final del recorrido de las regatas (el país, no la oficina) y habría anunciado que esa afrenta sería cobrada “ojo por ojo”, algo que, dicho sea de paso, hubiera enorgullecido a Polifemo que nunca pudo vengarse de lo que le hizo Ulises, el pobre. Pero de acuerdo al “modelo China” las cosas funcionan de manera muy distinta. Sacan en la prensa una breve nota informativa y luego, en represalia, se mandan a recoger más antenas parabólicas. Los soldados causantes del estropicio serán guardados hasta que se decida que hacer con ellos que por supuesto no será agradable pero al menos será en silencio, esa condición que tanto apreciaba Martí cuando no andaba dando discursos.
Si uno observa la eficacia del “modelo China” tal y como se ha puesto en práctica en los últimos meses se pregunta por qué el Comandante no decidió tomarse sus vacaciones un poco antes. Digamos, es sólo un ejemplo, en 1960. Ese modo discreto del Hermano en Jefe de manejar las crisis, sin discursos ni marchas del pueblo combatiente, no nos hubiera ahorrado a los cubanos sangre, sudor o lágrimas aunque sí electricidad o suelas de zapatos lo cual, puestos a ver, se agradece. Que si el general Ochoa está demasiado zoquete. Pues se le hace un juicio discreto, casi íntimo que requiera apenas la asistencia del fiscal y el acusado y después de pasar al general por las armas o más exactamente por las balas, se publica una nota de prensa informando de la muerte un tanto abrupta del general por causas ajenas a su voluntad y se emprende recogida de antenas parabólicas. Lo mismo con la crisis de los balseros, o la de los misiles, o el éxodo del Mariel, o Girón o la explosión de “La Coubre”. En fin, que con ese estilo discreto que caracteriza el “modelo China” quizás todavía no se hubiera declarado el carácter socialista del régimen pero al menos no quedaría ni una sola antena parabólica.
Nada, que al parecer, tras el alejamiento del Comandante de los micrófonos, en lugar de caer en crisis se ha arribado a un equilibrio perfecto. El país marcha como siempre y ahora el Comandante tiene tiempo de sobra para dedicarse al tema que más le preocupa en estos momentos que es nada menos que la salvación de la especie. Se trata de una tarea difícil pero quien la enfrenta es nada menos que el estratega del asalto al Moncada, de Alegría de Pío, del Cordón de La Habana y de la Zafra de los Diez Millones, alguien que por su currículum, su experiencia y su edad perfectamente pudo haber sido responsable de la desaparición de los dinosaurios. Todo está en que se haya propuesto multiplicar el número de dinosaurios y crear especies más resistentes mediante audaces cruces genéticos. Así que si yo fuera parte de la especie humana (algo que pondrá en duda cualquiera que me vea comiendo) preferiría que el Comandante hiciera planes para exterminar la humanidad y así asegurarnos la sobrevivencia. Sin embargo, se escuchan últimamente persistentes rumores de que el Comandante abandonará esa urgente tarea para regresar de sus ya largas vacaciones, rumores que se han convertido en videos del Comandante en mono deportivo hablando de lo inteligentes que son los vietnamitas. Ese video, que recogía una entrevista que le hizo el periodista Randy Alonso además de la buena nueva del regreso del Comandante trajo otra magnífica noticia. Si el tral Randy Alonso sigue babeándose tal y como lo hizo en presencia de su adorado Comandante gracias a su secreción de saliva pronto Cuba tendrá resueltos los problemas ocasionados por la persistente sequía.
Cuando regrese el Comandante, quién lo duda, en la mesa redonda se hablará de lo exagerados que fueron los partes médicos que se emitieron desde el exilio para luego convencernos que sólo trataba de una ligera indisposición estomacal que lo mantuvo casi un año fuera de servicio (o dentro de este, según como se le quiera mirar). Recuerdo cuando en medio de uno de sus largos discursos mi abuela se preguntaba en voz alta: “Este hombre ¿Cuándo es que va al baño?” Mi abuela no vivió para descubrir lo que ahora todos sabemos: que el Comandante va al baño cada ocho décadas pero una vez allí se demora por lo menos un año en salir, amenazando con agotar la REPS (Reserva Estratégica de Papel Sanitario) y de paso resolverle a Cuba las necesidades de abono para la próxima década. Algunos piensan que no, que se trata de una táctica que le copió a su colega Pinochet: hacerse el enfermo para que no se metan con él porque es de mal gusto atacar a un viejito delicado de salud. Sólo que el chileno esperó a dejar el poder antes de hacerse el enfermo y lo fingió con tanta convicción que terminó muriéndose. El Comandante en cambio no se ha decidido a dejar el baño ni el poder y ahora sus médicos anuncian muy convencidos que va a vivir nada menos que hasta los 140 años. Si esto fuera cierto (y hasta ahora nada ha podido demostrar lo contrario) valdría la pena preguntarse si los sesenta años que le quedan va pasarlos en la estratégica posición que ahora ocupa a la que evidentemente le ha cogido cariño. (También es obvio que se ha encariñado con su mono deportivo adidas al punto que muchos se preguntan si cuando regrese del baño pasará a dirigir el país completo o sólo al equipo de pelota). Si el Comandante decide no regresar a su antigua posición (erecta, detrás de los micrófonos) ¿Qué pasará con el país además de ser declarado Territorio Libre de Antenas Parabólicas (TLAP)? ¿Cómo, desde esa posición, estratégica aunque algo alejada de los centros de poder, el Comandante hará frente a sus dos grandes enemigos del momento: el imperialismo y las hemorroides? Y una pregunta más comprometedora que las anteriores: ¿quién se atreverá a entrar en el baño para buscar las respuestas a las preguntas anteriores? Tiene la palabra el camarada Chávez.
Las escaras de la desconfianza entre los cubanos necesitará un mínimo de 4 lustros para sanar, y, los nuevos millonarios al estilo Saladrigas, Soros y Mas Santos, acabarán comprando votos a diestra y siniestra, y asesinando definitivamente a nuestra sociedad. En ese escenario, Rafael Rojas, y todos los politiqueros que hoy le cortejan, serán los enlaces perfectos entre esos bolsillos adinerados y los sicarios que han estado hibernando hasta el nuevo aviso.
ResponderEliminarNo se olvide nadie que el Rojo Rojas no es sólo un quedado en México que firmaba cuanta carta intelectual le enviaban desde su embajada en el DF, sino que además, tiene hermanos en los altos cargos del MININT y una familia numerosa en la alta nomenclatura de aquel régimen. Como él, hay muchos otros en el exilio con el mismo pedigrí y todos trabajando con el mismo objetivo. O sea que, sin llegar aún al grado de amenaza para la libertad de Cuba, por lo menos ya se han ganado la categoría de alternativa continuista del régimen de Castro.
En las condiciones geopolíticas actuales, con una ONU totalmente corrupta, una NATO chantajeada por los pacifistas europeos, y una Eurabia frágil y apática de cara sus obligaciones respecto a la ley internacional, no existen mejores vientos para prolongar en nuestra patria la arbitrariedad. ¿Quién sabe realmente cuales serán los adinerados y los oportunistas que finalmente asciendan a la nueva vida pública cubana? Pero poco importa aclarar sus nombres cuando ya sabemos que se trata de un escenario real (no una fantasía) en la que gente como Rafael Rojas están a la cabeza.
holy crap, antonio!
ResponderEliminar¿qué desayunaste?
¿listerine?
¿rafael rojas te debe dinero?
a la buena el palo, la mala pal catcher.
Vaya, Antonio, que Rojas te hizo algo en el pre, eso esta claro, asere...
ResponderEliminarPues a tumbar al Fifa que pa' luego es tarde. Cierto que el Fifo sigue vivo y que todavia tiene buenos contactos en las esferas de poder pero meterse con un viejo que no fue al pre con uno no tiene gracia. Y al Fifa seguro que lo estan preparando para ocupar el puesto de Vilma Espin. Lo dicho: todos contra el Fifa que la patria nos contempla orgullosa.
ResponderEliminary me gusto esa imagen: "las escaras de la desconfianza". se me ocurre otra: "las hemorroides de la desesperanza"
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