Patriotismo. A mí también la palabrita me ha causado (aún me provoca) urticaria. Como "solidaridad". Como "pueblo". Escucharla es casi siempre un indicio de que alguien está preparando condiciones para joderte. Debe ser lo más cerca que podemos estar de las moscas cuando sienten el vientecillo que anuncia el manotazo. Y sin embargo… Debe haber una palabra que sirva para explicar el cariño desinteresado y caprichoso por un trozo de paisaje, los minutos de gracia que le concedemos a quien comparta nuestro acento en tierra extraña, las horas de desvelo por lo que creemos un destino común, la vida dedicada a conservar y defender una parte, por minúscula que parezca, de un legado que sólo adquiere sentido pleno en los límites (amplios o estrechos, según se vea) de lo nacional. Me conmueve mucho menos el recuerdo de los grandes fantasmas nacionales que la disposición contemporánea a laborar por el bien común. No es, en todo caso, el vasallaje con el que en el país real hasta estar (por 21 días) puede ser un privilegio.
En su reciente discurso de aceptación del premio Nobel el novelista Mario Vargas Llosa creyó necesario distinguir al nacionalismo del patriotismo:
*Cuando a Borges le preguntaron por el significado del tango para los argentinos respondió: “Estando en Texas, un amigo paraguayo me hizo escuchar discos argentinos que a mí me desagradan; por ejemplo, "La comparsita", "Flaca, fané, descangallada", "El organito de la tarde", en fin, esos tangos que a mí me parecen realmente atroces. Me gusta otro tipo de tangos, "El choclo", "El poyito", "El apache argentino", "Noche garufa"...Bueno, mientras escuchaba y pensaba que todo eso era una miseria, de igual manera que el "Martín Fierro", los lagrimones me rodaban por la cara...es decir que había algo en mí que gustaba de todo eso, mientras mi mera inteligencia estaba condenándolo. Es un misterio y dejémoslo así”.
En su reciente discurso de aceptación del premio Nobel el novelista Mario Vargas Llosa creyó necesario distinguir al nacionalismo del patriotismo:
"No hay que confundir el nacionalismo de orejeras y su rechazo del “otro”, siempre semilla de violencia, con el patriotismo, sentimiento sano y generoso, de amor a la tierra donde uno vio la luz, donde vivieron sus ancestros y se forjaron los primeros sueños, paisaje familiar de geografías, seres queridos y ocurrencias que se convierten en hitos de la memoria y escudos contra la soledad. La patria no son las banderas ni los himnos, ni los discursos apodícticos sobre los héroes emblemáticos, sino un puñado de lugares y personas que pueblan nuestros recuerdos y los tiñen de melancolía, la sensación cálida de que, no importa donde estemos, existe un hogar al que podemos volver"Creo sin embargo que patria no es solo la melancolía que, entre otros escalofríos, podrían estremecer al que la ve a la distancia. Patria puede y debe ser un pacto entre iguales, un ir más allá de lo estrictamente necesario para la satisfacción personal hacia eso que podemos definir, no sin cierto rubor, como bien común. La patria –por difícil que sea imaginarlo ahora- como una conveniencia donde confluyan bienestar concreto y una satisfacción sentimental de la que somos menos exentos de lo que querríamos confesar*. Dios nos proteja de confundir la patria con los que no han hecho más que dilapidar el legado de siglos o con la vaselina que usan para facilitar sus más inconfesables (y multitudinarias) penetraciones. Pero algún nombre debemos darle a ese sentimiento que se nutre de nuestra mejor parte y que puede ayudarnos a ser nuestra vida algo más habitable. Y ante las inconveniencias de los neologismos no sería mala idea reconciliarnos con esa palabra, patria, que por vieja facilita la comunicación. Y queda todavía una buena razón para insistir en ella: no dejar que nos roben ciertas palabras.
*Cuando a Borges le preguntaron por el significado del tango para los argentinos respondió: “Estando en Texas, un amigo paraguayo me hizo escuchar discos argentinos que a mí me desagradan; por ejemplo, "La comparsita", "Flaca, fané, descangallada", "El organito de la tarde", en fin, esos tangos que a mí me parecen realmente atroces. Me gusta otro tipo de tangos, "El choclo", "El poyito", "El apache argentino", "Noche garufa"...Bueno, mientras escuchaba y pensaba que todo eso era una miseria, de igual manera que el "Martín Fierro", los lagrimones me rodaban por la cara...es decir que había algo en mí que gustaba de todo eso, mientras mi mera inteligencia estaba condenándolo. Es un misterio y dejémoslo así”.
"La patria no son las banderas ni los himnos, ni los discursos apodícticos sobre los héroes emblemáticos, sino un puñado de lugares y personas que pueblan nuestros recuerdos y los tiñen de melancolía, la sensación cálida de que, no importa donde estemos, existe un hogar al que podemos volver"
ResponderEliminarBueno, ¿qué quieres que te diga después de eso?
Siempre he pensado y dicho que Cuba (o la patria para algunos) es el patio de mi casa, los amigos que jugaban ahí. La laguna o el río donde casi me ahogo y la primera jevita que partí. Entre otras cositas, claro. En nuestro caso sin poder volver, los 21 días que se los metan por donde más les guste a los "patriotas".
Abrazo Enrisco! y feliz año 2011, compay!
Muy buen post para la víspera de Nochebuena. Así es... el aroma que despide una fruta al mondarla, el recuerdo de otro lugar cuando admiras un paisaje nuevo. Sí señor, el amigo Lauzán lo pintó muy bien y Vargas Llosa lo describió insuperablemente, aunque ese "hogar al que podemos volver" resida en nuestra memoria y no en un par de coordenadas sobre la faz de la tierra.
ResponderEliminarAprovecho para enviarles un cordial saludo navideño y el deseo de un venturoso 2011, a ti Enrique y a tu familia, e igualmente a todos los que se arriman por aquí. Buon natale.
Saludos,
MI
Lo decía Quevedo:
ResponderEliminarPatriotas de los cojones,
he aquí mi patria, mi polla.
Si es que tanto ella os mola,
pues chupádmela, cabrones.
Así mismo es:
ResponderEliminar"La patria no son las banderas ni los himnos, ni los discursos apodícticos sobre los héroes emblemáticos, sino un puñado de lugares y personas que pueblan nuestros recuerdos y los tiñen de melancolía, la sensación cálida de que, no importa donde estemos, existe un hogar al que podemos volver"
Lo firmo y lo reafirmo.
Feliz Navidad y prospero año nuevo a TODOS los cubanos de buena voluntad.
Excelente regalo de navidad.
ResponderEliminarAbrazo
CRA
Para mi la patria nuestra radica en el arroz con frijoles negros. El Cubano que me diga que ya no le gustan, ese es un apatrida. Lo demas es discurso y boberia. :)
ResponderEliminarFeliz Navidad para todos!
Kundejo
http://candelaaljarro.wordpress.com/2010/06/26/patria-o-muerte/
ResponderEliminarHace algun tiempo lei sobre lo mismo en el blog de Juan Abreu. Creo que la melancolia que uno siente es por el pasado, no tiene que ver nada con la Patria. Por supuesto, que lo vivido causa melancolia porque es cierto aquello de que "cualquier tiempo pasado siempre fue mejor" y generalmente tratamos de idealizarlo. Para mi Patria es humanidad y como dijo Benjamin Franklin "donde mora la libertad alli esta mi patria". Lo demas es bla bla bla, y cuentos para engatuzar a los tontos.
Merry Christmas!
ResponderEliminarLa patria que defiendo, si acaso, no es la de la melancolía que al fin es cosa de cada cual, ni los frijoles negros que me gustan pero entiendo que a alguien no le haga bien (como espero que entiendan que no me gusten los platanos maduros fritos). la patria de la que hablo es la de la convivencia, no angélica que para eso somos lo que somos, pero que valga la pena compartir. hoy por hoy eso es mi casa y de momento me basta. feliz navidad a todos.
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