martes, 1 de julio de 2025

Una prueba moral

Danilo Kis

Hace unas semanas un periodista me preguntaba qué pensaba del recién fallecido expresidente uruguayo José Mujica. No sé hasta qué punto esa pregunta era una especie de prueba de carácter como lo es opinar sobre cualquiera a quien se le suponga maldad o bondad universalmente reconocidas. Le respondí que, como representante de la izquierda latinoamericana, Mujica me parecía un tipo particularmente decente pero que había suspendido la prueba moral elemental que debía pasar todo hispanoamericano. "Para los intelectuales de esta época nuestra, -decía el escritor yugoslavo Danilo Kis- hay un solo examen de conciencia, hay solo dos asignaturas por las que uno suspende y pierde no un curso, sino el derecho (moral) de la palabra definitivamente: el fascismo y el estalinismo". Kis, por supuesto lo decía pensando en los intelectuales europeos. Para los latinoamericanos valdría decir lo mismo: hay un solo examen de conciencia, hay solo dos asignaturas por las que uno debería perder el derecho (moral) de la palabra definitivamente: la dictadura de Pinochet y la de los Castro.

No se trata de creerse que Cuba es el centro del mundo (como tampoco lo es Chile). Se trata de responder ante dos casos extremos que por ello mismo son modélicos y de superar la tentación de perdonar a una tiranía porque comparte tu mismo espectro ideológico, tus mismos enemigos. Y esa es una prueba que poquísimos latinoamericanos superan. Quien se inclina a la derecha aplaude discretamente a Pinochet por meter en cintura -que en dialecto político es el equivalente de matar, encarcelar- a los comunistas (esa tribu en que, cuando te pones poético, cabe la humanidad entera) y abrir el camino a la economía de mercado. En cambio, quien se ladea a la izquierda perdona a Castro sus muertos y presos por haberse enfrentado a Estados Unidos aunque todos los muertos y presos hayan sido locales.

Respecto a esta prueba Cuba o Chile no son países sino metáforas del poder y de lo que se puede hacer con el poder cuando se lo tiene en exclusiva. Y uno de los pocos famosos latinoamericanos que pasó la prueba con éxito es el denostado Mario Vargas Llosa cuando al pedírsele que escogiera entre la dictadura de Pinochet y la de Castro rechazó caer en ese juego. “Las dictaduras son todas malas” respondió “el precio que se paga por cualquier dictadura es inaceptable, intolerable”.

Pero hoy Mujica es un santón cuya sabiduría es casi tan citada como la de Paulo Coelho mientras la supuesta condición reaccionaria de Vargas Llosa se antepone a la consideración de sus mejores novelas. Pero nada de eso resulta contradictorio en un continente en el que los intelectuales y políticos han suspendido en masa su examen de conciencia y no por ello han perdido el derecho (moral) a la palabra.