miércoles, 15 de abril de 2015

Cuba contada a los niños (americanos)

Era un reportaje sobre Cuba en “Nick News” el programa de noticias de Nickelodeon, me dijeron, y estaban buscando niños bilingües cubano-americanos para el doblaje. Mi mujer llevó a los niños a hacerse las pruebas y el mayor regresó indignado. "Debes de estar orgulloso de tu hijo" me dijo mi mujer: le habían pedido que dijera que Cuba era un país libre (eso era lo que decía un niño cubano) y se negó a hacerlo. Las traducciones de la niña habían sido menos onerosas: niñas hablando de sus gustos y preferencias. El lunes pusieron al fin el programa. Llegué tarde a casa pero me lo habían grabado. He cambiado pañales, recogido vómitos de mis hijos, soportado horas interminables de espectáculos sin sentido por ver durante tres minutos a mis hijos tropezar y equivocarse en el escenario con una resignación que hasta puede confundirse con el placer. Sin embargo lo del lunes excede en mucho cualquier exigencia que se pueda incluir entre los deberes paternos: empujarse 20 minutos de propaganda norcoreana para hacer turismo al Caribe con tal de oír la voz de tu hija decir (con toda la corrección del mundo, es verdad) que lo que más le gusta de Cuba es el baile. Y no lo digo por los niños que repetían como loritos lo que les han enseñado toda la vida que digan: que Cuba es un paraíso donde todos se quieren, se ayudan y comparten todo y cuyos pequeños problemillas podrían resolverse con un buen levantamiento del embargo. Al mayor –que seguía indignado- tuve que explicarle que lo normal era que los niños dijeran esas idioteces que tan poco tenían que ver con la realidad. Que si a mí me hubieran entrevistado a esa edad hubiera dicho las mismas tonterías o peores.

En cambio, para Linda Ellerbee, la adulta conductora del programa tenía menos justificaciones. No podía explicarle a mi hijo que alguien que no haya crecido arrullado por consignas como "Pioneros por el comunismo: seresmos como el Che" implícita o explícitamente confirmara el entusiasmo kimilsuniano de los niños cubanos y encima les diera una justificación histórica. Que les contara que hace mucho tiempo había un dictador apoyado por los norteamericanos y luego llegó un revolucionario y lo derrocó para construir un sistema socialista con el cual Estados Unidos -incomprensiblemente- no estuvo de acuerdo. Nada de insinuar que los Castros son dictadores, (como se dijo con todas las letras de aquél Batista) o de hablar de violaciones de derechos humanos o ni siquiera de que a Miami han ido a dar una buena parte de los cubanos por razones que no vienen al caso porque entonces la premisa del programa “Cuba: So Close and Yet So Far Away” caía ante la evidencia de que a través de Miami Cuba es también parte de los Estados Unidos, algo que el racismo progre, tan intolerante como el otro, nunca admitiría. No, en lo que insistían los niños y remachaba la presentadora era que todos los males cubanos (más bien escasos, es cierto) provenían de un viejo malentendido producido por la intolerancia norteamericana. Quien único se expresó con libertad y claridad en esos veinte minutos fue La Habana porque no pudo hacer otra cosa que exhibir las cicatrices de más de medio siglo de castrismo. O de embargo, según la versión Nickelodeon, entregada a la tarea de convertir a la dictadura más extensa del hemisferio en el destino turístico de moda del americano promedio. 
En fin, un capítulo más de la vieja saga "La frivolidad al servicio del Mal".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es que si no, no dan las cuentas.. como van a atacar a un dictador y hacer las paces con otro ? Evidentemente si las relaciones van a mejorar es porque ha dejado de ser dictador.. o al menos un poco.. o tal vez todo es un malentendido y nunca fue dictador ?.. lo que hay que oir... ah y muy bien por tu hijo!