Para los que quieran ya pueden comprar la nueva edición de Leve Historia de Cuba en Amazon tanto en Estados Unidos como en Europa.
Blog personal y casi tan íntimo como una enfermedad venérea pensado también para liberar al pueblo cubano, aunque sea del aburrimiento. Contribuyentes: Enrisco (autor de “Obras encogidas” y “El Comandante ya tiene quien le escriba”), su alter ego, la joven promesa de más de cincuenta años, Enrique Del Risco. Espacio para compartir cosas, mías y ajenas, aunque prefiero que sean ajenas. Quedan invitados a hacer sus contribuciones, y si son en efectivo, pues mejor.
jueves, 22 de noviembre de 2018
miércoles, 21 de noviembre de 2018
Entrevista: sobre Turcos en la niebla y la Trilogía cubana del Hudson
La periodista Sarah Moreno me entrevistó para El Nuevo Herald sobre el premio a mi novela Turcos en la niebla. Acontinuación les dejo la entrevista completa:
2-Háblame de la novela premiada y de la trilogía que tienes en mente.
Turcos en la niebla transcurre en estos tiempos, más o menos en la misma zona en que vivo en el condado de Hudson, Nueva Jersey, justo frente a Manhattan y la trama se construye a partir de los monólogos entretejidos de cuatro personajes, uno de los cuáles se encuentra en un momento límite de su vida y va a terminar arrastrando a los demás. Es una novela fundamentalmente sobre la amistad pero también sobre la emigración, el exilio y sobre toda la incertidumbre que es vivir tiempos como estos. “Está más perdido que un turco en la niebla” es una expresión que le escuché a un amigo argentino para indicar que alguien estaba totalmente desorientado. Otro título alternativo era Los náufragos de Bergenline que es la principal calle comercial que atraviesa Union City y West New York, pueblos que desde mediados del siglo pasado han tenido una alta concentración de cubanos. Tanto como para que llamaran a esta zona Havana-on-the-Hudson o el Miami del Norte. Las otras dos novelas que componen la trilogía se ubican una a finales del siglo XIX y otra a mediados del XX y ambas centradas en la comunidad cubana en Nueva York.
3. ¿Cuándo saldría publicada la novela?
En marzo del 2019.
5-Tu experiencia como historiador, ¿cómo te ayudó para esta novela y para la trilogía en general? En tus investigaciones para la trilogía, ¿qué hallazgos hiciste que hasta ti, una polilla del tema, te sorprendió?
Para Turcos en la niebla no investigué mucho. En libros, quiero decir. Se trata de historia viva que te est’a pasando por al lado y hay que estar atento a ella. Si empecé la trilogía por el presente es porque pensé que era la época que requeriría menos investigación. Así que me puse a escribir esta novela mientras investigaba la vida de los cubanos en Nueva York en el siglo XIX un tema sobre el que hacía diez años no había casi nada escrito pero del que acaba de salir un libro del historiador Lisandro Pérez (“Sugar, Cigars and Revolution”). De haberlo tenido entonces me hubiera ahorrado muchísimo tiempo. Pero en el fondo me alegro, porque no hay dos visiones iguales de una misma época. Mi trilogía parte de una realidad: los cubanos hemos tenido una presencia continua por casi dos siglos en esta zona, un lugar esencial para entender el mundo moderno. Sospecho que experiencia y la consiguiente recreación de una idea de lo nacional desde tanta distancia haya marcado de muchas maneras la construcción de la nación cubana incluyendo algunos de los principales emblemas de lo cubano como la bandera, el escudo, los Versos sencillos de Martí y la Cecilia Valdés de Villaverde. Pero también ha servido para imaginarse la posibilidad de vivir como cubanos fuera del marco geográfico de la isla. Hay una canción de Boris Larramendi que resume eso de una manera muy sencilla: “En Central Park,/ al lado de Strawberry Fields,/se forma tremendo rumbón… / Y no es la Habana”. Saber eso es muy útil cuando se ha vivido bajo un régimen que te intenta convencer que fuera de él no eres nada.
6-Has ganado otros premios en España ¿te parece que hay un interés especial últimamentre en la literatura cubana escrita fuera de Cuba? ¿Al fin es una revancha para los escritores cubanos exiliados, que tradicionalmente han sido postergados y hasta censurados por los premios en España?
Hace diez años gané el Premio Iberoamericano de Relatos “Cortes de Cádiz” con el libro ¿Qué pensarán de nosotros en Japón? y ahora el Premio Unicaja Fernando Quiñones de novela. Siempre he pensado que los premios son una lotería y no voy a cambiar de opinión porque yo sea el afortunado. No creo en revanchas ni en justicias poéticas (o novelescas como en este caso). Cuando uno gana la lotería lo celebra pero no se anda buscando explicaciones. Si me obligo a hacerlo podría pensar que el desastre de Venezuela y el ascenso del chavismo español de Podemos les ha hecho ver a los españoles que el caso cubano no es tan particular como se piensa. Que algo podrían aprender de nosotros. Pero no me hago ilusiones. Prefiero pensar como la madre de otro amigo que decía que si le servía un bistec no preguntara de dónde lo había sacado y se lo comiera. Y es que un bistec en Cuba puede ser tan inalcanzable como la lotería aquí.
7- Ya tienes agente literaria en España? ¿Y si no es así por qué todavía no la tienes?
No, no tengo. Pero no por falta de intentarlo. En verdad no he insistido demasiado porque las agencias están saturadas de manuscritos y la mayoría de ellas de entrada te dicen que no los aceptan a menos que te los pidan. Y, parafraseando a Groucho Marx, nunca entraría a un club que rechace a gente como yo.
1- ¿Qué
significa para ti este premio? ¿Por qué es importante?
Es el
premio más importante que haya ganado hasta ahora. No solo por el nombre, el
monto, o porque implica la publicación en una editorial tan importante como
Alianza. También porque luego de pasarme más de tres décadas escribiendo y
publicando libros de relatos, ensayos, colecciones de artículos y hasta
memorias esta es la primera novela que escribo. Una novela que es parte de un
proyecto mucho más ambicioso que he llamado Trilogía Cubana del Hudson. Y me
gusta especialmente porque lo escribí porque era exactamente lo que quería
hacer, no porque pensara ganar algún concurso. Pero luego de llevar una década
trabajando en ese proyecto un estímulo así viene de maravillas. Aunque cuando
contraes el vicio de la escritura ya sabes que vas a persistir hasta el final,
recibas o no premios. Incluso si te castigan. 2-Háblame de la novela premiada y de la trilogía que tienes en mente.
Turcos en la niebla transcurre en estos tiempos, más o menos en la misma zona en que vivo en el condado de Hudson, Nueva Jersey, justo frente a Manhattan y la trama se construye a partir de los monólogos entretejidos de cuatro personajes, uno de los cuáles se encuentra en un momento límite de su vida y va a terminar arrastrando a los demás. Es una novela fundamentalmente sobre la amistad pero también sobre la emigración, el exilio y sobre toda la incertidumbre que es vivir tiempos como estos. “Está más perdido que un turco en la niebla” es una expresión que le escuché a un amigo argentino para indicar que alguien estaba totalmente desorientado. Otro título alternativo era Los náufragos de Bergenline que es la principal calle comercial que atraviesa Union City y West New York, pueblos que desde mediados del siglo pasado han tenido una alta concentración de cubanos. Tanto como para que llamaran a esta zona Havana-on-the-Hudson o el Miami del Norte. Las otras dos novelas que componen la trilogía se ubican una a finales del siglo XIX y otra a mediados del XX y ambas centradas en la comunidad cubana en Nueva York.
3. ¿Cuándo saldría publicada la novela?
En marzo del 2019.
4- Por qué
elegiste contar la vida de los cubanos en Nueva York, ¿qué nos enteramos en la
novela que no sabíamos?
Las vidas
que cuento en Turcos en la niebla son
ficticias pero trufadas por tramas e historias que circulan continuamente por
esta zona. Entre mis amigos hay excelentes narradores que se pasan la vida
haciendo historias que les han sucedido a personajes de la zona en diferentes
épocas y he sido muy atento a la hora de escucharlas y recogerlas. En ese
sentido es una novela muy oral. Mi trabajo ha sido intentar crear a partir de
ahí personajes creíbles, consistentes y humanos e integrarlos en una historia
común dramática y divertida al mismo tiempo. Y en medio de eso reconstruyo cómo
ha sido la vida de los exiliados en esa zona en las últimas décadas, una vida
que en muchos detalles es distinta a la de los cubanos en Miami pero en otros
aspectos tiene mucho en común con estos. Y hasta con la vida de comunidades
exiliadas en todo el mundo ya sean judíos, polacos, húngaros o chilenos.5-Tu experiencia como historiador, ¿cómo te ayudó para esta novela y para la trilogía en general? En tus investigaciones para la trilogía, ¿qué hallazgos hiciste que hasta ti, una polilla del tema, te sorprendió?
Para Turcos en la niebla no investigué mucho. En libros, quiero decir. Se trata de historia viva que te est’a pasando por al lado y hay que estar atento a ella. Si empecé la trilogía por el presente es porque pensé que era la época que requeriría menos investigación. Así que me puse a escribir esta novela mientras investigaba la vida de los cubanos en Nueva York en el siglo XIX un tema sobre el que hacía diez años no había casi nada escrito pero del que acaba de salir un libro del historiador Lisandro Pérez (“Sugar, Cigars and Revolution”). De haberlo tenido entonces me hubiera ahorrado muchísimo tiempo. Pero en el fondo me alegro, porque no hay dos visiones iguales de una misma época. Mi trilogía parte de una realidad: los cubanos hemos tenido una presencia continua por casi dos siglos en esta zona, un lugar esencial para entender el mundo moderno. Sospecho que experiencia y la consiguiente recreación de una idea de lo nacional desde tanta distancia haya marcado de muchas maneras la construcción de la nación cubana incluyendo algunos de los principales emblemas de lo cubano como la bandera, el escudo, los Versos sencillos de Martí y la Cecilia Valdés de Villaverde. Pero también ha servido para imaginarse la posibilidad de vivir como cubanos fuera del marco geográfico de la isla. Hay una canción de Boris Larramendi que resume eso de una manera muy sencilla: “En Central Park,/ al lado de Strawberry Fields,/se forma tremendo rumbón… / Y no es la Habana”. Saber eso es muy útil cuando se ha vivido bajo un régimen que te intenta convencer que fuera de él no eres nada.
6-Has ganado otros premios en España ¿te parece que hay un interés especial últimamentre en la literatura cubana escrita fuera de Cuba? ¿Al fin es una revancha para los escritores cubanos exiliados, que tradicionalmente han sido postergados y hasta censurados por los premios en España?
Hace diez años gané el Premio Iberoamericano de Relatos “Cortes de Cádiz” con el libro ¿Qué pensarán de nosotros en Japón? y ahora el Premio Unicaja Fernando Quiñones de novela. Siempre he pensado que los premios son una lotería y no voy a cambiar de opinión porque yo sea el afortunado. No creo en revanchas ni en justicias poéticas (o novelescas como en este caso). Cuando uno gana la lotería lo celebra pero no se anda buscando explicaciones. Si me obligo a hacerlo podría pensar que el desastre de Venezuela y el ascenso del chavismo español de Podemos les ha hecho ver a los españoles que el caso cubano no es tan particular como se piensa. Que algo podrían aprender de nosotros. Pero no me hago ilusiones. Prefiero pensar como la madre de otro amigo que decía que si le servía un bistec no preguntara de dónde lo había sacado y se lo comiera. Y es que un bistec en Cuba puede ser tan inalcanzable como la lotería aquí.
7- Ya tienes agente literaria en España? ¿Y si no es así por qué todavía no la tienes?
No, no tengo. Pero no por falta de intentarlo. En verdad no he insistido demasiado porque las agencias están saturadas de manuscritos y la mayoría de ellas de entrada te dicen que no los aceptan a menos que te los pidan. Y, parafraseando a Groucho Marx, nunca entraría a un club que rechace a gente como yo.
jueves, 15 de noviembre de 2018
Una buena noticia
Mi novela "Turcos en la niebla" (o "Los náufragos de Bergenline" porque siempre he estado indeciso con el título) acaba de ganar el XX Premio Unicaja de novela Fernando Quiñones. No sé bien lo que vio en ella el jurado al que agradezco su inexplicable deferencia. Yo escribí una novela sobre un exilio de bolsillo de un grupo de amigos a orillas del Hudson. O mejor, un libro sobre la amistad entre personas cuyo espacio común es el exilio. Una exageración de casi 500 páginas que sospechaba que no podía interesar a nadie al otro lado del Atlántico pero es allí justamente donde se toman en serio eso de premiar libros que solo los que lo hacemos sabemos el trabajo que cuestan. Es esa la primera parte de una saga que todavía en construcción que he llamado Trilogía cubana del Hudson sobre la presencia de compatriotas en la zona en los últimos dos siglos y pico. Un premio que dedico con toda el alma al barrio que he hecho mío en los últimos veinte años. Y sobre todo a los amigos que lo han hecho habitable.
P.D. Si algo pude entender entre sueños de la noticia con que me despertó el jurado del premio esta mañana la novela sale en marzo. Así que habrá que esperar hasta entonces.
P.D. Si algo pude entender entre sueños de la noticia con que me despertó el jurado del premio esta mañana la novela sale en marzo. Así que habrá que esperar hasta entonces.
miércoles, 14 de noviembre de 2018
Leve Historia de Cuba ataca de nuevo
Tengo el gusto de informarles que está a punto de salir una nueva edición del libro "Leve Historia de Cuba". La primera presentación de esta nueva edición se hará el próximo miércoles 21 de noviembre en la Great Room del 19 University Pl. (NYU), NY, NY. La presentación comenzará a las 7:30 pm y contará con los autores Francisco García González y Enrique Del Risco. Están todos invitados.
Tras las huellas literarias de la generación del Mariel
martes, 6 de noviembre de 2018
El otro exterminio
En el 2007 mencionaba en estas mismas páginas los resultados de una investigación sobre la composición genética de Cuba. En dicho estudio se afirmaba que había “en el código genético nacional un 73,8 por ciento de herencia caucásica, es decir europea; un 16,8 por ciento de africanos y un 9,4 por ciento de indocubanos y asiáticos”. Llamaba la atención sobre todo la cifra referida a los indocubanos -en aquel entonces indistinguibles genéticamente de los asiáticos: luego de los libros de historia hubieran decretado su extinción a manos de los conquistadores una investigación venía a demostrar su persistencia genética. El relato tremebundo del exterminio indígena debía dar paso a uno más cercano a la realidad. Uno en el que los indígenas amén de ser masacrados por la espada pero sobre todo por las enfermedades más que desaparecer del todo terminaron fusionándose con los conquistadores. Sobre todo teniendo en cuenta que estos últimos eran abrumadoramente del sexo masculino y con escasa vocación por la castidad.
Ahora veo que sendos estudios, uno de 2014 y otro de este año vienen a confirmar y clarificar los hallazgos del 2007. En el del 2014 realizado entre un grupo de 1019 personas procedentes de todas las provincias cubanas dejó establecido que el origen genético de estas era un 72% europeo, un 20% africano y un 8% indocubano y asiático. El estudio del 2018, aparecido en la revista Nature, fue realizado entre 860 individuos y da resultados más específicos. Esta vez consigue separar la presencia genética asiática de la indocubana cifrando la primera en un bajísimo 2.5%. También se concluye que las provincias orientales tienen como promedio más presencia genética africana (26%) e indígena (10%) que el resto de las provincias que tienen una proporción genética del 17% para la africana y 5% para la indígena.
Estas investigaciones niegan de hecho el relato del exterminio absoluto de la población indígena y la composición étnica cubana exclusivamente de europeos, africanos y chinos. Estos resultados me parecen consistentes con la historia cubana, con sus flujos migratorios y explican montones de fenómenos que el relato oficial dejaba sin respuesta: desde la persistencia de ciertos rasgos fisonómicos y prácticas gastronómicas acentuados en las provincias orientales hasta el uso de vocablos y toponimia de origen claramente indígena por todo el país. No se trata de volver al siboneyismo del siglo XIX pero sí de reescribir ese cuento que explica el pasado cubano como un borrón y cuenta nueva donde el borrón son precisamente los aborígenes. Se trata de evitar que el exterminio parcial que sufrieron aquellos taínos y guanahatabeyes en el siglo XVI no sea completado por el exterminio que sufrieron a manos de nuestros intelectuales en el siglo XX y que todavía repetimos impulsados por una conveniente inercia.
Ahora veo que sendos estudios, uno de 2014 y otro de este año vienen a confirmar y clarificar los hallazgos del 2007. En el del 2014 realizado entre un grupo de 1019 personas procedentes de todas las provincias cubanas dejó establecido que el origen genético de estas era un 72% europeo, un 20% africano y un 8% indocubano y asiático. El estudio del 2018, aparecido en la revista Nature, fue realizado entre 860 individuos y da resultados más específicos. Esta vez consigue separar la presencia genética asiática de la indocubana cifrando la primera en un bajísimo 2.5%. También se concluye que las provincias orientales tienen como promedio más presencia genética africana (26%) e indígena (10%) que el resto de las provincias que tienen una proporción genética del 17% para la africana y 5% para la indígena.
Estas investigaciones niegan de hecho el relato del exterminio absoluto de la población indígena y la composición étnica cubana exclusivamente de europeos, africanos y chinos. Estos resultados me parecen consistentes con la historia cubana, con sus flujos migratorios y explican montones de fenómenos que el relato oficial dejaba sin respuesta: desde la persistencia de ciertos rasgos fisonómicos y prácticas gastronómicas acentuados en las provincias orientales hasta el uso de vocablos y toponimia de origen claramente indígena por todo el país. No se trata de volver al siboneyismo del siglo XIX pero sí de reescribir ese cuento que explica el pasado cubano como un borrón y cuenta nueva donde el borrón son precisamente los aborígenes. Se trata de evitar que el exterminio parcial que sufrieron aquellos taínos y guanahatabeyes en el siglo XVI no sea completado por el exterminio que sufrieron a manos de nuestros intelectuales en el siglo XX y que todavía repetimos impulsados por una conveniente inercia.
lunes, 5 de noviembre de 2018
Inmigrante vs inmigrante: una taxonomía básica
Cada
persona es un mundo, cierto, pero mundos no tan distintos unos de otros que no
puedan ser catalogados en grupos afines. Tenemos el caso de la especie de los
inmigrantes que entre tantos criterios con que se puede clasificar está el de
su comportamiento hacia otros inmigrantes. Adelanto aquí una propuesta mínima
de clasificación.
-Los
nativistas: es una de las subespecies más consistentes. Piensan que el
ecosistema local debe ser protegido de toda especie foránea, so pena de
convertirse en plaga, como los conejos en Australia. Nacer en otro sitio te
convierte en criminal en potencia. Si el pasaporte de un nativista declara que
es nativo de Bogotá o Camajuaní seguramente se trata de un error que subsanará
en cuanto encuentre tiempo.
-Los
excepcionales: admiten que son inmigrantes pero al mismo tiempo consideran que
son los únicos dignos de ser admitidos en su país de adopción. El resto son un
atajo de impresentables que si el gobierno hubiera mantenido a distancia no
estaríamos como estamos.
-Los
puntuales: Más flexible que la especie anterior son los que piensan que el proceso
de admisión debió cerrarse justo a partir del momento en que lo admitieron a
él. Ni un minuto más tarde. Después de que su madre lo trajo al mundo todo lo
que ha producido esta humanidad en materia de inmigrantes es pura decadencia.
-Los
puntuales generosos: no piensan que la admisión de inmigrantes debió cerrarse
con él aunque sí con el último de sus familiares inmediatos. Algunos poseen la
generosidad suficiente como para admitir hasta su suegra.
-Los
patriotas: versiones contemporáneas de Moisés consideran que su pueblo es el
elegido por Dios para emigrar a otras tierras. El resto de los pueblos debe
quedarse estoicamente en el pedazo de tierra que Dios le asignó por el resto de
sus vidas.
-Los generosos
abstractos: piensan que toda la humidad tiene derecho a entrar en el país
siempre que se la mantenga a saludable distancia del barrio residencial en el
que viven junto a un 98% de blancos y 2% de albinos.
-Los
generosos concretos: su idea del paraíso es un ghetto donde los nativos solo
entren a arreglar el carro que se les acaba de romper en la esquina y hablando
en un idioma que no se entiende.
-Los
puristas migratorios: piensan que el país a donde han llegado debe ocuparse de
la seguridad social del resto de la humanidad y a los nativos se les debe
expulsar en masa por intolerantes. El único problema con esta especie es que no
se ha podido encontrar ni un solo ejemplar vivo. Se sospecha que en realidad
que se trata de una especie de nativos altamente mimética dedicada a controlar
completamente el hábitat en que se encuentra.
viernes, 2 de noviembre de 2018
El marxismo y las matemáticas
Todos los jueves uno de mis estudiantes viene a hablar una hora conmigo. Para practicar su español dice. Mentira. Descubiertas un montón de preferencias en común lo que hablamos es de música y de cuanto se ponga en el camino. En español, claro, pero lo de menos es el idioma. Y así ha pasado de pensar que toda la música latina anterior al reguetón era “salsa” a descubrir géneros, a distinguirlos entre ellos y aprender uno que otro tema en su piano.
Ayer hablábamos de la rumba. Intentaba explicarle lo que significaba la rumba para los cubanos. Lo cotidiano y extraño que puede ser al mismo tiempo. Que yo no vine a chocar con ella de verdad hasta las escuelas al campo. Y claro, tuve que explicarle qué era una escuela al campo. Y qué era una maleta de escuela al campo como principal instrumento en aquellas rumbas. Que no, que no había piano ni guitarras. Que todo era a golpe de maletas, jarros y cucharas. Y si acaso algún machete o guataca.
Lo de la música lo entendió. Lo de la escuela al campo, creo que no. Su alma limpia y buena no alcanzaba a descifrar qué hacían niños de 12, 13 o 14 años con cuchillos, machetes y guatacas en medio de un surco. Ni qué pretendía hacer un Estado con tanta tierra si no podía hacerla producir y tenía que inventarse ese simulacro de las escuelas al campo. Debo decir que mi estudiante es, además de músico, estudiante de economía. Lo único que atinó a decir al final fue: “Lo que no entiendo es por qué los profesores de ciencias sociales son marxistas y socialistas y nos miran a los economistas como monstruos”. Pero yo creo que en el fondo lo entendió. Que lo que no pueden soportar sus profes marxistas es que dos más dos siga dando cuatro.
Ayer hablábamos de la rumba. Intentaba explicarle lo que significaba la rumba para los cubanos. Lo cotidiano y extraño que puede ser al mismo tiempo. Que yo no vine a chocar con ella de verdad hasta las escuelas al campo. Y claro, tuve que explicarle qué era una escuela al campo. Y qué era una maleta de escuela al campo como principal instrumento en aquellas rumbas. Que no, que no había piano ni guitarras. Que todo era a golpe de maletas, jarros y cucharas. Y si acaso algún machete o guataca.
Lo de la música lo entendió. Lo de la escuela al campo, creo que no. Su alma limpia y buena no alcanzaba a descifrar qué hacían niños de 12, 13 o 14 años con cuchillos, machetes y guatacas en medio de un surco. Ni qué pretendía hacer un Estado con tanta tierra si no podía hacerla producir y tenía que inventarse ese simulacro de las escuelas al campo. Debo decir que mi estudiante es, además de músico, estudiante de economía. Lo único que atinó a decir al final fue: “Lo que no entiendo es por qué los profesores de ciencias sociales son marxistas y socialistas y nos miran a los economistas como monstruos”. Pero yo creo que en el fondo lo entendió. Que lo que no pueden soportar sus profes marxistas es que dos más dos siga dando cuatro.