jueves, 26 de mayo de 2016

La campaña y la guerra


Para muchos ha sido uno de los logros más indiscutibles de la Revolución Cubana. La masiva campaña de alfabetización de 1961 que llevó la tasa de analfabetismo desde un 22% de la población adulta (sí, una de las más bajas de Latinoamérica en aquellos días me recordará alguien, pero altísima para los estándares actuales) hasta apenas el 3%. Para otros se trataba de un perverso plan de adoctrinamiento del campesinado cubano donde las primeras palabras que se armaban con la letra “F” eran “Fidel” y “fusil” y donde se daba por terminado el aprendizaje con una carta al Comandante en Jefe. Hay otros, menos, que lo consideran como un proyecto de importancia estratégica, militarmente hablando. Como una manera de infiltrar los campos cubanos, en aquellos días infestados de guerrillas anticastristas a lo largo del país, con maestros improvisados que harían las veces de activistas políticos, informantes del castrismo y –llegado el caso- mártires de la Revolución que usaría profusamente sus nombres en las campañas para demostrar la maldad infinita de los que se oponían al gobierno: un escudo humano avanzando alegre y despreocupado sobre el campo enemigo.
Una versión bastante retorcida. Incluso tratándose de Fidel Castro.
Veamos qué decía éste en los días previos al inicio de la campaña. Tomemos, por ejemplo, el discurso de clausura del primer Congreso Nacional de Consejos Municipales de Educación (algún día habrá que contar cuántos primeros congresos celebró el castrismo de cosas que no tuvieron continuidad) celebrado el 10 de octubre de 1960 y en el cual el líder de la Revolución anuncia la campaña y explica sus objetivos.

“Nos estamos proponiendo algo muy ambicioso, una tarea difícil y que, en realidad, va a poner a prueba la capacidad de todos nosotros, va a poner a prueba la capacidad de nuestro pueblo, ya que nos estamos proponiendo hacer en un año lo que no pudieron o no quisieron hacer otros en 58 años. Es decir que nos proponemos en el año 1961, que ya lo hemos calificado como el Año de la Educación, erradicar el analfabetismo en nuestro país”
Y como no se contaba con número suficiente de maestros la solución sería convertir a “todo el mundo en un maestro, todo el que sepa leer y escribir”. Pero tanto o más que de la monstruosa campaña educativa que se estaba gestando Fidel Castro habla del avance de la contrarrevolución.

“Dijimos que íbamos a hablar de educación primero y de problemas contrarrevolucionarios luego. Hemos hecho al revés: hemos hablado de problemas contrarrevolucionarios primero y falta decir algo breve —pero breve de verdad— sobre el objetivo fundamental de este congreso”
El objetivo fundamental del congreso era la organización de la campaña de alfabetización y sin embargo durante la mayor parte del discurso de clausura el principal orador no deja de hablar de la contrarrevolución, incluso cuando haga todo lo posible para disminuirla.

Es decir que para combatir los grupitos contrarrevolucionarios del Escambray, movilizamos a las milicias del Escambray, 1 000 milicianos campesinos. Pero, además, para que no pudiera moverse un solo contrarrevolucionario, le movilizamos 700 milicianos campesinos de la Sierra Maestra y del Segundo Frente de Oriente (APLAUSOS) y, además de los responsables, es decir, de los jefes de milicias de la capital que están en entrenamiento en la provincia de Matanzas, movilizábamos también una compañía que se iba turnando”
Pero al mismo tiempo reconoce que no va a ser tan fácil hacer desaparecer los focos de resistencia al gobierno incluso tratándose de “grupitos” porque para algo está el imperialismo:

“¿Quiere decir que desaparezcan los hechos de terrorismo y de sabotaje? ¡No!, es posible que aumenten; es posible, a mayor cantidad de recursos, a mayor asistencia, a mayor apoyo del imperialismo, movilizando toda su escoria de decenas de miles de gangsters y de criminales, movilizando sus millones y millones de dólares, facilitándoles explosivos, facilitándoles medios para hacer los sabotajes; es decir que tendrá su auge, pero tendrán también su declive”
Nótese como aquellos “grupitos” súbitamente se convierten en “decenas de miles de gangsters y de criminales”. La estrategia contra estos sería organizar “militarmente al pueblo en las milicias” y “civilmente en comités de vigilancia colectiva”.
¿Por qué organizar entonces la campaña de alfabetización en momentos en que el país estaba enfrascado en una virtual guerra civil? Esta es la manera en que racionaliza Fidel Castro su plan de poner en riesgo la vida de decenas de miles de adolescentes cubanos:

la misión de nosotros en el país no es derrotar contrarrevoluciones, sino hacer revolución; esa es nuestra misión en el país. Nuestra misión en el país es crear; combatimos porque queremos crear; combatimos porque tenemos que defender lo creado; combatimos porque queremos seguir adelante; y, sobre todo, no estamos aquí por combatir, sino estamos aquí para crear.

Lo que sí sería una victoria de la contrarrevolución sería que atrasara los planes de la Revolución, que atrasara los planes de la reforma agraria, los planes de educación, los planes de industrialización, los planes de construcción de viviendas, los planes de desarrollo general de nuestra economía; esa sí sería una victoria de la contrarrevolución y por eso a la contrarrevolución hay que ganarle la batalla no solo en el campo militar; hay que ganarle la batalla en el campo de creación revolucionaria
Lo que Castro plantea como dos problemas distintos (la derrota de la contrarrevolución y el cumplimiento de la anunciada campaña alfabetizadora) los asume como uno solo: la campaña alfabetizadora será al mismo tiempo un arma para derrotar a la contrarrevolución. Si en las ciudades contaba con la organización de los CDR en el campo necesita algo que complete esa “organización civil del pueblo” que ha concebido “para vigilar a los contrarrevolucionarios, para reprimir sus actividades y para estar preparados en caso de lucha, cumplir la misión que corresponde a esos comités que deben estar organizados manzana por manzana, barrio por barrio, ciudad por ciudad, y campo por campo”.
(No sería esa después de todo la única vez que un objetivo en apariencia beneficioso para el país, independientemente del gobierno que lo emprendiera, formara parte de la estrategia de control totalitario del castrismo. Me cuenta mi padre que el plan de reforestación de los principales macizos montañosos del país fue diseñado de acuerdo con una vieja obsesión castrista: la de crear las condiciones para que en el futuro no fuera posible un alzamiento en las montañas como el que le sirvió para llegar al poder.)
Muchos años después una película que señala uno de los puntos más altos de nuestro más bien pobre realismo socialista “El brigadista” resolvía en un solo personaje el dilema que planteaba Fidel Castro en el discurso mencionado: el alfabetizador tímido y un tanto miedoso que al final de la película supera su repugnancia por la violencia matando a un alzado. Una metáfora atrevida e insidiosa pero no muy distante de lo que había ocurrido en realidad. Porque Castro –como todos los buenos aprendices totalitarios- es un seguidor hiperbólico de Clausewitz, de esos que convierten cualquier cosa en medio para hacer la guerra. 

miércoles, 25 de mayo de 2016

Viaje a la semilla

En un discurso de 1960 Fidel Castro decia:
"Y el médico que se marcha, el médico que trabajando en una institución nacional, en un hospital del pueblo, se marcha, es sencillamente un criminal [...] Pero criminal también, criminales son también los ingenieros, o los arquitectos, o los profesionales que traidoramente abandonan su país"
Ahí mismo se trazó la política hacia la emigración de profesionales que todavía sobrevive en ciertos sectores. De cualquier manera valdría preguntarse si  uno se pregunta si los médicos que mandan a trabajar afuera siendo necesario en los hospitales de la isla son también criminales.

Más interesante aun es la reflexión que me envía un amigo que sospecha que este mismo principio de exclusión y criminalización de los profesionales ha alcanzado también a la lógica de la jerarquía católica cubana:


Al leer la cita de nuestro Comandante Fidel Castro sobre los médicos, técnicos e ingenieros traidores, recordé la reciente homilía de despedida del Cardenal Ortega, donde el prelado, al dar las gracias por el trabajo y la ayuda de sus sacerdotes, afirma:"Dones de Dios para mí han sido los sacerdotes que encontré en La Habana, no pocos de ellos ordenados por mi buen y recordado predecesor, monseñor Francisco Oves. Ellos me han acompañado con amistad y afecto fraterno. Mi celo arzobispal han sido los 30 sacerdotes que he tenido la dicha de ordenar y que permanecen en Cuba, con su pueblo, en esta diócesis."
Te aclaro que, para cualquier obispo católico, no hay satisfacción mayor que aumentar las vocaciones, es decir, aumentar el número de ordenaciones sacerdotales, durante su episcopado. Es curioso que el Cardenal sólo cuente entre los destinatarios de su celo pastoral a los "que permanecen en Cuba, con su pueblo", y que lo diga además con esa frase que no sonaría fuera de lugar en un editorial de Granma. Es curioso que le parezca más importante excluir a los que se fueron (aunque quizás estén ejerciendo su ministerio sacerdotal en otros lares), que aumentar la lista de su cosecha a 40 o 50. Es curioso también porque muchos de los "idos" sirven a comunidades cubanas en Miami u otros lugares de la diáspora. ¿No son esos fieles también parte de "su pueblo"? Es curioso sobre todo si se compara con el caso de otros países. Por ejemplo, los polacos envían sacerdotes de Polonia a trabajar en las comunidades polacas de Estados Unidos. La implicación de la frase a mi (sesgado) juicio es ésta: los sacerdotes que se fueron de Cuba no cuentan. Y las comunidades católicas mayoritariamente cubanas que radican fuera de Cuba no son parte del pueblo cubano.

martes, 17 de mayo de 2016

Complicidad

Margallo, ministro de exteriores español se reúne con Raúl Castro en un clima de "complicidad". Nunca mejor dicho.
"Margallo [...] no tiene previsto reunirse en La Habana con representantes de la oposición. El argumento es que ningún visitante extranjero lo hizo –salvo el presidente estadounidense Barack Obama y su secretario de Estado, que pueden, [reunirse con la oposición] sin exponerse a represalias"
Un clima de complicidad y cobardía, vale añadir si atendemos a esa explicación. Sería un buen momento para que el PSOE le echara en cara al PP todas las críticas que le hacían cuando el PSOE era poder y el PP oposición. Pero no son tiempos de andar recordando desverguenzas ajenas, la verdad.

sábado, 14 de mayo de 2016

Evgeny Dobrenko o la importancia de leer novelas realmente malas

Entrevista que le hiciera al investigador ruso Evgeny Dobrenko que apareció ayer en su versión "breve" en Diario de Cuba:  
No es que la historia la escriban los vencedores sino que es muy raro que la gente se resigne a la derrota. Lo que ocurre con bastante más frecuencia es que los vencedores de ayer y los aplausos que les dedicamos queden olvidados en la trastienda de cada cual para pasar a aplaudir a los triunfadores más recientes. De ahí lo necesario que pueden ser ciertos empecinados como Evgeny Dobrenko (Odesa, 1962).
Profesor y jefe del Departamento de Estudios Rusos y Eslavos de la Universidad de Sheffield, se ha especializado en el estudio del realismo socialista. El empeño de Dobrenko lo ha llevado a ser autor, coautor o editor de una veintena de libros como The Making of the State Writer y The Making of the State Reader. En un campo dominado por los lugares comunes, los prejuicios (más o menos justificados) o la visión chata y condescendiente, Dobrenko tiene una visión original y sofisticada del realismo socialista, tal y como se desarrolló en la época del estalinismo.
Dobrenko trata de explicar su estética "retrógrada", ya pasada de moda en el momento de surgir, como un "postmodernismo menos el modernismo". Más que como movimiento artístico, Dobrenko define al realismo socialista como una institución que creaba al mismo tiempo sus productores y consumidores y en el que el "acto de censura es transformado en parte constituyente del proceso creativo", en un intento de cada creador de alcanzar la "armonía" con el proyecto político-social comunista.
En el momento en el que la censura se transformaba "en un problema externo a él (o lo que es más, en un obstáculo), este por consiguiente dejaba de ser un escritor soviético en el sentido estricto del término". A continuación les dejo una versión abreviada de la conversación que sostuve con Dobrenko días atrás en la que, como se verá, no siempre estuvimos de acuerdo, pero que en cualquier caso fue altamente estimulante para el que quiera pensar en estos temas.
Déjeme comenzar con la que es quizás la pregunta más frecuente que le hacen como académico: ¿Por qué dedicarse a estudiar el realismo socialista, un tema en apariencia tan aburrido y soso?Todo el que estudia la literatura rusa se dedica a lo que se considera la "gran literatura": Tolstói, Dostoyevski y los grandes escritores del siglo XX. Pero el siglo XX no fue un siglo normal de ninguna manera. Incluso el siglo XIX fue más normal. Hasta el siglo XVIII con la Revolución Francesa fue más normal. En cambio, el siglo XX fue completamente anormal. Y su anormalidad proviene de un inmenso proceso  de democratización. Y lo que quiero decir con  democratización es que personas ordinarias que en el siglo XIX no tenían acceso a la educación, a la medicina, a la alta cultura o a ningún tipo de cultura —en esa época el 99% de la gente no tenía nada— y ahora tienen todo.
Por supuesto que no todo en todas partes, pero la tendencia es innegable. Y cualquier proceso a tal escala trae consecuencias: la cultura se hace más accesible para más personas y, por tanto, se extiende, pero a medida que se extiende más se hace menos densa. Así que en ese proceso la cultura pierde profundidad, muchas veces se hace más primitiva. La diferencia entre la cultura anterior y la nueva es la diferencia entre Tolstói y…
Boris Polevoi…Sí, Polevoi. El asunto es que Tolstói ahora es leído por millones y millones de personas. Pero por supuesto, la comprensión de acuerdo con el nivel cultural de estas personas es mucho más reducida. Por eso es que es importante entender esta literatura, no desde el punto de vista estético, sino desde el funcionamiento en ese mundo.
Por eso es que pienso que la cultura estalinista es un caso muy bueno para entender cómo esto funciona. La manera en que, como resultado de este proceso de ilustración y democratización, grandes masas de estas sociedades patriarcales y tradicionalistas se trasladan a las ciudades, transforman su alta cultura y crean un medio más amplio para la comprensión de esta cultura. Cómo este proceso cambia la cultura. Rusia es un excelente ejemplo de un país campesino que trató de modernizarse en el siglo XX y en este proceso acabó creando un régimen totalitario y ese es el caso de todos los países patriarcales en Europa, desde Portugal y España a Italia, los países balcánicos, Rusia y Europa del Este…
Pero, en ese caso, Alemania no es una excepción…Es una excepción pero lo es en el siguiente sentido: Alemania era, entre las grandes naciones europeas uno de los estados más jóvenes. Allí el totalitarismo no fue tanto el resultado de un proceso social como de un proceso político.
Así que, regresando a su pregunta inicial, es por eso que pienso que es importante leer novelas realmente malas: para entender el proceso de modernización en sociedades muy tradicionales y patriarcales.

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viernes, 13 de mayo de 2016

Rectificación


A los que insisten con el chistecito ese de que en el comunismo te quitan las dos vacas que tienes y te dan un poco de leche: ¡qué bien se ve que no han vivido en el comunismo!
Es cierto que en el comunismo te quitan las vacas para enseguida anunciarte que te van a dar leche. Y no solo eso, sino que vas a tomar más leche que nunca y luego no sabrás qué hacer con tanta cantidad de lácteo. De hecho mandas a tu hijo a estudiar a una universidad –ahora gratuita- para que se especialice en producción de quesos. Eso es al principio. Luego al que pregunte por las vacas o por la leche lo fusilan, acusado de agente de la CIA. Al rato la carne o la leche dejan de ser cosas reales para convertirse en chistes de los que la gente se ríe bajito. Luego a la gente se le olvida esa idea de comer carne y tomar leche o de preguntar por ellas no vaya a ser que le quiten la yerba que comen (racionadamente). ¡Y agradecidos que están por la yerba porque es mejor que en el capitalismo que era una época en la que la yerba era para los ricos y había unos animales terribles llamados “vacas” que se comían a los niños! Y hablando de niños, tus hijos se graduaron de maestros queseros suma cum laude pero como no había leche con la que hacer quesos decidieron irse del país (clandestinamente por supuesto) hacia el capitalismo, ese sitio atrasado donde las vacas todavía se dedican a dar carne y leche y a los ricos les ha dado por comer tofu.

sábado, 7 de mayo de 2016

Publicidad (con Kardashians y postdatas)

Ocho mil fusilados
Decenas de miles de presos
Decenas de miles de ahogados en el estrecho de la Florida
Más de dos millones de emigrados
Millones de familias separadas, destrozadas
El 80% del país viviendo durante décadas por debajo del nivel de pobreza extrema
Billones de horas empleadas en desfiles, trabajos voluntarios, misiones internacionalistas, aventuras africanas, construcción de túneles y trincheras y de algunos de los edificios más feos del planeta
Millones de dólares en créditos, empréstitos, regalos, envío de combustible
Un desmesurado e incesante despliegue de bajezas humanas, traiciones, engaños, autoengaños y humillaciones de toda índole
Todo para congelar una isla en el tiempo y que los turistas de todo el mundo vayan a hacerse una foto en un carro descapotable.
Hay cosas en la vida que no tienen precio
Para todo lo demás está Master Card
Post data: Advierto que no se trata de un regaño a los compañeros extranjeros que nos visitan si eso es lo que les preocupa. Simplemente se trata de esclarecer el sentido ultimo de la Revolucion Cubana, de ponerle su verdadero precio: es injusto decir que no valio de nada. Al fin y al cabo le han servido de escenografía a ese selfie de las Kardashians.
P.D. 2 Y encima las muy malagradecidas se quejan.

P.D. 3: Pero por suerte tenemos a Silvio para poner las cosas en su lugar: "La Habana es una ciudad detenida en el tiempo por culpa del bloqueo. Nosotros, sus habitantes, hubiéramos querido que avanzara en proyectos viales y urbanos como cualquier ciudad que se desarrolla, pero no nos dejaron ser. Hemos sido no lo que quisimos sino lo que nos permitieron. Sería un error imperdonable enamorarnos de nuestras miserias, aunque hayan sido el precio de nuestra dignidad. No somo [sic] más bellos por andar en harapos sino por tener principios. Somos más conscientes y exigentes, pero queremos dejar atrás nuestras angustias materiales porque resistiendo a sangre y fuego nos hemos ganado un futuro honorable. Por eso un día dije, y lo mantengo: "Soy enemigo de mi, y soy amigo de lo que he soñado que soy". 
Me da lo mismo que filmen o que posen en Cuba siempre que nos paguen bien, para luego usar esos recursos para nuestros sueños de justicia social"




viernes, 6 de mayo de 2016

Con mucho coco

Ya todo el mundo lo debe de haber visto pero siendo este blog también mi propia libreta de apuntes no debo dejar de consignarlo: la presentación de Paquito D'Rivera en la Casa Blanca luego de un penoso episodio en el que Paquito había sido excluido del programa presentado por la Fundación Thelonious Monk y al que regresó luego de hacer pública la carta de protesta que dirigiera al presidente del país. Para los cazadores de símbolos había presa abundante. Se trataba de la pieza "Con poco coco" del legendario pianista Bebo Valdés en cuyo rescate del olvido el propio Paquito había jugado un papel decisivo. Mucho más importante que el de su propio hijo, Chucho Valdés, director de Irakere, agrupación que el propio Paquito ayudó a brillar. Chucho, ese pianista inmenso que en la Casa Blanca daría inicio a la ejecución de la pieza de su padre. Y luego, claro, está el solo de Paquito en el que repasa, entre juguetón y solemne, las primeras notas del himno de Bayamo. En fin, mucho más de lo que puede notar un observador poco informado (como eran casi todos los que estaban esa noche en el patio de la Casa Blanca, dicho sea de paso).