jueves, 20 de octubre de 2016

¿Dónde se creó (exactamente) la bandera cubana?

Nunca he descubierto nada. Ni siquiera pretendía descubrirlo. Sin embargo me di cuenta de que no se sabía el lugar exacto donde se había creado nada menos que la bandera cubana. Todo lo que se repetía eran un par de calles. Pues con una mezcla de empeño y buena suerte creo haber descubierto la dirección exacta en la que en junio de 1849 Narciso López se reunió con Miguel Teurbe Tolón para darle forma definitiva a la bandera cubana. Y la dirección es 47 Warren Street, NY, NY. Confieso que cuando lo descubrí me sentí un Indiana Jones de bolsillo. Ya sé que es una tontería pero durante más de 160 años los cubanos nos hemos dedicado a olvidar esa dirección. Déjenme disfrutar recordársela. La explicación de cómo llegué a esa conclusión pueden leerla aquí y aquí

Post Data: No poca responsabilidad en este penoso retraso en las investigaciones sobre el tema recae sobre la paradoja de que de los tres símbolos oficiales del Estado cubano (el escudo, la bandera y el himno) dos fueron creados en el corazón del país que la ideología imperante desde hace seis décadas ha convertido en enemigo mortal. Ni que la encarnación de esa paradoja, la controvertida figura del general venezolano Narciso López, pasara de ser de precursor (cuestionable) de la independencia cubana a mero anatema. Tampoco en que el mayor especialista tuviera que marchar al exilio dejando atrás su archivo que a continuación sería saqueado y destruido por representantes de la triunfante revolución. Al respecto el historiador Antonio de la Cova me ha contado recientemente en comunicación personal:
"Herminio Portell-Vilá, con la ayuda económica del Dr. Antonio Eligio de la Puente, compró el archivo y el diario de Cirilo Villaverde cuando su hijo [Enrique?] lo puso a la venta. Con dicha documentación, Portell-Vilá basó sus tres tomos de Narciso López y su época (1930-1958). Portell-Vilá, con quien me comuniqué con frecuencia en los 1980s antes de fallecer el 13 de enero de 1992, a los 90 años de edad, indica que el diario de Villaverde tenía errores de fecha y parece que copió el original y le hizo cambios. Portell-Vilá se me lamentó varias veces que al salir al exilio en 1959, los “bandidos” castristas le saquearon su casa y “me robaron mi biblioteca y mi archivo,” incluyendo el diario de Villaverde, que se perdieron para la historia".
Insisto, esto es asunto que debe ser estudiado a profundidad por profesionales y no menos aficionados como yo. Porque al margen de que la bandera fuera diseñada en tal o más cual calle lo relevante es el denso y complejo tejido político, económico y social que conectaba a una nación con otra que pugnaba por independizarse tomándola como referencia y modelo cuando no destino. En fin, que se necesitan recuentos adultos entre tanta historia infantil.

lunes, 17 de octubre de 2016

Risa amarga

De izquierda a derecha Elisa Tótaro (Venezuela), Rayma Suprani (Venezuela), Enrisco (Cuba), Bonil (Ecuador), Feggo (México) y Juan Andrés Ravell (Venezuela).

Ultimos párrafos del discurso que di el sábado en la conferencia "Bitter Laughter: political satire in Latin America":

"Debe recordarse a Borges, quien tantas veces se equivocó en política (y tantas veces acertó) cuando dijo que “las dictaduras fomentan la opresión, las dictaduras fomentan el servilismo, las dictaduras fomentan la crueldad; más abominable es el hecho de que fomentan la idiotez. Botones que balbucean imperativos, efigies de caudillos, vivas y mueras prefijados, muros exornados de nombres, ceremonias unánimes, la mera disciplina usurpando el lugar de la lucidez... Combatir esas tristes monotonías es uno de los muchos deberes del escritor”. Y el primer deber del artista satírico, agregaría yo. Aquellos eran otros tiempos, claro. Ahora se comprende que no siempre hay que apelar a la violencia para arribar al poder o mantenerse en él. No hay por qué exterminar pueblos enteros si se pueden masacrar sus neuronas. Las técnicas de control social han cambiado aunque la idiotez sea la misma. En cualquier caso el deber de la sátira seguirá siendo el de combatir esas tristes monotonías que nos exigen que abdiquemos nuestras obligaciones como seres pensantes. Esas monotonías que se empeñan en derrocar para siempre el sentido común para que aceptemos que dos más dos es igual a cinco. O que la redención eterna se alcanza con la llegada de determinado político al poder. Antes hablaba de la simple y ardua tarea de la sátira política de denunciar la desnudez del poder. Pero incluso esa, por decisiva que parezca no es la única ni la más importante. Más importante aún es defendernos de la estupidez y del sin sentido que inevitablemente generan las pasiones políticas. Y más ahora cuando comprobamos que ningún rincón de este universo –no importa cuán civilizado y democrático se pretenda- puede sentirse a salvo del imperio de la idiotez. De nada vale que ataquemos lo que nos parece injusto y ridículo sin al mismo tiempo defender y conservar al menos común de los sentidos, ese que nos permite comprobar a cada rato quiénes somos en realidad y quiénes debemos intentar ser. Ese sentido común que nos hace entendernos por encima de nuestras inevitables diferencias. Ese sentido común que nos recuerda que nuestra clasificación como homo sapiens quizás sea exagerada pero nunca deberá dejar de ser un anhelo legítimo"

lunes, 3 de octubre de 2016

En Viceversa

Hoy la revista Viceversa publica una entrevista con un servidor donde me preguntan sobre casi todo para terminar con la normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos:
Todos piensan que en los últimos cincuenta años Cuba estaba en una suerte de guerra con Estados Unidos. La verdad es que en Cuba la guerra es entre un gobierno y su gente. Ahora se está llegando a una paz con el enemigo falso pero el enemigo real, constituido por los cubanos, está perdiendo. Basta pensar que el año pasado se fueron 42mil personas, casi 10mil más de las que salieron durante el grande éxodo del ’94. El cubano sabe que perdió la guerra, que ya no tiene esperanzas, y por eso está escapando. Amigos míos que no salieron en los años ’90 lo están haciendo ahora para evitar que sus hijos tengan sus mismas vidas. Yo conozco a todos los grandes disidentes cubanos. Ellos son los únicos que hablan de Cuba con optimismo. En todos los demás cubanos la desesperanza es muy profunda, casi antropológica. Sistemas como el cubano no se conforman con tener el poder político, quieren cambiar a la gente y saben que para hacerlo necesitan ejercer un poder absoluto sobre la educación, los medios, la economía. Lo del hombre nuevo es una realidad, pero es un hombre resignado, ansioso, agresivo. Lo que me sorprende es ver que a pesar de todo sigan surgiendo personas decentes, curiosas, con aspiraciones. El ser humano es realmente asombroso.
Para ver la entrevista completa pinchar aquí